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Fe de erratas

En apenas cinco meses, Chávez cambió abruptamente su visión de las FARC Chávez tuvo una virtud: unió a Colombia. La unió con sus insultos contra Álvaro Uribe, uno de los presidentes con mayores índices de imagen positiva de la historia. La unió con su papel de comedido, más que de componedor, en el conflicto desatado con el presidente de Ecuador, Rafael Correa, por la muerte en su territorio del jefe real de las FARC, Raúl Reyes. La unió, también, con su incendiaria mención en los registros de las computadoras portátiles del difunto como virtual mecenas de la banda que mantiene secuestrada a Ingrid Betancourt y una legión de gente. Chávez tuvo otra virtud: degradó a las FARC. Las degradó con sus flirteos con Reyes y otros cabecillas mientras ponía en ridículo a sus laderos (entre ellos, el ex presidente argentino Néstor Kirchner) en la excursión por la selva colombiana en la cual debían ser liberadas Consuelo González de Perdomo, Clara Rojas y su hijo Emmanuel; como el pequeño, nacido en cautiverio, había sido entregado con (leer más)

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The end

Obama, con su histórica nominación, logró vencer los prejuicios por su juventud En los difíciles años sesenta, Richard Nixon estrenó contra John F. Kennedy el eslogan con el cual Hillary Clinton quiso incomodar en las recientes primarias demócratas a Barack Obama: “La experiencia cuenta”. Y vaya si cuenta. Clave, y decisivo, resultó el aviso televisivo en el cual, mientras los niños dormían, sonaba el teléfono de la Casa Blanca a las tres de la madrugada; quedó claro que ella era la mejor cualificada para atenderlo y responder en el acto ante una crisis internacional. La experiencia de Hillary no influyó entre los más jóvenes; muchos votaron por primera vez en estas primarias y, más allá de la raza, el sexo, la religión y la ocupación, votaron por Obama. En su campaña, las pequeñas contribuciones por Internet, de cinco o diez dólares, terminaron siendo vitales. Los Clinton, mimados por las fortunas que alentaron en los dorados años noventa su progresismo moderado, creyeron que iba a ser más fácil recaudar dinero a lo grande. Así les fue: (leer más)

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Leones por corderos

Sin cuidar las formas, Berlusconi y Sarkozy azuzan el racismo contra los ilegales Durante la campaña electoral, más preocupado por la incorporación de Ronaldhino al Milan que por los desvelos de los mileuristas (aquellos que ganan mil euros por mes), Silvio Berlusconi prometió dureza contra la inmigración clandestina. Cumplió con creces: está en vías de convertirla en un delito en medio de brotes de racismo contra los gitanos rumanos asentados en Roma, Nápoles y Milán. En otro tiempo, la Unión Europea hubiera procurado aplacar sus ínfulas. En otro tiempo, no en coincidencia con su intención de contener a la mano de obra extranjera. De odioso, el asunto pasó a ser crucial. Nicolas Sarkozy no hubiera ganado las presidenciales de Francia si no mostraba firmeza contra la inmigración clandestina. En él, sus compatriotas intuyeron un súper presidente; descubrieron, al poco tiempo, que era demasiado llamarlo súper y presidente a la vez. En apenas un año se divorció de Cecilia Ciganer, se casó con Carla Bruni y batió récords de impopularidad. Pudo ser para hacer promedio con (leer más)

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Soy leyenda

A Obama le sientan bien los guantes de candidato, pero Hillary no tira la toalla En estos años, los Estados Unidos perdieron la reputación. Perdieron, también, la ilusión. Les deben a las reñidas primarias demócratas haber restaurado la política como motor de cambio. No por ser la vistosa contienda entre un afroamericano y una mujer, rarezas en la Casa Blanca, sino por haber alentado una visión optimista  frente a verdades tapadas, como la pobreza al desnudo en Nueva Orleáns después de ser arrasada por el huracán Katrina, y verdades dolorosas, como el deterioro de la imagen del país a raíz de Irak, Afganistán, Guantánamo, Abu Ghraib y todos los antónimos de los valores que, bien o mal, siempre honraron los norteamericanos. Durante el gobierno de Bush, signado por el esplendor neocon en respuesta a la voladura de las Torres Gemelas, cambió el mundo y cambió, en forma silenciosa, la esencia del poder. Lo comprobó Hillary Clinton. La tenía fácil. Le sobraba dinero, recaudado por su marido. Y le sobraba experiencia, acumulada desde su Mayo del (leer más)

