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Política

El tiempo ya no está a favor de los pequeños

Powell hizo una distinción poco sutil entre los países de América latina que apoyaron la guerra y los que la rechazaron Alguno que otro espíritu sensible, o nostálgico, habrá advertido la magra mención de la Argentina en el discurso del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, durante la conferencia anual del Consejo de las Américas. Salvo para referirse a «las dificultades diarias de los argentinos». O para abogar, el día después de las elecciones, por «la esperanza de que el nuevo gobierno, cuando sea elegido e instalado, pueda llevar adelante a esa gran nación». Mensajes de circunstancia, no más. Coincidentes con los buenos augurios para Paraguay, recurrente en elegir, y en reelegir, también en la víspera, al Partido Colorado. Una rutina desde 1947. No entró esta vez la Argentina, o su gobierno, en el reparto de agradecimientos «por su valiente postura en pro de lo que es correcto, lo que es necesario y lo que es justo». Música para oídos menemistas hubiera sido. Lo correcto, lo necesario y lo justo, según Powell, era apoyar a (leer más)

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Sociedad

Relato de un náufrago

La decisión de Duhalde de abstenerse, después de haber condenado a Castro, es otro valioso aporte a la confusión general Tres náufragos habían decidido la suerte de otro náufrago en una isla del Atlántico. La canciller española, Ana Palacio, desgranaba con su par argentino, Carlos Ruckauf, en Nueva York, aspectos de la cumbre entre Bush, Blair y Aznar en las Azores mientras, en Buenos Aires, el embajador británico, Robin Christopher, sondeaba al subsecretario de Política Exterior, Fernando Petrella, sobre el virtual apoyo político del gobierno de Duhalde a la coalición. El fracaso del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas era tan inminente como el comienzo de la guerra. En el revuelo, o aprovechándose de él, otro náufrago, Fidel Castro, decidía la suerte de 75 náufragos (disidentes y defensores de los derechos humanos) en otra isla del Atlántico, imponiéndoles penas de hasta 28 años de prisión por conspirar con el jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, James Cason. Era la guerra dentro de la guerra mientras Bush estaba (leer más)

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Política

Solteros contra casados

Mientras Bush no tolera que le lleven la contraria, Chirac insiste en ver el organismo como un parlamento global Nada que envidiarle a Paul O’Neill, el primer secretario del Tesoro del gobierno de George W. Bush, cuando prometía gratuitamente no dilapidar el dinero de los carpinteros y de los plomeros norteamericanos en una causa perdida. Es decir, en la Argentina, mal que nos pesara. Nada que envidiarle o, peor aún, nada que reprocharle a Donald Rumsfeld, el jefe del Pentágono, en su particular, o brutal, cruzada en busca de botas, y de votos, en el Consejo de Seguridad de Organización de las Naciones Unidas (ONU), con tal de aplastar al régimen de Saddam Hussein… “y después veremos”. Nada que envidiarle a O’Neill y nada que reprocharle a Rumsfeld. Intérpretes, desde áreas diferentes, del discurso de Bush. Lapidario, habitualmente. Hostil hacia Washington, desde Texas, y hostil hacia el mundo, desde Washington. No casado con nadie. Ni con sus aliados aparentes, como Tony Blair, reducido a migajas su respaldo a la guerra, por más que pague un (leer más)

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Política

Por la izquierda a mano derecha

Entre los vaivenes de la resistencia y la aceptación de algunas pautas ha surgido la réplica al modelo dentro del modelo Todo chévere, salió diciendo Chávez de su reunión con Lula. No tan chévere, chico. El desayuno a punto estuvo de convertirse en la merienda por una demora de casi una hora que alteró la agenda, y los nervios, del nuevo presidente de Brasil mientras otros visitantes, como el primer ministro de Suecia, Goran Persson, y el heredero del trono de España, Felipe de Borbón, procuraban descifrar las causas de la enigmática, y frecuente, impuntualidad latinoamericana. En la sala de espera, como si tuvieran turno con el dentista. El plantón de Chávez en el Palacio de Planalto tuvo un motivo: había estado departiendo hasta las cuatro de la mañana con Fidel Castro, amigo y aliado de la causa. De la causa de ellos, en realidad, cada vez más huérfanos de imitadores, o de seguidores, en una región que no ve en sus gobiernos mejores resultados que en otros de signo opuesto. Diametralmente opuesto, en algunos (leer más)

