Economía

Brexit, año uno

El mundo cambió en forma vertiginosa en los últimos años. Tanto que un divorcio puede celebrarse con el mismo regocijo que una despedida de soltero. Lo expresaban las caras del primer ministro británico, Boris Johnson, y de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cuando firmaban, cada uno por su lado, cual matrimonio desavenido, el final de un vínculo que duró lo suyo, 47 años, después de cuatro años, seis meses y una semana de idas y venidas. Las negociaciones comenzaron tras el referéndum por el Brexit, en junio de 2016, y concluyeron al filo del último día de 2020. Resultó ser el broche del peor año de nuestras vidas. El acuerdo comercial supone un telón de cierre y otro de apertura tanto para Londres como para Bruselas. La Cámara de los Comunes evitó el riesgo de un epílogo a las bravas. Un Brexit duro. Lo sorteó con 521 votos a favor y 73 en contra, de modo de aceitarle el camino a Johnson para seguir con una agenda a plazo fijo: (leer más)

Política

Brexit: autopista al infierno

Bochorno tras bochorno, la primera ministra británica, Theresa May, habrá pensado como el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, su contraparte en las intrincadas negociaciones del Brexit en Bruselas: “Me he estado preguntando cómo será el lugar especial reservado en el infierno para aquellos que promovieron el Brexit sin tener un plan para llevarlo a cabo”. A tono con Jean-Paul Sartre, May pudo haberse respondido: “El infierno son los otros”. Los propios y los extraños. Esos otros, entre los cuales no faltan conservadores como ella, estuvieron a punto de aprobar en la Cámara de los Comunes un divorcio conflictivo de la Unión Europea. May salvó el pellejo por apenas cuatro votos. Era el camino al infierno. Moraleja: ni Brexit por las malas ni Brexit por las buenas. El acuerdo alcanzado con la Comisión Europea había sido tumbado en el mismo ámbito. Un Brexit por las malas, soñado por el excanciller Boris Johnson, implicaba retirar al Reino Unido no sólo de la Unión Europea, sino también del mercado común y de la unión aduanera. Uno blando, (leer más)

Política

Lo que el Brexit se llevó

El Brexit empezó con un engaño. El primer ministro David Cameron creyó en febrero de 2016 que había logrado en Bruselas un estatus exclusivo para el Reino Unido en la Unión Europea. Algo así como un divorcio rentable. Lo sometió a un referéndum, en el cual ganó su posición, pero no pudo contener la erupción del volcán entre los suyos, los conservadores. Su sucesora, Theresa May, intentó activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa. Quiso lograr la salida del bloque continental sin consultar al Parlamento. Una ciudadana británica nacida en Guyana, Gina Miller, recurrió al Tribunal Supremo. May debió rendir cuentas en la Cámara de los Comunes. Ese fue el comienzo del sinuoso camino que emprendió May, alias Maybe (tal vez), en enero de 2017. Dos años después, May zafó por escaso margen de una moción de censura después de ver cómo se hundía el acuerdo que ella misma había alcanzado en Bruselas. Un reguero de mentiras llevó a May a admitir que el Brexit, con acuerdo o sin él, sacrificará entre un dos (leer más)

Política

El malestar de Europa

Seis de cada diez italianos apoyaron en las elecciones del domingo 4 a expresiones excluyentes o antisistema. Pudo ser un síntoma del malestar con Europa, más allá de que no haya sido el eje de la campaña. O pudo ser un síntoma de algo más preocupante y reiterado allende sus fronteras: el malestar con la inmigración y, por esa razón, la resurrección del nacionalismo. El mensaje, como en otros países, se resume en una sola palabra: frustración. En esa deriva cayeron Hungría, Polonia, República Checa, Grecia y Austria, ignorando, tal vez, que es más sensato encender una luz que maldecir las tinieblas. Italia pasó a ser ahora el primer país europeo en el cual las fuerzas anti establishment alcanzan la mayoría absoluta. “La etiqueta populismo se aplica a veces de manera vaga, pero podemos usarla para definir movimientos que se presentan como una reacción contra el establishment corrupto y rechazan la integración internacional”, observa Alberto Mingardi, director general del Istituto Bruno Leoni. El título del artículo, publicado por el CATO Institute, lo sintetiza todo: El cementerio (leer más)

Política

El voto menos pensado

Por Jorge Elías Ningún gobierno organiza un plebiscito para perderlo. Menos aún si se trata de una iniciativa propia, como la imposición de mayores restricciones para el ingreso de inmigrantes en Hungría, el acuerdo de paz en Colombia, la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea (UE) o la cuarta reelección consecutiva del presidente de Bolivia, Evo Morales. En esos casos y en otros, el resultado terminó siendo adverso. Ocurre a menudo. De las 36 consultas que convocaron entre 1993 y 2014 los gobiernos y los congresos de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en más de la mitad ganó el no a la propuesta original o, en otros términos, ganó el sí, alentado por sus opositores. En Hungría, la intención del primer ministro, Viktor Orban, era evitar objeciones de la UE a su política contra los refugiados y, en casa, reforzar su estatus político. La escasa participación ciudadana, inferior al 50 por ciento requerido, invalidó el resultado, aunque fuera favorable. En Colombia, sorprendida por la derrota (leer más)