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La última cena

¿Por qué los mandatarios extranjeros omiten el país cuando recorren la región? Cada año, en todo el planeta, 60 millones de personas se radican en zonas urbanas; es una multitud equivalente a las poblaciones íntegras de la Argentina, Uruguay y Chile. En las ciudades reside desde 2008, por primera vez en la historia, más de la mitad de la población mundial, 3300 millones de personas. Y esto apenas empieza: en 2030 serán 5000 millones. El fenómeno es proporcional a la necesidad: el éxodo de las zonas apartadas crece por falta de oportunidades, sobre todo en los países en desarrollo. Y establece, por imprevisión de los gobiernos, apremiantes bolsones de pobreza. En los residentes urbanos menos favorecidos, dispersos en barriadas distantes y diferentes del planeta, impacta con más saña que en otros sectores el alza global del precio de los alimentos, de más del 80 por ciento en tres años. El tsunami silencioso, como acertó en definirlo Josette Sheeran, directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, amenaza con crear de golpe y (leer más)

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La Argentina puede esperar

¿Por qué los mandatarios extranjeros omiten el país cuando recorren la región? En la década del treinta, Nina Lee Weisinger y Marjorie Johnston concibieron un libro de lectura en castellano para estudiantes norteamericanos. Los otros americanos lleva por título. Uno de los protagonistas, Alberto, dice: “Buenos Aires se llama el París sudamericano. Para su tamaño tiene más millonarios que ninguna otra ciudad, y todo el mundo parece tener dinero. Como Nueva York, es una ciudad cosmopolita y se ve en sus calles gente de muchas nacionalidades que habla varias lenguas. Hoy día esta capital dista de Nueva York siete días por aeroplano”. Eran otros tiempos. Sin naves espaciales capaces de ir “en una hora y media a Japón, Corea y, por supuesto, a otro planeta el día en que se detecte que allí hay vida”, como presagió Carlos Menem, ni trenes de alta velocidad a Mar del Plata, Córdoba y Rosario, como prometió Cristina Kirchner. En coincidencia con la edición del libro, en 1934, aquellos porteños de fino pelaje no sólo miraban al cielo cuando (leer más)

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Carrozas de fuego

Rumbo a Pekín, la antorcha olímpica enciende cada vez más objeciones a China En dos palabras resumió China su solicitud de ser sede de los Juegos Olímpicos: reforma y apertura. En todas sus acepciones, reforma y apertura son argumentos políticos, no deportivos. Por esos argumentos políticos, precisamente, las protestas de cada marzo en el Tíbet contra el régimen comunista de Pekín estallaron, en este marzo en particular, con mayor vehemencia que en años anteriores. Desde las marchas por la democracia en 1989, en forma casi simultánea con la matanza de la Plaza de Tiananmen y la caída del Muro de Berlín, la extraordinaria paz de la ciudad sagrada de Lhasa no se veía turbada por tiroteos y destrozos. En ella, capital del Tíbet, la mayoría étnica, de nombre han, impone las reglas. En ella, la brecha entre ricos (chinos) y pobres (tibetanos) es mayor que en cualquier otra ciudad china. En ella, los tibetanos recuerdan cada 10 de marzo, desde 1959, las revueltas que forzaron al Dalai Lama a exiliarse en la India. En este (leer más)

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Voy, lo mato y vengo

En Irak, los ejércitos privados cambiaron radicalmente el concepto de la guerra En septiembre de 2007, las autoridades iraquíes responsabilizaron a la compañía Blackwater, especializada en contraterrorismo y combates urbanos, de la muerte de 11 civiles en Bagdad. Como si fuera novedosa la participación de ejércitos privados en la guerra, un comité de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos convocó de urgencia a sus miembros. Uno de ellos presentó un informe inquietante: Blackwater, cuyos contratos con el gobierno norteamericano superaban los 1000 millones de dólares, había estado involucrada desde 2005 en 195 tiroteos en Irak. Sus empleados sólo podían abrir fuego en defensa propia. Eso adujeron los abogados frente a los cargos presentados por la policía iraquí. Citado a declarar en el Capitolio, el dueño de Blackwater, Erik Prince, antiguo militar de elite y generoso contribuyente del Partido Republicano, recordó que 30 de sus hombres habían muerto en Irak por haber protegido a diplomáticos norteamericanos. Con un sentido pésame y una indemnización a los deudos terminó el incidente. Blackwater, según observa el investigador (leer más)

