Bolsillos vacíos y manos blancas

La promesa de bolsillos vacíos del nuevo presidente del Partido Popular español responde a una tradición entre sus antecesores, más allá del escándalo de corrupción que tumbó a Mariano Rajoy




Bolsillos vacíos y manos blancas, la fórmula de Pablo Casado | Foto del PP
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El nuevo presidente del Partido Popular (PP) de España, Pablo Casado, se impuso dos premisas: “Manos blancas y bolsillos vacíos”. O viceversa. Nada nuevo bajo el sol, más allá de haber derrotado en el XIX Congreso Extraordinario del PP a la exvicepresidenta del último gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Fue el desenlace de la bofetada que les propinó la moción de censura que tumbó a Mariano Rajoy. El presidente depuesto se aferró a su libreto. La trama de corrupción Gürtel no contaminó a su gobierno. El PP sólo resultó sancionado civilmente por obtener beneficios ilícitos de la actividad punible de otros.

En resumen, manos blancas y bolsillos vacíos, como si nada hubiera pasado.

En cierta ocasión, Adolfo López Mateos, presidente de México entre 1958 y 1964, recibió un aviso inquietante de un colaborador: “No son pocos, señor, quienes se aprovechan de la generosidad de usted y están hincándole el diente al presupuesto”. Lejos de perder la calma, López Mateos meditó un instante, hurgó en sus bolsillos y extrajo un atado de cigarrillos Delicados. Encendió uno, pensativo. “Cada mexicano tiene metida la mano en el bolsillo de otro mexicano, ¡y pobre de aquel que rompa la cadena!”, reflexionó.

La única víscera sensible

La cadena empieza y termina en el bolsillo, incorporado a la anatomía por Juan Domingo Perón antes de ser presidente de Argentina. «Somos enemigos de los egoístas, capaces de ser indiferentes a la miseria sin que se les conduela el corazón, porque la única víscera sensible que tienen es el bolsillo», proclamó. Era 1946. En el bolsillo, como cuento en el libro El poder en el bolsillo, intimidades y manías de los que gobiernan (Grupo Editorial Norma, Argentina, y Algón Editores, España), Perón nunca llevaba sus Particulares livianos sin filtro. Le convidaban uno mientras bebía por la mañana media taza de café en la Casa Rosada.

En los bolsillos de Rodríguez Zapatero podía faltar todo, excepto su teléfono móvil

Casado, con sus manos blancas y sus bolsillos vacíos, responde a una tradición arraigada entre los presidentes de varios países. Entre ellos, España. Rajoy, vicepresidente primero y ministro de varias áreas durante el gobierno de José María Aznar, solía ir a la sede partidaria de la calle Génova, de Madrid, con una cartera de mano negra. Llevaba impresa una llamativa leyenda en inglés: “Success is a decision (el éxito es una decisión)“. Era de su encargada de prensa, Carmen Martínez de Castro. La había comprado en El Corte Inglés. Esperaba recuperarla en algún momento.

En los bolsillos de otro presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, socialista en su caso, podía faltar todo, excepto su teléfono móvil. Revisaba en forma casi compulsiva sus mensajes de texto y sus correos electrónicos. Más discreto y precavido, acaso por haber sido de otra generación, el senador Manuel Fraga Iribarne, presidente de la Xunta de Galicia entre 1990 y 2005, no siempre llevaba el móvil en los bolsillos, sino «un poco de dinero. Lo que ocurre es que tengo poco». Falleció en 2012.

Fraga había sido uno de los fundadores del PP. Uno de los suyos, José María Aznar, presidente de España entre 1996 y 2004, descubrió la relevancia de los bolsillos durante un cónclave con su par de Rusia, Vladimir Putin. «Cuando nos sentamos a hablar –antes de hablar, sobre todo cuando es la primera vez, nos pasan a todos información sobre el interlocutor–, yo le dije: «Me han dicho que hablas poco, que eres impenetrable y que rara vez te ríes». Me dijo: «Mira». Saca un papel del bolsillo y me dice: «A mí me han dicho de ti que hablas poco, que eres impenetrable y que rara vez te ríes»».

En otros tiempos, según Aznar, «todos llevábamos pesetas en nuestros bolsillos, y si no hubiéramos gobernado, seguramente las seguiríamos llevando hoy. España no cumplía con ninguno de los criterios exigidos para acceder al euro, y ya se había aceptado que no estaríamos con los fundadores». Tras sus ocho años en el Palacio de La Moncloa, Aznar me dijo que no llevaba nada en los bolsillos. “No he perdido contacto con la realidad, pero no iba todos los días al supermercado”, confesó.

Manos blancas y bolsillos vacíos, la fórmula de Casado, uno de sus discípulos. Una forma de cuidar las apariencias.

Jorge Elías
Twitter: @JorgeEliasInter



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