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Política

Cuesta abajo en la rodada

Pudo con los partidos tradicionales de Venezuela, pero, después, no pudo consigo mismo ni con el yugo de su palabra Tez oscura, sonrisa blanca, Chávez quiso marcar la diferencia desde el comienzo. Sin máscaras, a diferencia de Marcos, ni fusiles, a diferencia de Tirofijo. Con trajes de corte italiano, como el último Fidel, y discursos de tono agresivo, como el primer Fujimori, atribuyendo a factores tan superficiales, y triviales, como su aspecto mestizo y su origen periférico las causas del rechazo de la oposición venezolana. Tan mestizo y periférico, quizá, como Toledo, su posterior par peruano, pero, a diferencia de él, sin formación en Stanford ni entrenamiento en el Banco Mundial, sino en los cuarteles. Vozarrón en cuello, ceño fruncido, ese Chávez, el outsider mediático, con programas de radio y de televisión propios, así como un periódico, era un paracaidista en el balcón de Miraflores. El balcón del pueblo, como supo llamarlo, que, cual nariz, hizo construir Carlos Andrés Pérez para su amante, según él. Un símbolo de la corrupción en América latina, recurrente la (leer más)

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Política

Estados unidos contra los Estados Unidos

En la mayoría de los 44 países relevados para un sondeo, la gente mostró antipatía hacia la actitud belicosa de Bush Mejor idea, o peor gusto, no pudo tener: quería llamar a su hijo, recién nacido, Osama ben Laden. Con todas las letras. ¿Qué culpa tenía el bebé? El padre, de origen turco, residente en Alemania, insistió. En vano procuró llegar a las últimas consecuencias, convencido de que el terrorista más buscado del planeta y alrededores era un buen ejemplo para su pueblo y para su cultura. Un gran hombre, decía. Un dechado de virtudes. Como Hitler, replicó la oficina del Registro Civil de Colonia, renuente inscribirlo con un nombre tan provocador. Rara anécdota. Como el fervor, al borde del absurdo, de Mehmet Cengiz, padre primerizo, 30 años, camionero, por una causa tan poco edificante como el terrorismo. O por la causa de un terrorista en especial. Sólo dejó en claro con su anhelo frustrado que no iba a tolerar que, en lugar de Osama ben Laden, como pretendía, su hijo se llamara George ni, (leer más)

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Política

Y, de pronto, nos levantamos con el pie izquierdo

Bush sigue sintonizando otro canal mientras el patio trasero reacciona en contra de una guerra que no cree propia Otra vez George W. Bush ha fallado en sus cálculos. O ha confiado demasiado en sí mismo: creyó que iba ser fácil obtener el respaldo de Vicente Fox, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para la resolución contra Irak. Pero no. México, con más cautela que osadía, ha optado por la fórmula, o la posición, de Francia: autorizar el uso de la fuerza sólo si el régimen de Saddam Hussein no cumple con su promesa de permitir el ingreso de los inspectores de armas en los palacios de Bagdad. En otro contexto, la respuesta de Fox en Los Cabos, México, durante la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), pudo haber sido una réplica individual, más allá del efecto dominó en la región, ante la falta de apoyo de Bush para solucionar su problema más acuciante como vecino inmediato: la inmigración ilegal de mexicanos en los Estados Unidos. En el actual contexto, con la (leer más)

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Política

Todo tarda más de lo que crees

Muchos ven en la victoria de Lula en la primera vuelta de las elecciones una cuña entre el neoliberalismo y el estatismo En Dios confiamos (In God we trust, como rezan los dólares), y que los otros paguen en efectivo. Los otros, sin embargo, han asimilado la potencial, o casi, victoria de Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil como una ráfaga de aire fresco. O una fórmula: todo candidato que critica el consenso de Washington,  modelo común de democracia, libre comercio y privatizaciones de compañías públicas que rige los destinos de América latina menos Cuba desde comienzos de los 90, está más cerca de ganar elecciones que aquel que insiste en prodigar loas a la llamada política neoliberal, despreciada, y depreciada, en un principio por Hugo Chávez y, antes, por Fidel Castro. Un militar golpista, uno; un dictador oxidado, el otro. Que, lejos de la versión light de Lula diseñada y esculpida con fines proselitistas por Duda Mendonça, han radicalizado sus discursos, endureciéndolos. Al punto de tensar las cuerdas de la democracia, uno, Chávez, (leer más)

