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En su peor momento, los conservadores británicos emprenden la retirada. ¿Están en vías de extinción, como señalaba el periódico afín The Telegraph tras publicar una encuesta en la cual vaticinaba la victoria de los laboristas un mes antes del 4 de julio? Los británicos, atados a la decepción con el Brexit, vuelven a tener un primer ministro laborista, Keir Starmer, de 61 años, más cercano a la centroizquierda moderada de Tony Blair y Gordon Brown que a la izquierda radical de Jeremy Corbyn, expulsado del partido. En los últimos 14 años, David Cameron, Theresa May, Boris Johnson, Elizabeth Truss y Rishi Sunak, todos tories (conservadores), se sucedieron en el cargo.
El cambio de guardia no responde al divorcio a través del Canal de la Mancha desde el 1 de enero de 2021, del cual la mayoría de los británicos pasó página, sino a sus consecuencias. Si el Reino Unido hubiera permanecido en la Unión Europea, la economía no caería un 4 % a largo plazo, como estima la Oficina para Responsabilidad Presupuestaria (OBR, sus siglas en inglés). La inmigración, otro tema preocupante, cesó desde el continente, pero aumentó desde otras latitudes, como India. Un fracaso del lema Stop The Boats (frenar las pateras), que fomentó las divisiones entre Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte. Un reino desunido.
El último primer ministro conservador, Sunak, de origen indio, arribó al poder rompiendo moldes: fue, a sus 42 años, el más joven en dos siglos y el primero en la historia que no era de raza blanca ni de religión cristiana. Durante su gestión, el Servicio Nacional de Salud (NHS, en inglés) a punto estuvo de caer en bancarrota, con el consecuente perjuicio para los británicos por la dificultosa contratación de enfermeros; cirujanos cardíacos y pulmonares; anestesistas, y psiquiatras procedentes de Europa.
El nuevo inquilino del 10 de Downing Street apeló durante la campaña a la palabra cambio, cual pócima frente a los problemas económicos y sociales
Tarde, los conservadores quisieron apartarse del partido de extrema derecha Reform UK, de Nigel Farage, amigo de Donald Trump y pregonero del Brexit. Un tábano ultranacionalista muy influyente en la última década que no provocó un vuelco decisivo, como ocurrió en Francia e Italia, pero logró acceder por primera vez a un escaño después de haberlo intentado en ocho elecciones y sumó para los suyos más de doble de los previstos. El descalabro en el ala derecha sella, para los laboristas, del final de un viaje tortuoso en el cual Starmer debió compartir asiento con Corbyn, polémico por sus proclamas antisemitas, hasta que pudo empujarlo en la primera curva, en 2020.
En el Reino Unido rige un sistema parlamentario. El líder del partido que logra la mayoría de número en el Parlamento se convierte en primer ministro. El nuevo inquilino del 10 de Downing Street apeló durante la campaña a la palabra cambio, cual pócima frente a los problemas económicos y sociales. En un ensayo sobre los últimos 14 años, Sam Knight, columnista de la revista The New Yorker, dice que el país “aún debe recuperarse de la crisis financiera que comenzó en 2008”. Sobre todo, por los recortes en el área de la salud. Punto crucial en “el peor período de crecimiento salarial desde las guerras napoleónicas”. Dio una pista de la razón del cambio.
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https://reporteasia.com/opinion/2024/07/05/cambio-de-guardia/