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Tienes un e-mail

Los correos de las FARC complican a Chávez, pero Uribe prefiere conciliar con él Alguna vez, las FARC tuvieron un submarino. Lo confiscó el gobierno de Colombia. Apuros financieros, sin embargo, nunca padecieron. Uno de sus cabecillas, Mono Jojoy, administra la fortuna del narcotraficante Jorge Asprilla Perea, condenado en 2007 a 30 años de prisión en los Estados Unidos. De Hugo Chávez recibieron armas y efectivo por valor de 300 millones de dólares. A Muammar Khadafy le pidieron 100 millones de dólares para comprar cohetes tierra-aire. Pudieron presentar como fiadores a ETA, el IRA, Hezbollah y la mafia rusa o, en su defecto, a Chávez, Rafael Correa, Daniel Ortega y Evo Morales. Con ellos iban a reunirse en Caracas. Estas revelaciones, o confirmaciones, surgieron de las computadoras portátiles que llevaba consigo el segundo jefe de las FARC, Raúl Reyes, abatido por el ejército colombiano en suelo ecuatoriano. Las divulgó a cuentagotas el director de la policía colombiana, general Oscar Naranjo. De ser ciertas, ¿cómo pudo Álvaro Uribe amigarse con Chávez y Correa, por más que, (leer más)

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Sin lugar para los débiles

La crisis a tres bandas por la muerte de Raúl Reyes robusteció a los presidentes Entonces, como el capataz de una obra en construcción (¿o de teatro?), Hugo Chávez exclamó: “Señor ministro de Defensa: muévame 10 batallones hacia la frontera con Colombia. ¡De inmediato!”. Eufórico, el compañero Fidel se precipitó en el andamio: “Se escuchan con fuerza en el sur de nuestro continente las trompetas de la guerra”. El albañil del “chavismo a la ecuatoriana”, Rafael Correa, aceptó las razones de Álvaro Uribe, primero, y rebatió sus disculpas, después. Colocó el último ladrillo el camarada Daniel Ortega con la ruptura de las relaciones diplomáticas de Nicaragua con Colombia. Era una disputa bilateral por la muerte de Raúl Reyes y otros alias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), abatidos en suelo ecuatoriano. Ortega no quiso ser indiferente con Correa. Menos aún Chávez, compinche de ambos: halló la oportunidad de resarcirse del áspero final de su papel de mediador para la liberación de secuestrados por las FARC, dispuesto por Uribe. Lo hizo con un pomposo (leer más)

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Setenta veces siete

Kosovo independiente es una buena carta electoral para Putin Cuando terminó la guerra de Kosovo, los soldados rusos arribaron a la provincia serbia antes que los tanques de la alianza atlántica (OTAN). Era lógico: los militares norteamericanos y europeos no habían puesto un pie en el terreno durante la represalia aérea contra el régimen de Slobodan Milosevic. Era lógico y era, también, una demostración de poder. Los bombardeos duraron 78 días. Entre el 24 de marzo y el 9 de junio de 1999 hubo 5000 víctimas de un solo lado, el serbio, y ninguna del otro. Con la ayuda de Boris Yeltsin, entonces presidente de Rusia, Milosevic sorteó la regla Galtieri: no cayó de inmediato por la derrota, sino un año y medio después. En ese lapso, los serbios no recibieron de su gobierno una admisión sobre el desenlace de la guerra. Sólo supieron que Kosovo, ocupada por 16.000 efectivos de la fuerza multinacional de paz (KFOR), adquiría el estatus de protectorado. En él, el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK), considerado terrorista, narcotraficante y (leer más)

