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Operación triunfo

En el mundo, cuatro de cada cinco ciudadanos votarían por Barack Obama SHANGHAI.– En Silicon Valley crearon un videojuego que, como martilla la promoción, “se adelantó a su tiempo”. Se llama Crysis y es, según Yahoo!, “uno de los más importantes, esperados y anhelados en el mundillo de los videojuegos”. También era esperada, aunque no anhelada, la otra crisis, la real. Era esperada, pero no tan pronto. Barack Obama y John McCain no tenían previsto vérselas con ella en el final de la campaña ni sentirse obligados a cabildear contra sus principios por la sanción del plan de rescate de los bancos en aprietos. Estaban preparados para discrepar sobre Irak, Afganistán, la salud, la educación y la economía en general, no sobre la crisis en particular. Menos aún para defender un proyecto de George W. Bush. La crisis no es como Crysis. En el videojuego, un soldado del Comando Delta, Jake Dunn, se propone liberar a científicos secuestrados en una isla por crueles militares norcoreanos que responden a las órdenes del temerario general Kyong. Superada (leer más)

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El fin de la historia

El inminente ascenso de China provoca algunos recelos a Obama y a McCain PEKÍN. – En Chengdu, China, un individuo pagó 270.000 dólares por el número de teléfono 8888-8888. En Hangzhou, también China, otro pagó 130.000 dólares por la chapa patente de su coche, número A-88888. La creencia de los chinos en el número ocho, sinónimo de prosperidad y fortuna, llevó a sus autoridades a redondear en ocho la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos: el día 8 del mes 8 (agosto) del año 8 (2008), a las 8 de la noche, 2008 estudiantes de artes marciales interpretaron con precisión milimétrica meneos de raíz milenaria. No sólo primó el azar, sino, también, el simbolismo: George W. Bush saludó de lejos al presidente Hu Jintao, sentado (¿ocho?) escalones arriba en el estadio Nido de Pájaro. En ese momento, mientras Bush agitaba la mano, el primer ministro ruso, Vladimir Putin, parecía decirle al oído que no había sido una buena idea alentar al presidente de Georgia, Mikhail Saakashvili, a aventurarse en la provincia de Osetia del Sur, (leer más)

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Si algo puede ir mal, irá mal

Mientras unos festejan y otros deploran el desenlace de la crisis, ésta sigue siendo de pronóstico reservado “Es el fin del capitalismo”, concluyó Mahmoud Ahmadinejad. Lo celebró Hugo Chávez: “Está crujiendo esa arquitectura financiera que consideró al mundo un casino”. Les dio letra, desde las antípodas, Nicolas Sarkozy: “La autorregulación para resolver todos los problemas se terminó; le laissez faire, c’est fini”. De ser el fin del capitalismo, los mandatarios de Irán, Venezuela, Francia y otros, así como los candidatos presidenciales norteamericanos, deberían poner en remojo sus barbas, sus convicciones y sus propósitos. Ninguno de ellos, avisados de la crisis, contempla en sus presupuestos un Estado fuerte en desmedro de un mercado débil, por más que el colapso de Wall Street clausure un ciclo histórico. Desde los regímenes comunistas, como el chino, el norcoreano y el cubano, hasta los teocráticos, como el iraní, preservan espacios para el mercado. Gobiernos de otra naturaleza, como el norteamericano y la mayoría de los europeos, latinoamericanos y asiáticos, preservan espacios para el Estado. Sin una acción conjunta de ambos, (leer más)

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Plegarias atendidas

El mayor rescate financiero de la historia puso a prueba el liderazgo político Sobre su escritorio, en el Salón Oval, Harry Truman tenía un letrero que decía: “The buck stops here! (del slang, ¡la bola se detiene aquí!)”. Era una forma de poner un límite a los debates y, más allá del resultado, asumir la responsabilidad de sus actos. Le pagaban para eso: para tomar decisiones y, con ellas, arriesgar su capital político. Comparte con Richard Nixon el deshonor de haber sido uno de los presidentes más impopulares de la historia. Sólo por un rato: George W. Bush se apresta a batir ambas marcas. El letrero de Truman suponía que siempre quería tener la última palabra. Bush también quiso tenerla, pero debilitó el orgullo nacional con su obsesión en restaurarlo tras la voladura de las Torres Gemelas y, agobiado por el colapso financiero, infundió más miedo que certidumbre en su afán de convencer a los republicanos y los demócratas de la necesidad de votar en primera instancia, en la Cámara de Representantes, el plan de (leer más)

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Curados de espanto

Era eso, no más: envidia. En la Argentina, a diferencia de cualquier otro país, las burbujas no se pinchan; se derrumban. Y, si se derrumban, cuidado: pueden provocar avalanchas. Estamos a salvo, sin embargo. Lo aseguró Cristina Kirchner: “El Primer Mundo, que nos habían pintado como la Meca a la que debíamos llegar, se derrumba como una burbuja”. ¿Tiene su merecido, entonces? Ni George W. Bush ni su secretario del Tesoro, Henry Paulson, ni el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, embarcados en tediosas negociaciones en el Congreso antes de tomar decisiones, “igualito a mi Santiago”, mencionaron una palabra de la exitosa fórmula para evitar que la burbuja se derrumbe: vivir aislados. La burbuja se derrumba en los Estados Unidos, no en la Argentina. ¿Cae el Merval? Nada de eso: las acciones acompañan el flaco índice de inflación que refleja el siempre confiable Indec. ¿Crece el riesgo país? Los “loros internacionales y de cabotaje” que “siempre pronostican caos y cataclismos” no pueden reprimir el resentimiento ni saben apreciar que, como insinuó la Presidenta, Walt (leer más)

