
Getting your Trinity Audio player ready...
|
La red de mensajería Signal, similar a WhatsApp y Telegram, tiene un cifrado de extremo a extremo. Eso significa que solo el remitente y el destinatario pueden leer los mensajes. Son confidenciales. Excepto que alguien, en un descuido, incluya en un grupo a un periodista. Por error, el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Mike Waltz, sumó a Jeffrey Goldberg, editor jefe de The Atlantic Magazine, que, en silencio, recopiló los pormenores de un ataque de Estados Unidos contra los rebeldes hutíes en Saná, la capital de Yemen. No solo eso. Dejó al descubierto la inquina de Trump y compañía hacia Europa.
Por el bombardeo hubo una treintena de muertos a mediados de marzo. El primero de varios, agradecidos por el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Fue una acción “decisiva” contra “la piratería, la violencia y el terrorismo”, según Donald Trump. De la planificación, vía Signal, participaron el vicepresidente J. D. Vance; el secretario de Defensa, Pete Hegseth; el secretario de Estado, Marco Rubio; la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard; la jefa de gabinete de Trump, Susie Wiles; y el asesor Waltz, entre otros. La invitación para unirse rezaba: «Grupo pequeño de control político hutí». El periodista Goldberg la aceptó sin decir palabra. Eran 18 los miembros del Comité de Directores.
Transcurrían las horas cruciales de una sala de guerra virtual que iba a establecer “un grupo de principios para la coordinación sobre los hutíes”. Información clasificada. Cada uno delegó la tarea en colaboradores o en nombres de fantasía, pero Vance escribió: «Equipo, estoy fuera hoy participando en un evento económico en Michigan. Pero creo que estamos cometiendo un error. El 3 % del comercio estadounidense pasa por el Canal de Suez. El 40 % del comercio europeo también. Existe un riesgo real de que el público no entienda esto ni por qué es necesario. La razón más poderosa para hacerlo es, como dijo el presidente, enviar un mensaje».
Goldberg pensó inicialmente que se trataba de actores malintencionados que intentaban usurpar la identidad de altos funcionarios del gobierno con fines de desinformación
El mensaje tenía un destinario: Irán, soporte de los hutíes. Iba a ser el primer ataque directo de Estados Unidos contra Medio Oriente en el segundo mandato de Trump. La filtración sin precedente pudo haber sido una violación de la Ley Federal de Registros y de la Ley de Procedimiento Administrativo, faltas graves que llevaron al republicano Roger Wicker, presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, y su par demócrata Jack Reed a pedir una investigación sobre el “uso de redes no clasificadas para discutir información sensible y clasificada”. Una negligencia, más que un desliz.
Goldberg pensó inicialmente que se trataba de actores malintencionados que intentaban usurpar la identidad de altos funcionarios del gobierno con fines de desinformación. También se preguntó si, con ese ardid, Waltz intentaba transmitir información falsa para publicar en la revista, cercana a las élites liberales contrarias a Trump, y dejarla en ridículo. Nueve días después del bombardeo, Waltz asumió “toda la responsabilidad” de su falta. Y Trump declaró que él “había aprendido la lección”. De los debates previos al ataque quedó clara la antipatía hacia Europa.
“Odio tener que rescatar a Europa”, lanzó Vance. Suscribió el secretario Hegseth: “VP: comparto totalmente tu aversión por el parasitismo europeo. Es PATÉTICO”. Un tal SM (aparentemente, Stephen Miller, el principal asesor de Trump), agregó: “Por lo que he oído, el presidente ha sido claro: luz verde, y pronto les mostraremos a Egipto y a Europa lo que esperamos a cambio. También debemos encontrar la manera de hacer cumplir esta exigencia. Por ejemplo, si Europa no renegocia, ¿qué pasará? Si Estados Unidos logra restablecer la libertad de navegación a un alto costo, habrá que obtener otros beneficios económicos a cambio”.
Lanzamiento de los F-18. Primeras bombas. “Buena suerte a nuestros guerreros”, dijo uno. Vance repuso: “Rezaré por la victoria”. Afirmó Waltz: “El primer objetivo, su mejor especialista en misiles, lo identificamos entrando en el edificio de su novia y el edificio se ha derrumbado”. Vance aplaudió: “Excelente”. Observó John Ratcliffe, cabeza de la CIA: “Un buen comienzo”. El secretario Rubio felicitó a su par de Defensa: ¡Buen trabajo, Pete y todo tu equipo!”. Waltz acotó: “El equipo de MAL también ha hecho un gran trabajo”. MAL, en principio, han de ser las siglas de Mar-a-Lago, el lugar de Trump en el mundo.
Be the first to comment