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El club de la pelea

En su momento, poco antes del traspaso del poder en la Argentina, Hugo Chávez evaluó el pedido de un amigo, Carlos Menem: que le concediera asilo político a Lino Oviedo, de formación militar como él, de deformación golpista como él, de cuna humilde como él, de horizontes amplios como él. Sin límites, siempre en la cornisa, como él. Muchos rasgos en común. Demasiados. Sobre todo, para un presidente de lengua filosa y léxico necrofílico que estaba embarcado hasta el cuello en una empresa tan delicada como echar la última palada sobre las tumbas de los partidos tradicionales, la Acción Democrática, socialdemócrata, y el Copei, socialcristiano. Son las víctimas, ahora, del monstruo que ellos mismos crearon, al estilo Frankenstein, con cuatro décadas de desgobierno y de corrupción. De ahí que Chávez, pendiente de la reforma constitucional que coronó el miércoles con su victoria abrumadora en un referéndum en el que participó menos de la mitad de la gente, no podía hacerse cargo de un par en desgracia, prófugo de la justica de su país, con el (leer más)

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Dicen que estoy aburrido

O los votantes latinoamericanos están cansados y confundidos, como barrunta Jorge Castañeda, politólogo mexicano. O están desencantados con las políticas neoliberales de los últimos años, como convienen sus colegas James Petras, norteamericano, y Morris Morley, australiano. O, por qué disimularlo, están decididamente aburridos. Lo demostraron las elecciones recientes de la Argentina, México (las primarias del Partido Revolucionario Institucional) y Uruguay (en especial, la segunda vuelta). Quedará más marcado hoy en las presidenciales de Chile, en donde el síndrome Pinochet está vivo y enterrado, y en el plebiscito del miércoles por medio del cual Hugo Chávez pretende legitimar el comienzo de una era nueva (¿acaso imperial?) en Venezuela. La apatía no es mala. Debería ser la consecuencia normal de las sucesivas elecciones que hubo en la región desde el final de las dictaduras menos una, Cuba, aunque haya habido gobiernos democráticos, y los hay, con rasgos autoritarios, caso Alberto Fujimori en Perú. Pero existe en forma paralela un notable desgano entre la gente que Castañeda asocia con la falta de respuesta a las expectativas que han (leer más)

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Marcha de la bronca

Peter Drucker, teórico socioeconómico, reniega de las predicciones. Prefiere llamarlas amenazas. Como el gran debate que se planteará en las próximas dos décadas. Que, según dice, no será económico ni tecnológico, sino demográfico. Y pasará, en especial, por el empleo, o el desempleo, mientras sigue habiendo familias más numerosas (ergo, más nacimientos) en los países pobres, como Haití y Ruanda, que en los ricos, como los Estados Unidos y Alemania. La predicción de Drucker, o la amenaza, metió la cola en la Ronda del Milenio. O, su nombre oficial, la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Signada, en esta ocasión, por grupos defensores del medio ambiente y de los derechos humanos, entre otros rubros, que demoraron la inauguración y, en cierto modo, alteraron la agenda. No fue por los vidrios rotos mientras los policías posmodernos, vestidos como Robocop, procuraban serenarlos con gases lacrimógenos. Quedó como correlato de los incidentes que en una ciudad bajo toque de queda comenzó a discutirse una mayor apertura de los mercados mundiales. Es decir, el rigor y la (leer más)

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Sombras de la China

Quien gana el combate es fuerte; quien evita el combate, y gana, es poderoso. Sabiduría china. Resumida en una cita de Sun Tzu, autor de El Arte de la Guerra: “Hacer rendir al enemigo sin luchar es la cima de la perfección”. China aún no hizo rendir al enemigo sin luchar ni, muchos menos, alcanzó la cima de la perfección, pero cobró altura de águila con el histórico acuerdo comercial que rubricó con los Estados Unidos. Es algo más que un pacto por el cual se compromete a reducir aranceles y permitir la radicación de empresas de telecomunicaciones y de servicios financieros en sus dominios. Es algo más, también, que el primer peldaño hacia la inscripción del último coloso comunista en el mayor club capitalista, la Organización Mundial de Comercio (OMC). Es un cambio de actitud. Que procura confirmar, a metros de la cima del siglo, el final de una era de absolutismos y de revoluciones. Un reguero de absolutismos (caso Rusia, caso China, principales exportadores) a cambio de otros absolutismos devino en democracias (en (leer más)

