
¿Qué nos enseñó el COVID-19?
Desde los manglares de Bengala Occidental hasta el vasto archipiélago que conforma Indonesia, y desde la bulliciosa ciudad portuaria de Guayaquil, Ecuador, hasta las costas tropicales del sur de Togo, los riesgos sistémicos de la pandemia de COVID-19 han quedado expuestos en términos humanos muy crudos. Millones de personas que ya tenían dificultades para llegar a fin de mes, que a menudo trabajaban en la economía informal del sector agrícola y que sobrevivían por debajo del umbral de pobreza, tuvieron que hacer frente a una serie de nuevos riesgos que no podrían haber previsto. Entre ellos, la falta de empleo, el endeudamiento, la violencia civil y doméstica, el descarrilamiento de la educación de los hijos y menores oportunidades. Las mujeres sufrieron de forma desproporcionada debido a los prejuicios de género existentes en la sociedad. Estas experiencias humanas no son sólo un catálogo de sufrimiento en lugares del mundo que a menudo no aparecen en los titulares. En realidad, ponen de manifiesto un desafío muy real: cómo comprender y gestionar mejor los riesgos sistémicos en cascada (leer más)