Política

Cabos sueltos, puras coincidencias

Casi al mismo tiempo murieron el fiscal argentino Nisman, en circunstancias sospechosas; un jefe de Hezbollah, hijo de uno de los presuntos responsables del atentado contra la AMIA, abatido por Israel, y el rey de Arabia Saudita, reverso de Irán en Medio Oriente, por causas naturales En coincidencia con el hallazgo del cadáver del fiscal argentino Alberto Nisman, en la madrugada del lunes 19 de enero de 2015, en su departamento de Buenos Aires, Israel liquidó al jefe del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbollah) en los Altos del Golán, Jihad Mughniyeh, apañado por Irán. Su padre, Imad Mughniyeh, muerto en Damasco, Siria, en un atentado atribuido al Mossad y la CIA, en 2008, había sido señalado por Nisman como uno de los responsables de la voladura de la mutual judía AMIA. También tenía una orden de captura, librada por Interpol, por el atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires, en 1992. Sobre el fiscal Nisman, fallecido de un balazo en la cabeza poco después de las marchas en Francia contra (leer más)

Política

La otra cara de la guerra

Los ataques informáticos contra gobiernos y compañías privadas, cada vez más frecuentes y preocupantes, entrañan el riesgo de una mayor intromisión estatal en la intimidad de las personas Antes de desembarcar en Irak, el Pentágono alertó a George W. Bush sobre la posibilidad de congelar las cuentas bancarias de Saddam Hussein en el exterior por medio de un sabotaje informático. Era un plan secreto. Los Estados Unidos podían ganar la guerra sin lanzar un solo misil. Hussein no iba tener dinero para pagarles a sus tropas ni para reponer suministros. El presidente norteamericano caviló un instante. El riesgo era la eventual réplica: un fenomenal ciberataque capaz de desatar una crisis financiera global. Ni su gobierno ni los de sus aliados estaban en condiciones de contrarrestar un golpe de esa magnitud. Lo desechó. Más de una década después, los atentados terroristas en Francia, cuyo gobierno se opuso entonces a la guerra contra Irak, desnudaron la otra cara de aquello que el papa Francisco insiste en llamar Tercera Guerra Mundial “por partes”. Lo hizo esta vez durante (leer más)

Cultura

Locos por el golf

Obama ama este deporte como Clinton y la mayoría de los mandatarios norteamericanos, pero, en su caso, las molestias que ocasiona cuando lo practica suelen convertirse en un bumerán político En China, Bill Clinton recibió como una bendición la pregunta de un tal Lee, oyente del programa Ciudadanos y sociedad, de la Radio Popular de Shanghai: “Un amigo y yo notamos que usted está envuelto en varias actividades y se lo ve saludable, con buena figura, señor presidente. ¿Qué deporte practicaba en la universidad y cómo hace para mantener la energía en su trabajo?”. Transcurría 1998. Era el momento más difícil de su presidencia, jaqueada por su relación con Monica Lewinsky. La oposición republicana amenazaba con someterlo a un impeachment (juicio político). Estábamos todos pendientes en ese viaje de un eventual resbalón en suelo enjabonado. El tal Lee permanecía a mi lado, fuera del estudio, expectante. Parecía bien entrenado con el micrófono. Clinton, del otro lado del vidrio, era el primer mandatario norteamericano que visitaba China tras la masacre de Tiananmen, en 1989. Debía lucirse (leer más)

Política

Mundo en guerra

Con aliados árabes, los Estados Unidos se han propuesto destruir al Estado Islámico, facción extremista que ha cometido atrocidades al apoderarse de territorios en Siria e Irak ¿Es la Tercera Guerra Mundial “por partes”, azuzada por intereses espurios como la codicia y permitida por la indiferencia? La definió de ese modo el papa Francisco durante una visita a los cementerios de Fogliano Redipuglia, al norte de Italia. Allí yacen miles de caídos durante la Primera Guerra Mundial, de la cual se cumple un siglo. Las partes, de ser corroborada la hipótesis del Santo Padre, se engarzan con afanes extremistas, nacionalistas e imperialistas, no exentos de atrocidades, en Siria, Irak, Libia, Gaza, Afganistán, Sudán del Sur, la República Centroafricana, Mali, Somalia y Ucrania. Son diez conflictos simultáneos, anudados entre sí. Los Estados Unidos armaron ahora una coalición de treinta países para destruir al Estado Islámico (EI). Esa banda terrorista, desmarcada de Al-Qaeda, se ha apoderado de vastos territorios en Siria e Irak y ha herido las pupilas de la humanidad con las decapitaciones de dos periodistas (leer más)