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Cumbres borrascosas

Jiang Zemin quería dar una buena impresión. La mejor posible. No fuera que Bill Clinton se llevara una postal distorsionada de China. País respetuoso de las libertades individuales, por cierto. Tanto que el régimen comunista, con tal de no incomodarlo en su primera visita, a mediados del año pasado, detuvo a algunos de los disidentes que intentaban plantearle un asunto tan superfluo como la apertura democrática. Una herida abierta, o una cuenta pendiente, desde la masacre de la plaza Tiananmen, en 1989. Es, más o menos, lo mismo que pretende Fidel Castro, en Cuba, durante la IX Cumbre Iberoamericana: tapar la realidad con un dedo. Es decir, que los disidentes no incomoden a los  mandatarios extranjeros con trivialidades, como la democracia, mientras pronuncian discursos que promueven bostezos y firman documentos que no leen sobre tópicos de tanta envergadura como el efecto de la globalización en la vida moderna. O, acaso, la importancia del agua en la navegación. A tal extremo puede llegar la farsa, en algunos casos, que Castro se comprometió hace unos años, en (leer más)

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Crisis de identidad

CIUDAD DE MEXICO.– Diez años después, el filósofo Steven Lukacs podría insistir con una pregunta: «What’s left?». Y, se aceptan apuestas, obtendría hoy respuestas tan dispares como el tamaño de los escombros que deparó el 9 de noviembre de 1989 la caída del Muro de Berlín. Es una pregunta con trampa. Con dos significados. «¿Qué queda?», uno de ellos. «¿Qué es izquierda?», el otro. Tiene doble intención, convengamos. Diez años después, sin embargo, doble sigue siendo la visión del mundo en los polos de poder, por más que sólo China, entre los grandes, pueda seguir llamándose a sí misma comunista a pesar de las reformas de tono capitalista que introdujo en su Constitución. Diez años después, de hecho, europeos y norteamericanos coinciden en encasillar políticos en izquierdas y derechas, superadas, en realidad, por las muertes súbitas de la  Guerra Fría y del imperio soviético como consecuencia del derrumbe del Muro. Será que la globalización tiende a simplificarlo todo. Pero simplifica tanto, a veces, que Fernando de la Rúa, más conservador que otra cosa, se ha (leer más)

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Cambio de hábitos

Pocas veces titubea Madeleine Albright, la secretaria de Estado norteamericana. En la tarde del 15 de agosto de 1997, a eso de las cinco, no tuvo más remedio. En sus mejillas se había acentuado el rubor. No por el verano de Washington, habitualmente impiadoso, ni por exceso de maquillaje. “¿Estamos seguros de que la traducción es la correcta?”, inquirió. La intérprete, conteniendo la risa, asintió. Jesús Esquivel, mexicano, periodista de la agencia Notimex, le había preguntado al canciller Guido Di Tella si la designación de la Argentina como aliada extra-NATO de los Estados Unidos iba a incrementar las relaciones carnales entre ambos países. “Relaciones carnales”, dijo. La sala de conferencias del Departamento de Estado estalló en carcajadas. Todos, menos Albright, parecían conocer la frase. “Ahora tenemos formas más técnicas de definir nuestras relaciones”, repuso Di Tella, el autor de la ocurrencia que terminó en marca registrada. A Albright le susurró al oído: “Después le explico”. Ella entendió de qué se trataba y, abanicándose con la mano, concluyó: “Es un día caluroso de agosto”. Aún no (leer más)

