El talón de Aquiles
La escalada terrorista coincide con la debilidad de las potencias frente a Rusia Tras el rechazo irlandés a las reformas institucionales comprendidas en el Tratado de Lisboa, la Unión Europea (UE) quedó groggy. Literalmente, groggy. En el referéndum, celebrado el 12 de junio, pocos decidieron por muchos. El no como resultado, al igual que en Francia y Holanda, tuvo el impacto de un cross en la mandíbula. Hizo besar la lona a la idea de afianzar la unidad del continente. Y, a su vez, bloqueó la posibilidad de articular una política exterior común en un momento crucial. Crucial por el declive relativo de los Estados Unidos; por la crisis de los Balcanes, rubricada con la independencia de Kosovo, y por el plan nuclear de Irán, convencido de haber sido el ganador de la guerra contra Irak. Crucial, también, por los controvertidos dilemas domésticos de Turquía, por la inestabilidad de Medio Oriente y por la mayor caladura internacional de China y la India. Un mes y monedas antes del referéndum en Irlanda, el 7 de mayo, (leer más)