Kamala eclipsa a Trump

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En solo tres lunas o 72 horas, los astros inclinaron la balanza hacia Kamala Harris. En ese lapso, la vicepresidenta de Estados Unidos alcanzó la mayoría de más de 3.800 delegados demócratas para ser candidata a presidenta, recaudó una fortuna para su campaña y, cual broche, quebró por dos puntos la paridad entre Joe Biden y Donald Trump en un sondeo de Reuters/Ipsos. La máquina comenzó a funcionar a partir de la decisión de Biden de tirar la toalla. “¡Hemos lanzado una línea de nuevos productos de Kamala Harris!”, decía un correo electrónico del Comité Nacional Demócrata.

Ofrecía a precios módicos y en tiempo récord, a 107 días de las presidenciales del 5 de noviembre, desde camisetas, gorros, tazas y otros bártulos hasta protectores de pantallas de celulares sin costo con la inscripción Harris for President. Si Trump tuvo su apogeo con la desgracia con suerte que implicó el intento de asesinato en Pensilvania y su coronación como candidato durante la Convención Nacional Republicana, Harris paladeó la gloria después de defender a capa y espada la gestión de Biden, aprobada por apenas el 36 % en una encuesta de Gallup. Su índice más bajo mientras los suyos le reclamaban que diera un paso al costado.

“Entre los presidentes posteriores a la Segunda Guerra Mundial, solo Jimmy Carter tuvo un índice de aprobación más bajo (35,8 %) que Biden, aunque el 39,2 % de promedio de George W. Bush también haya sido relativamente bajo”, reseña. Y agrega: “La calificación de Biden sobrepasa los mínimos de otros presidentes”. Entre los demócratas, Lyndon Johnson renunció poco antes de las elecciones de 1968, año turbulento si los hubo, debido a su impopularidad por la guerra de Vietnam. Su vicepresidente, Hubert Humphrey, perdió frente a Richard Nixon, republicano. La calificación del trabajo de Harris, a los ojos de Gallup, no dista de la de Biden, más allá del impacto que provocó su candidatura.

Era más fácil debatir con un señor de 81, tres años y monedas menor que él, que con una mujer 19 años menor de madre india y padre jamaiquino

¿Qué significa esto? Que la novedad pudo haber influido, pero no altera el empate técnico entre demócratas y republicanos en un país polarizado. Harris desempata por poco, dos puntos, 44 % contra 42 %, según Reuters/Ipsos. Nada en términos generales en un sistema guiado por un sistema electoral que da preponderancia a los colegios electorales de los Estados. Que haya obtenido el visto bueno de la mayoría de los delegados en la Convención Nacional Demócrata prevista para agosto o que haya recaudado 81 millones de dólares en las primeras 24 horas de su nominación tampoco le da luz verde para aparcar en la Casa Blanca.

Harris, de 59 años, aterrizó en el Senado en 2017 antes de lanzar su primera candidatura presidencial. En ese ámbito y en su actual cargo, después de haber sido fiscal general de California, nunca dejó de ser una protagonista secundaria, acaso relegada por los mismos demócratas que ven ahora en ella una suerte de tabla de salvación. Lo reconocieron los Clinton, Bill y Hillary, y otros, apenas Biden anunció su retiro tras reunirse con sus íntimos, en especial con su esposa, Jill, mientras se reponía del coronavirus, aislado en las costas orientales de Delaware. Una decisión difícil después de medio siglo de carrera.

Su retiro es una mala noticia para Trump, centrado en los olvidos y las confusiones de Biden. Era más fácil debatir con un señor de 81, tres años y monedas menor que él, que con una mujer 19 años menor de madre india y padre jamaiquino. “Joe Biden estaba tratando de contener la marea de la historia, empujando muebles pesados contra la puerta del tiempo, y ahora la inundación ha reventado las ventanas”, apunta David Von Drehle en The Washington Post. Harris se propuso emular a Bill Clinton, gobernador de Arkansas, 32 años después de ganar las presidenciales; 32 años antes, a su vez, de que John F. Kennedy anunciara en 1960 que daba paso a una nueva generación. Coincidencias, no más.