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Fallos y fallas

SANTIAGO, Chile.– Justicia lenta no es justicia, dicen. Peor aún si es tardía. Pero, a veces, por más tardía que sea no deja de ser oportuna. O, al menos, reparadora de heridas que el tiempo no  logra cicatrizar. Es la contradicción Pinochet. Una prueba piloto a dos voces en favor de los derechos humanos y, a la vez, en desmedro de las soberanías nacionales. Algo parecido ha sido Kosovo, en donde la alianza atlántica (OTAN) intervino sin permiso en defensa de la minoría acosada por los arrebatos nacionalistas de Slobodan Milosevic. También pudo ser Timor Oriental desde el momento en que Indonesia no respetó la independencia que votó su gente. Y puede ser Pakistán, con el arsenal nuclear que ha quedado bajo la cama de un general golpista de intenciones más integristas que íntegras, o Colombia, carcomida por el caos de guerrilla, narcotráfico y paramilitares. De temer todo. O acaso el temor sea consecuencia de una nueva concepción del rompecabezas mundial apenas una década después de la caída del Muro. Sólo queda un saldo: los (leer más)

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Cortocircuitos globales

Y, de pronto, como otra reencarnación de Hitler, aparece un tal Joerg Haider. Y el mundo, descorazonado, estalla en mil rechazos. Y busca los motivos por los cuales un filonazi, o nazi a secas, gana tanto con tan poco en las elecciones legislativas de Austria. Y concluye que su discurso contra la inmigración, presunta causa del desempleo en Europa, rinde más que la prédica de los partidos tradicionales. Y dale que va. No reparó en un pequeño detalle: Haider, ahora detonante de la amenaza de ruptura de las relaciones de Israel con Austria, apeló en su campaña a dilemas tan concretos como el aburrimiento que provoca el sistema, el nepotismo de los políticos, la falta de certeza sobre el beneficio que reportará a su país la adopción del euro como moneda común de la Unión Europea, y la necesidad de reducir la burocracia estatal y los impuestos. Renovó el nacionalismo. O el nacionalsocialismo, si se quiere, con el antisemitismo implícito como valor agregado. Es la misma retórica que emplearon en su momento otras derechas extremas, (leer más)

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Resignación y valor

Fidel Castro irá dentro de poco a Anillaco, según Carlos Menem. Supongamos que un juez norteamericano, por instancias de los representantes de origen cubano del Capitolio, Ileana Ros-Lethinen y Lincoln Díaz-Ballart, exiliados desde pequeños en Florida, pide su detención en la Argentina y su extradición a Washington por violación de los derechos humanos. ¿Cómo reaccionaríamos? Saddam Hussein, según Hugo Chávez, estará el año próximo en la cumbre petrolera que se hará en Caracas. Supongamos que un juez de cualquier país desarrollado pide su detención en Venezuela y su extradición a la ciudad que sea por idéntico motivo o por cosas peores. ¿Cómo reaccionaríamos? Un ex presidente argentino o uno en ejercicio, no necesariamente de facto, puede viajar en cualquier momento a Europa, por ejemplo. Supongamos que un juez francés pide su detención en España y su extradición a París por los crímenes del Proceso que han sido descafeinados por las leyes de obediencia debida y de punto final. Por complicidad, digamos. ¿Cómo reaccionaríamos? Seguramente, la pasión política, el ansia de revancha o el hambre (ya (leer más)

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Muerto en las vísperas

Todo el mundo sabe que Mario Ruiz Massieu se suicidó el miércoles, víspera del Día de la Independencia en su país, México, pero nadie sabe quién lo hizo. O por qué, más allá de que su hermana supiera que en la cabeza del ex subprocurador general de Justicia, llamado zar de la lucha antidrogas, rondaba la idea, siempre descabellada, de arrancarse la vida antes de terminar sus días en prisión por narcotráfico, enriquecimiento ilícito y lavado de dinero. Debía enfrentar 25 cargos por haber obtenido dinero a cambio de protección de los delincuentes a los que, se suponía, debía capturar. Ruiz Massieu, de 48 años, estaba vinculado con el extinto capo del cartel de Juárez, Amado Carrillo Fuentes, alias El Señor de los Cielos, y con los carteles del Golfo y de Tijuana. Presumía que iba a ser condenado a cadena perpétua por la corte de Houston, Texas. Estaba seguro, en realidad. De ahí, al parecer, el desenlace mientras cumplía arresto domiciliario en Palisades Park, Nueva Jersey. Cierra. No cierra, sin embargo, la causa de (leer más)