Política

Pegar donde más duele

El Estado Islámico se vale de las técnicas de comunicación más modernas para amenazar sin escrúpulos a aquellos que no acepten su demencial interpretación del islam El Estado Islámico (EI) martilla donde más duele. La espeluznante decapitación del periodista Steven Sotloff, difundida por las redes sociales con más prudencia y respeto que la de su colega James Foley, retrotrajo a los norteamericanos a 1993. Entonces, la imagen del cadáver desmembrado de un soldado arrastrado por las calles de Mogadiscio, Somalia, llevó a demócratas y republicanos a jurar que nunca más iba a comandar sus tropas “un Boutros Boutros-Ghali”, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El helicóptero de los cascos azules había sido derribado por los rebeldes del general Mohamed Farah Aidid, luego presidente. Bill Clinton ordenó la vuelta a casa de los suyos. Somalia, desahuciada por la comunidad internacional, continuó desangrándose por el integrismo, la piratería y los señores de la guerra. Aquella derrota de los Estados Unidos, comparada una y mil veces con la sufrida en Vietnam, impidió que movieran (leer más)

Política

El revés de la trama

El grupo radical Estado Islámico ha logrado lo impensable: unir en su contra a Siria e Irán con los Estados Unidos y la Unión Europea Irán, cuyo anterior presidente se empeñaba en desarrollar su programa nuclear y en proclamar que iba a “borrar del mapa a Israel”, ha sido el primer gobierno en enviarles armas a las fuerzas kurdas (peshmerga) para repeler al grupo radical Estado Islámico (EI) en Irak. En la misma dirección, el dictador sirio Bashar al Assad, en cuyo territorio la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha documentado la muerte de 191.369 personas en más de tres años de guerra civil, permite que aviones y drones de los Estados Unidos sobrevuelen su espacio aéreo para establecer las posiciones del EI mientras se arma una coalición para bombardearlo. ¿Es el mundo al revés? Estos gestos circunstanciales, impensables hace poco, coinciden con el cese de hostilidades entre Israel y Hamas. En 50 días de ofensiva contra la Franja de Gaza, nuevamente convertida en escombros, murieron casi 2.200 palestinos y 64 militares y cinco (leer más)

Economía

Todos somos iguales, pero algunos son más iguales que nosotros

En enero de 2001, la primera ministra de Nueva Zelanda, Helen Clark, escaló el Aconcagua con su marido, Peter. Alcanzó la cima. Era un poco excéntrica. La conocí en octubre de ese año en Auckland. Conducía su propio coche. Arribó sola, sin custodios ni asistentes, al comité del Partido Laborista. Sobre el escritorio apoyó un bolso que, por sus jorobas, parecía repleto de esas cosas de las cuales las mujeres no pueden prescindir. No todas las mujeres, en realidad. Mary McAleese, presidenta de Irlanda, me confesó que, en lugar de un bolso, prefería “llevar solamente” a su marido: “Martin carga el dinero, las llaves y todo eso”. Martin asintió con una sonrisa cómplice.

Sociedad

Todos contra uno

Con un contexto desfavorable por la alarmante brecha entre ricos y pobres, Obama anunció un aumento del salario mínimo para acercarse a la clase media Sancho Panza observaba en el siglo XV que en el mundo había dos linajes, “el tener y el no tener”. Seis siglos después, 85 personas tienen tanto dinero como 3.570 millones, poco más de la mitad de la humanidad. Ese uno por ciento, como supo redondearlo el movimiento de indignados norteamericanos Occupy Wall Street, supone una amenaza para el sistema político y el económico. Sólo en los Estados Unidos, ese segmento ha concentrado desde 2008, cuando estalló la crisis, el 95 por ciento del crecimiento. El problema persiste: es la desigualdad, más allá de la preocupación que provoca la pobreza. Del contexto no escapa ningún país. Menos aún los Estados Unidos, aunque hayan procurado alejarse de la responsabilidad mundial que asumieron después del derrumbe de la Unión Soviética. En ello radica la importancia de cada discurso sobre el Estado de la Unión, balance y perspectivas anuales de los presidentes norteamericanos (leer más)

