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Créase o no, el resultado de 17 de las últimas 18 presidenciales de los Estados Unidos ha estado sujeto a la suerte de los Redskins (Pieles Rojas), equipo de fútbol americano de la ciudad de Washington. La Redskins Rule (Regla Redskins) rige desde 1937, cuando el club se trasladó de Boston a la capital del país. Parece infalible, sobre todo para los apostadores. De ganar los Redskins el domingo previo a las elecciones en condición de locales, gana el martes siguiente el candidato por el partido del presidente o, si lleva cuatro años de gobierno, resulta relegido. De perder, paciencia, gana el candidato por la oposición.
La curiosa tradición comenzó en 1940 con la segunda relección de Franklin Delano Roosevelt, demócrata, frente a Wendell Willkie. Los Redskins les habían ganado dos días antes a los Pittsburgh Steelers por 37 a 10. En 2008, las últimas presidenciales, los Redskins cayeron frente al mismo rival, los Pittsburgh Steelers, por 23 a 6. Como presunta consecuencia de ello, o por demasiada coincidencia, el candidato opositor, Barack Obama, derrotó a John McCain, republicano como el presidente saliente, George W. Bush.
¿Qué pasó el domingo 5 de noviembre de 2000, por ejemplo? Perdieron los Redskins por margen escaso: 16 a 15 contra los Arizona Cardinals. ¿Qué pasó el martes siguiente? Bush, candidato opositor, ganó por margen escaso el voto electoral (tenía la mayoría de los delegados en el Colegio Electoral si redondeaba la victoria en Florida, como ocurrió). Al Gore, ladero del presidente Bill Clinton, ganó, también por margen escaso, el voto popular (la mayoría de los votos, en elecciones indirectas, no cuenta). Finalmente, por margen escaso como los Redskins, perdió Gore. O ganó Bush.
Sólo en 2004, por primera y única vez, falló la Regla Redskins: los de Washington perdieron contra los Green Bay Packers por 28 a 14. Era de suponer que el candidato demócrata, John Kerry, desalojara de la Casa Blanca a Bush, el primer presidente desde 1888 que había obtenido en las elecciones anteriores, las de 2000, menos votos que su rival. Kerry, doble de Mitt Romney en el entrenamiento para los debates de Obama, naufragó como su eslogan de aquellas elecciones: ABB (Anybody But Bush, cualquiera menos Bush).
Obama es el tercer candidato demócrata en aceptar su nominación en un estadio al aire libre, no cubierto, después de Roosevelt y John Kennedy, y el primero en la historia en votar antes de la fecha. Romney, a su vez, ha tenido el menor índice de aprobación del discurso de aceptación de la candidatura desde Bob Dole, rival de Clinton en 1996. Dividen las aguas entre ellos sus discrepancias sobre el empleo, el déficit, los impuestos, la reforma sanitaria, la política exterior, la inmigración, el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Las encuestas, apretadas, zigzaguean entre uno y el otro. A falta de un favorito, quizá se cumpla de nuevo la Regla Redskins. Este domingo 4 de noviembre, en vísperas de las cruciales presidenciales de las cuales estará pendiente el mundo, los de Washington recibirán a los Carolina Panthers. Obama y Romney cruzan las espadas y, disimuladamente, los dedos.
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