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Hasta siempre, comandante

Entre líneas, la renuncia de Fidel deja entrever que, en realidad, no se va del todo En las vísperas, Fidel reveló algo que, aunque fuera público y notorio, nunca había salido de su boca ni de su puño y letra: su “crítico” y “precario” estado de salud. Con esas palabras, el diagnóstico no pudo ser más preciso: la fragilidad del cuerpo doblegó, finalmente, la vitalidad del poder. En la posdata de su recado dejó dicho, sin embargo, que las dolencias intestinales por la cuales delegó en su hermano Raúl el mando, o parte de él, no lograron apartarlo por completo de la rutina en la que invirtió 49 de sus 81 años: ser Cuba. En los 568 días que transcurrieron entre el 31 de julio de 2006 y el 19 de febrero de 2008, el más pragmático y menos ideológico de los Castro esbozó con cierta timidez aquello que el otro, postrado sin retorno, jamás se hubiera atrevido a emprender: una virtual apertura. Tras la desintegración de la Unión Soviética, más solo que la una (leer más)

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Entradas agotadas

El gran debate político en la Unión Europea es cómo controlar la inmigración En 2006, el ex canciller británico Jack Straw mostró inquietud por el uso del nijab  (velo que oculta la cabeza y parte del rostro de las mujeres musulmanas). No mostró inquietud por el hábito en sí, sujeto a discusión en colegios y universidades de Europa, sino por la contrariedad que supone entablar un diálogo más o menos razonable con una persona a la cual uno apenas puede adivinarle las facciones y verle los ojos. El ejemplo, banal, casi frívolo, entrañaba un asunto de mayor relevancia: el contraste entre encerrarse en uno mismo o confiar en los demás. En realidad, la ventaja de vivir en una comunidad en lugar de vivir en un gueto. El uso del nijab, prohibido en los institutos educativos de Francia y en algunos de Bélgica por su aparente carácter religioso, no es un precepto del Corán, sino una elección de cada mujer o, en ocasiones, un capricho del marido. En una sociedad como la británica, dominada por lógicos (leer más)

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El día que me quieras

Las elecciones primarias despertaron una súbita ola de simpatía por los EE.UU. En los tempranos sesenta, los mexicanos concluyeron que los Estados Unidos tenían por primera vez un presidente parecido a ellos: John F. Kennedy era católico; profesaba su misma fe. No hubo desde entonces otro con el cual compartieran rasgos en común, más allá de la cuñada mexicana de George W. Bush (Columba, esposa de su hermano Jeb, ex gobernador de Florida). Con Bill Clinton tuvieron un romance: soslayó a la oposición republicana del Capitolio para rescatar al país de la embriaguez financiera provocada por el efecto tequila en 1994. Aquel gesto, así como su política migratoria, debería ser capitalizado por su mujer, Hillary, entre los mexicanos que, nacionalizados norteamericanos, votan en las primarias demócratas. Lo capitalizó en California y otros Estados con población hispana. Pero, si de identificación se trata, los mexicanos advierten en su adversario, Barack Obama, un atributo más cercano: tiene la piel de color canela, como la venerada Virgen de Guadalupe. ¿Para qué te voy a decir que no, si (leer más)

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Juego de poder

Como en una película, el mismo plan conduce a los mismos errores en Afganistán Con inusitada rapidez, los hombres de George W. Bush concluyeron, tras la voladura de las Torres Gemelas, que Osama ben Laden era el principal sospechoso. No hubo duda: de inmediato pusieron precio a su cabeza. ¿Por qué estaban tan seguros de que el líder de Al-Qaeda y no otro había ejecutado el peor atentado en la historia de los Estados Unidos? Porque había sido uno de los mujahidines (luchadores) que, con armas e instrucción suministradas por el servicio de inteligencia militar de Paquistán (ISI) por medio de la CIA y agencias de otros países, expulsaron al régimen soviético de Afganistán en 1987, dos años antes del final de la Guerra Fría. En el llamado Vietnam soviético murieron más de un millón de personas, en su mayoría afganos. La resistencia afgana, nutrida por fundamentalistas de países islámicos que se unieron a ella, recibió apoyo de los Estados Unidos y otros países, canalizado, o disimulado, a través del régimen militar de Paquistán, encabezado (leer más)