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Política

Clubes de presidentes

Todos los presidentes vivos de los Estados Unidos asistieron a la inauguración de la biblioteca de George W. Bush en Dallas, Texas. La impactante imagen de los Bush, republicanos, con Barack Obama, Bill Clinton y Jimmy Carter, demócratas, a la misma hora y en el mismo sitio, es inusual en otras latitudes, acaso como el virtual epígrafe: la presidencia está más allá de las diferencias políticas. En América latina, Evo Morales reunió a la mayoría de los presidentes bolivianos pretéritos con el fin de reclamar a Chile la salida al mar; el de Uruguay, José Mujica, estuvo con sus predecesores al cumplirse 25 años del retorno de la democracia en la sede del opositor Partido Colorado, y no mucho más. Ese trato frío y despectivo hacia los presidentes anteriores, causantes de casi todos los males contemporáneos y algunos más, se vio reflejado en la jura de los nuevos senadores argentinos en 2005. El entonces presidente, Néstor Kirchner, evitó saludar a uno de ellos, el ex presidente Carlos Menem, enrolado en el mismo partido aunque militaran (leer más)

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Política

EE.UU. y Venezuela, siempre al límite

En la campaña, Nicolás Maduro no se apartó un ápice del discurso de su mentor contra los Estados Unidos. Era natural, en términos políticos, que el presidente encargado respondiera de ese modo a las expectativas de la clientela electoral que heredó. La cuerda bilateral, siempre tirante, se tensó aún más cinco días antes del anuncio de la muerte de Hugo Chávez: el 5 de marzo, Venezuela expulsó a dos miembros de la agregaduría aérea de la embajada norteamericana por «proponer proyectos desestabilizadores» a los militares venezolanos. En reciprocidad, el gobierno de Barack Obama despachó de Washington a dos diplomáticos venezolanos. La retórica incendiaria del chavismo nunca afectó su mayor fuente de ingresos: la venta de petróleo a los Estados Unidos, pagada en dólares a precio de mercado. Si bien hubo un ligero descenso en las importaciones en 2012, Venezuela es su tercer proveedor, después de Canadá y Arabia Saudita, con 32 millones de barriles mensuales. Más de un millón por día, digamos. La relación diplomática, reducida a encargados de negocios en 2010, reparada tímidamente el (leer más)

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Sociedad

Otros tiempos, otros hispanos

Once millones son los inmigrantes que viven sin la debida autorización en los Estados Unidos. Es más o menos la población total de Cuba, Bolivia o Palestina. La cifra surge de la información del censo y de otras encuestas gubernamentales. El Departamento de Seguridad Nacional decía en enero de 2011 que eran 11,5 millones de personas. El Centro Hispano Pew, organización no partidaria dedicada a investigaciones, arriesgaba 11,1 millones en marzo de ese año. Sean más o menos, la cantidad refleja un déficit legal que, como pocas veces, está en vías de ser reparado por un grupo de senadores demócratas y republicanos. En la reforma migratoria que proponga ese grupo, después de haber desechado su propio proyecto, cifra Barack Obama la posibilidad de mostrar su interés en cooperar con América latina y el Caribe. Es difícil que se haga realidad antes del verano boreal, pero, mientras viaja a México y Costa Rica en plan de acercamiento, el mero trámite sirve para atenuar las críticas por las deportaciones masivas durante su primer período, superiores a las (leer más)