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Política

Un poco de insatisfacción

La inclinación de los brasileños hacia el líder antisistema refleja, en cierto modo, el descontento regional con el modelo Somos como somos: demócratas insatisfechos, define Marta Lagos, directora de Latinobarómetro, sorprendida con el consenso negativo en la Argentina. Y estamos como estamos: insatisfechos con la democracia. Mucho más que América latina en su conjunto: nueve de cada 10, contra seis de cada 10 en otros 16 países, desaprobamos, o estamos insatisfechos, con la democracia, pero, a la vez, el 65 por ciento, contra el 56 por ciento en el resto, opta por ella frente a otra alternativa de gobierno. O aventura autoritaria, caracterizada por la mano dura y por la obediencia indebida como en años no tan pretéritos, mientras, presas y presos de la crisis, desconfiamos más que ninguno. De los partidos políticos. Del gobierno de Duhalde. De los bancos. Del Congreso. De la Justicia. De las municipalidades. De las compañías privadas. En ese orden; en este desorden. Desconfiamos hasta de nosotros mismos. Vacilación, tendencia en el fondo, que no comenzó en 2001, con la (leer más)

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Política

Se me olvidó otra vez

La distancia de los Estados Unidos con México ha sido el reflejo de una relación más dura con la región en general Eran cuates. Amigos, en mexicano básico. Cuates, o amigos, ligados por rasgos e intereses comunes, más allá de diferencias puntuales en asuntos puntuales. Hasta que la gota desbordó el vaso: George W. Bush desoyó los pedidos de clemencia de Vicente Fox para su compatriota Javier Suárez Medina, ejecutado el 14 de agosto en Texas por el asesinato de un oficial antinarcóticos de Dallas. Otro pedido soslayado, digamos. Uno más entre los 150 que formaron la llamada fila de la muerte, prólogo de la inyección letal, mientras Bush era gobernador del Estado. Sordo, entonces, a los reclamos del Papa. Sordo, ahora, a los reclamos de Fox. Quien, indignado por la decisión de su cuate de no mediar ante los tribunales, suspendió una visita al rancho de Crawford, Texas. Señal de enojo ante el cerrojo. Rubricó, en cierto modo, la presunción general de sus pares de América latina sobre la muralla levantada desde el 11 (leer más)

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Política

Cosecharás tu siembra

Están todos de acuerdo con los diagnósticos, pero como sucede en las crisis económicas, las soluciones parecen panaceas EN órbita desde 1977, las naves Voyager I y II portan varios mensajes. Alguno que otro, medio confuso. Ambiguo, en apariencia. «Amigos del espacio –dice uno de ellos–. ¿Cómo están? ¿Han comido ya? Si tienen tiempo, vengan a visitarnos.» Vengan, muchachos, pero, consejo sano, no olviden traer el sustento de los racionales: la vianda. En este cascote desprendido del Big Mac (perdón, del Big Bang) hay alimentos más que suficientes para todos, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero 18 de cada 100 terrícolas padecen hambre. Condición, o debilidad, tan humana como el miedo. Definida, o resumida, en las estadísticas hechas al calor del asfalto de Manhattan como aquellos cuyos ingresos provienen de sus cultivos. Si no rinden, no pueden comprar alimentos producidos por otros, deducen. Baja la productividad agrícola, como consecuencia del deterioro del suelo, e invaden bosques, pastizales y humedades, provocando, por necesidad y urgencia, una mayor degradación del medio ambiente en forma (leer más)

