La guerra del cerdo
Entre las amenazas para el mundo, una pandemia viral se equipara con el terrorismo En octubre de 2008, el gobierno de México temía una inminente pandemia de gripe. “El nuevo virus, con características propias, no respetará fronteras y su propagación por el mundo será muy rápida”, prevenía la Secretaría de Salud en su Manual para la preparación de instituciones ante una pandemia de influenza. No precisaba cuándo iba a aparecer ni dónde iba a emprender su errático derrotero, pero suponía efectos devastadores: el contagio del 25 al 35 por ciento de la población mundial, traducido en “decenas de millones de muertes”, así como hospitales desbordados y pérdidas siderales. Las dantescas conjeturas se basaban sobre la virtual propagación de una variante recargada de la gripe aviar. La crisis económica había estallado un mes antes; prometía expandirse como ahora la gripe porcina. En México, según el Comité Nacional para la Seguridad en Salud, un cuarto de la población podía infectarse y el 17 por ciento podía quedar a merced de un “alto riesgo de complicaciones”. El gobierno (leer más)