Ladra, mañana será peor
En 1983, durante un viaje de vacaciones a Canadá, Mitt Romney no tuvo mejor idea que enjaular a su perro, de la delicada raza setter, y llevarlo en el techo de su coche. Seamus, según el ahora candidato presidencial, disfrutaba en las alturas del aire fresco y el solazo. Ventiló la enternecedora y estremecedora anécdota uno de sus rivales en las primarias republicanas, Newt Gingrich. La aprovechó Barack Obama para imaginarse al pobre animal en la parte superior del avión presidencial Air Force One si su dueño gana las presidenciales de noviembre. La broma, gastada durante la cena anual de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca, revela hasta qué punto los políticos son más honestos cuando se divierten que cuando hablan en serio. Si lo logran, claro. En uno de sus libros, Dreams From My Father (Los sueños de mi padre), Obama confiesa que probó carne de perro durante su niñez en Indonesia. De ello se burla a menudo la ex candidata a vicepresidenta republicana Sarah Palin, mentora del odioso Tea Party. Le (leer más)