
Relato de un náufrago
La decisión de Duhalde de abstenerse, después de haber condenado a Castro, es otro valioso aporte a la confusión general Tres náufragos habían decidido la suerte de otro náufrago en una isla del Atlántico. La canciller española, Ana Palacio, desgranaba con su par argentino, Carlos Ruckauf, en Nueva York, aspectos de la cumbre entre Bush, Blair y Aznar en las Azores mientras, en Buenos Aires, el embajador británico, Robin Christopher, sondeaba al subsecretario de Política Exterior, Fernando Petrella, sobre el virtual apoyo político del gobierno de Duhalde a la coalición. El fracaso del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas era tan inminente como el comienzo de la guerra. En el revuelo, o aprovechándose de él, otro náufrago, Fidel Castro, decidía la suerte de 75 náufragos (disidentes y defensores de los derechos humanos) en otra isla del Atlántico, imponiéndoles penas de hasta 28 años de prisión por conspirar con el jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, James Cason. Era la guerra dentro de la guerra mientras Bush estaba (leer más)