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Política

Haz lo que digo, no lo que hago

Casi sin inhibiciones, los Estados Unidos imponen condiciones frente a instancias capaces de perjudicar sus intereses DESPUES del 11 de septiembre, George W. Bush preguntó: “¿Por qué nos odian?” No obtuvo más respuesta que el silencio. Piadoso, en algunos casos. Prudente, en otros. Fraguado, como los escombros de las Torres Gemelas, en rencores, y en reproches, soslayados por las circunstancias. No era momento, ni lugar, para meter baza en la razón, si pudo existir, del atropello contra la razón. Unánime el silencio, pues, frente al duelo de un pueblo laborioso, devoto, optimista, más propenso a la ingenuidad que a la ironía y menos inquieto por el mundo exterior que por la vida extraterrestre. Convencido del mérito de haber nacido, y crecido, en el país más grande, más civilizado, más justo, más democrático y más poderoso del universo y alrededores. Invulnerable, hasta aquella mañana, creía el norteamericano medio que era su país. Más concentrado en los asuntos del condado que en los asuntos estatales y federales. Menos sensible al proteccionismo del acero, los subsidios a la (leer más)

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Política

En el comienzo era el fuego

La mano dura prometida, avalada por Bush, es la réplica de los cuatro años que invirtió Pastrana en el vano proceso de paz Terroristas, lo que se dice terroristas, eran los criminales del 11 de septiembre. Los suicidas de Al Qaeda. Capaces de montar un plan siniestro, cual virus, con tal de esparcir el pánico, cual plaga, en los Estados Unidos. ¿Lo son también los guerrilleros de las FARC, impiadosos durante la asunción de Alvaro Uribe, el miércoles, dejando un tendal de muertos y de heridos con atentados espantosos en el corazón de Bogotá? En la duda radica, precisamente, la razón por la que el conflicto, a pesar de estar ligado íntimamente al narcotráfico, no despierta más que juicios diversos, o más dudas, en el gobierno de George W. Bush. Más allá de los lazos de las FARC con organizaciones de calibre parecido, como el IRA, según el Capitolio. Más allá de los secuestros y de los homicidios de norteamericanos en Colombia. Más allá de los ataques contra intereses de idéntico origen; oleoductos, entre ellos. (leer más)

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Política

Sonríe, mañana será peor

El 11 de septiembre y los colapsos financieros han acentuado el escepticismo de la gente y el descrédito de los políticos Era una mañana de invierno. Fría, ventosa. Alejandro Magno, o El Grande, marchaba rumbo a la India; iba a conquistar el mundo, decía. En el itsmo de Corinto se topó con Diógenes, el filósofo. Quedó  deslumbrado, viéndolo tumbado, irreverente frente al poder y la gloria. Lo llamó señor, trato que no dispensaba a nadie. Y quiso saber si podía hacer algo por él. Muy poco, obtuvo como respuesta, que te apartes del sol. Si Alejandro fuera un político contemporáneo, la gente proferiría, tal vez, el desplante de Diógenes: que se aparte del sol. Que se vaya Chávez, en Venezuela. Que se vaya Toledo, en Perú. Que se vayan los defensores de los inmigrantes, en Europa. Que se vayan Arafat y Sharon, en Medio Oriente. Que se vayan los cómplices de los estafadores, en los Estados Unidos. Que se vayan todos, en la Argentina. La ola de escepticismo, corregida y aumentada por los atentados terroristas (leer más)

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Política

El dinosaurio todavía estaba allí

Los mexicanos esperan que la bisagra de la historia que impuso la derrota del PRI, tras 71 años en el poder, se haga realidad Al dinosaurio le han cambiado el nombre: unicornio, Mario Vargas Llosa; cocodrilo, Carlos Fuentes; dragón, otros; hipopótamo, otros; rinoceronte, otros. Un bestiario completo. O un zoológico. Pero el dinosaurio no es más que el dinosaurio. El dinosaurio de Augusto Monterroso. Y el cuento de él, uno de los más breves de la historia, dice: “Cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. ¿Estaba todavía allí el dinosaurio, o el Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuando México se despertó el 3 de julio de 2000, a la mañana siguiente de la victoria de Vicente Fox en las elecciones? Seguro. El prinosaurio, o el prigobierno, todavía estaba allí. Difícil deshacerse de él en un santiamén. Sobre todo, después de 71 años en los cuales partido, gobierno y Estado, confundidos con los colores de la bandera, han sido una trilogía indivisible. La dictadura perfecta, según Vargas Llosa. Resguardo, a su vez, de los quiebres usuales (leer más)