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Política

Candidatos en sale

Me informa Rufus Gifford, director nacional de finanzas de la campaña Obama for America, que Mitt Romney tenía a comienzos de este mes 34 millones de dólares más que los demócratas y que, en una semana, gastó 57 millones en avisos televisivos “en contra de nosotros”. En el mismo correo electrónico, tras revisar sus registros, me reprocha no haber soltado un solo dólar en el año. Cierto. Para reparar mi error antes de que sea demasiado tarde, me ofrece donar cinco dólares mientras Barack y Michelle, identificados con sus nombres de pila, me piden en otros correos electrónicos que les transfiera esa cantidad o más. Cuanto más, mejor. Desde las antípodas, Romney me confiesa: “Amigo, me postulo para presidente porque quiero ayudar a crear un futuro más brillante y recuperar la fuerza de nuestra nación”. Es la introducción para invitarme a un mitin en Florida del senador Marco Rubio, el primero en la historia de origen cubano. Si dono cinco dólares, procura convencerme, puedo participar de un sorteo para asistir con alguien más a esa (leer más)

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Política

Obama, Romney y los Pieles Rojas

Créase o no, el resultado de 17 de las últimas 18 presidenciales de los Estados Unidos ha estado sujeto a la suerte de los Redskins (Pieles Rojas), equipo de fútbol americano de la ciudad de Washington. La Redskins Rule (Regla Redskins) rige desde 1937, cuando el club se trasladó de Boston a la capital del país. Parece infalible, sobre todo para los apostadores. De ganar los Redskins el domingo previo a las elecciones en condición de locales, gana el martes siguiente el candidato por el partido del presidente o, si lleva cuatro años de gobierno, resulta relegido. De perder, paciencia, gana el candidato por la oposición. La curiosa tradición comenzó en 1940 con la segunda relección de Franklin Delano Roosevelt, demócrata, frente a Wendell Willkie. Los Redskins les habían ganado dos días antes a los Pittsburgh Steelers por 37 a 10. En 2008, las últimas presidenciales, los Redskins cayeron frente al mismo rival, los Pittsburgh Steelers, por 23 a 6. Como presunta consecuencia de ello, o por demasiada coincidencia, el candidato opositor, Barack Obama, derrotó (leer más)

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Política

Brotes de nostalgia

De pronto, Mitt Romney se ufana de su “convicción y pasión arrolladoras” y dice, convencido, que el siglo XXI se perfila como el punto de inflexión en el cual “el mundo libre lidere el mundo entero”. Pierde el tiempo, como cuando intenta vanamente abrir la ventanilla del avión. Quizás algunos norteamericanos se sientan identificados con sus palabras, pero otros, algo más del 47 por ciento (en su léxico, aprovechados «que creen que el gobierno tiene la responsabilidad de cuidarlos»), se preguntan si estará dirigiéndose al electorado de China o de la India, con mayores posibilidades que los alicaídos Estados Unidos de meter baza en este mundo multipolar. No es un problema de Romney, serio rival de George W. Bush en la disputa por el récord de disparates por minuto. Hasta Barack Obama se despachó con una expresión de decibeles parecidos, acaso creyéndose Bill Clinton en los noventa: “Si alguien trata de decirles que nuestra grandeza quedó atrás, que los Estados Unidos están en decadencia, díganles: igual que el siglo XX, el siglo XXI será otro (leer más)

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Política

Una campaña insalubre

En 1995, la madre de Barack Obama murió de cáncer después de lidiar con la aseguradora por el pago de sus medicamentos. Tenía 53 años. El presidente de los Estados Unidos lo recordó cuando firmó, con 20 bolígrafos diferentes, su ley más preciada y cuestionada: la reforma del sistema de salud. Cada promotor de la reforma recibió uno de esos bolígrafos, incluido Marcellas Owens, pequeño de 11 años que perdió casi en las mismas circunstancias a su madre, dejada a la buena de Dios por la compañía que, en principio, debía velar por su vida. Si gana las presidenciales, Mitt Romney se propone vetarla, por más que el vilipendiado plan de Obama, llamado Obamacare, se parezca al que impulsó cuando era gobernador de Massachusetts. Mucho pesa en esa decisión la elección de su ladero, el candidato a vicepresidente Paul Ryan, representante por Wisconsin y miembro del Tea Party. Los republicanos prometen mantener sin cambios el programa para los mayores de 55 años y lanzar una opción de bonos para los menores, pero, según Obama, “no (leer más)