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Timoratos

La están pasando mal. Pésimo. Pero no reúnen las condiciones de Kosovo, con una etnia perseguida por un dictador con máscara de demócrata que se aisló del mundo, ni están en Europa. Les falta un Milosevic, con recomendación de captura internacional y recompensa por su cabeza, que amenace los intereses de las grandes potencias. El general Wiranto y la corte del caído Suharto no están a su altura. La diferencia entre Timor Oriental y Kosovo, según me explicaba un diplomático de las Naciones Unidas (ONU), radica en que el presidente de Indonesia, B. J. Habibie, a diferencia de Milosevic, no vedó la posibilidad de que la gente se pronunciara sobre el status de la isla ni cerró la puerta de su país frente a las narices del mundo. Ocho de cada diez personas se inclinaron por la independencia en el referendum del 30 de agosto. El dilema, ahora, es que que Habibie no puede impedir la barbarie que consuman a machetazos los paramilitares, indignados con el resultado. O no quiere. O no lo deja un (leer más)

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El oráculo de Chávez

CARACAS.– Cada tanto, según cuentan, Hugo Chávez echa mano de uno de esos libros que vocean los buhoneros (vendedores ambulantes) en los alrededores de la Plaza Bolívar. Es El Oráculo del Guerrero, ideal para la cartera de la dama o el bolsillo del caballero. Por el tamaño, no por el contenido. Su lectura no es necesariamente lineal. Dicen que Chávez, confiado en el azar, abre una página y, por ejemplo, lee: «Si combates en armonía con el Universo, no puedes sino vencer. Si combates porque es la única manera de recuperar el equilibrio perdido, no puedes sino vencer. Si combates porque has agotado todas las otras alternativas, no puedes sino vencer». Y, según sus íntimos, actúa en consecuencia. Es algo más que cultura oriental al servicio de su causa. Es el trasfondo de una retórica agresiva que aflora cada vez que se defiende con encono de enemigos agazapados. O de fantasmas. Habla el idioma de la gente. E interpreta su rencor. De ahí, su popularidad. El resentimiento de Chávez contra la Acción Democrática (AD), socialdemócrata, (leer más)

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La Revolución Mexicana

Dos mexicanos van a caballo. “¡Que viva Zapata!”, exclama uno de ellos. “¡Que viva!”, replica el otro. A las tres horas, el primero exclama de nuevo: “¡Que viva Zapata!”. El otro replica: “¡Que viva!”. Pasan tres horas más. “¡Que viva Zapata!”, insiste el primero. “¡Que viva, sí, pero no tan lejos!”, replica el otro. Lejos quedaba también la posibilidad de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) echara mano, después de siete décadas de hegemonía en el poder, de una regla tan elemental fuera de México como soslayar la designación a dedo del próximo candidato presidencial. Y ahí está, sin embargo, latente, con cuatro precandidatos en campaña para las elecciones abiertas, no sólo internas, del 7 de noviembre. Ninguno de ellos puede bajarse del caballo, por más que sólo dos, Roberto Madrazo, peleado con el presidente Ernesto Zedillo, y Francisco Labatida, ex funcionario gubernamental, se perfilen como favoritos. Es casi, casi la segunda Revolución Mexicana. Segundas partes nunca habrán sido buenas, pero la renovación que emprendió el PRI promete ser algo más que mero maquillaje democrático (leer más)

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Cabeza de ruso

Desde el miércoles, el último día del milenio que vivimos en peligro, Discépolo tiene más autoridad científica que Nostradamus: el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el 506 y en el 2000 también, pero, mientras tanto, sigue andando. Y los maquiavelos, como Boris Yeltsin, no reparan ni en los viernes 13 (a falta de un martes fatídico de igual signo) si deciden jugar el juego que mejor juegan, despachar primeros ministros en este caso, con tal de evitar sus propios eclipses. Eclipse que sombreará a Yeltsin, después de dos mandatos consecutivos que vedan un tercero, en las elecciones de julio del año próximo. Siempre y cuando se equivoque Mikhail Gorbachov en sus presagios. ¿Re-reelección al estilo latinoamericano? No precisamente. El mentor de la perestroika habló del impulso que cobraría la anexión de Bielorrusia a Rusia (en proporción, algo así como un grano de arena en el Caribe), en medio de la guerra santa que se desató con los rebeldes musulmanes en Daguestán y que se extendió a Chechenia o como correlato (leer más)