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Con el corazón en la coca

El abrupto corte de la relación con EE.UU. deja a Bolivia a merced de Chávez En la región del Chapare, base operativa de Evo Morales, el eslogan de la campaña de 2005 era casi una excusa que prendía con vigor: coca no es cocaína. Tanto los miembros de la Federación del Trópico de Cochabamba (nombre de fantasía del sindicato de productores de coca) como los militantes del ahora oficialista Movimiento al Socialismo vitoreaban con los puños alto las alabanzas a “la hoja sagrada” y las acechanzas contra “los yanquis”. Todos compartían esa postura, excepto los militares bolivianos. Sus ingresos estaban subordinados a los fondos destinados por los Estados Unidos a la erradicación del cultivo de la materia prima de la cocaína. En casi tres años, esa situación no cambió. Desde su asunción como presidente, en 2006, Morales aceptó, por un lado, el flujo de dinero norteamericano, del orden de los 30 millones de dólares anuales, y rechazó, por el otro, las intromisiones en aquello que los bolivianos consideran intocable por ser parte de su cultura. (leer más)

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La madre de las tormentas

La candidata a vice de McCain refrescó el discurso republicano en la convención Razones de fuerza mayor amenazaban con privar a los republicanos de su semana de gloria. En la convención iban a hablar, el primer día, el presidente George W. Bush y el vicepresidente Dick Cheney. Lejos quedaba el discurso de John McCain, previsto para la clausura por razones de estrategia y, también, de fuerza mayor: cuanto más lejos, mejor, de modo de evitar confusiones. El huracán Gustav, apodado “la madre de las tormentas” por el alcalde de Nueva Orleáns, Ray Nagin, prometía zozobras y estragos. Frente a ello, la disyuntiva era seguir con la fiesta en Saint Paul, Minnesota, o demostrar que estaban a la altura de las circunstancias. Demostraron que estaban a la altura de las circunstancias. Tres años antes, el 29 de agosto de 2005, McCain celebraba su cumpleaños en Arizona con Bush, su rival en las primarias de 2000, mientras el Katrina devastaba Nueva Orleáns. La falta de reacción dejó al presidente en una posición embarazosa: un millar y medio (leer más)

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El talón de Aquiles

La escalada terrorista coincide con la debilidad de las potencias frente a Rusia Tras el rechazo irlandés a las reformas institucionales comprendidas en el Tratado de Lisboa, la Unión Europea (UE) quedó groggy. Literalmente, groggy. En el referéndum, celebrado el 12 de junio, pocos decidieron por muchos. El no como resultado, al igual que en Francia y Holanda, tuvo el impacto de un cross en la mandíbula. Hizo besar la lona a la idea de afianzar la unidad del continente. Y, a su vez, bloqueó la posibilidad de articular una política exterior común en un momento crucial. Crucial por el declive relativo de los Estados Unidos; por la crisis de los Balcanes, rubricada con la independencia de Kosovo, y por el plan nuclear de Irán, convencido de haber sido el ganador de la guerra contra Irak. Crucial, también, por los controvertidos dilemas domésticos de Turquía, por la inestabilidad de Medio Oriente y por la mayor caladura internacional de China y la India. Un mes y monedas antes del referéndum en  Irlanda, el 7 de mayo, (leer más)

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Casa tomada

Con su desproporcionada réplica a Georgia, Rusia fijó el límite de Occidente Poco antes del crepúsculo del siglo XIX, el zar Alejandro III vislumbró el amanecer del siglo XXI: “Rusia sólo tiene dos aliados verdaderos: su armada y su ejército”. En uno de ellos, el ejército, confió Vladimir Putin para desbaratar el plan del presidente de Georgia, Mikhail Saakashvili, de poner el pie en la provincia de Osetia del Sur, protegida por las fuerzas rusas desde 1992. Un año antes, en medio del colapso de la Unión Soviética, Georgia había declarado la independencia. El ahora primer ministro, sin las facultades presidenciales con las cuales reprimió durante su gestión a los rebeldes chechenos, no obró como el antecesor del actual mandatario, Dimitri Medvedev, sino como su jefe. O, acaso, como el zar. Osetia del Sur y Abjasia, otra provincia clave por la energía que recorre sus entrañas, gozan de una independencia de facto, no reconocida por Georgia. Desde la independencia de Kosovo, en los Balcanes, alentada por la Unión Europea (UE) y los Estados Unidos, ambas (leer más)

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El cruce de los Andes

En ocasión del referéndum boliviano, Morales recreó el fantasma del imperio Preguntó el secretario de Defensa de los Estados Unidos, Robert Gates: “¿Qué podemos hacer para colaborar con el Consejo de Defensa de América del Sur?”. Respondió su par brasileño, el ministro Nelson Jobim: “Nada, mantenerse a distancia”. La réplica no sacudió con la fuerza de un vendaval los ventanales del Pentágono, donde se desarrollaba la reunión, pero a punto estuvo de darle un soponcio al anfitrión. No era usual que un país latinoamericano, aunque fuera un coloso como Brasil, rechazara con tanta firmeza una oferta norteamericana. Enterado del diálogo, Hugo Chávez no vaciló en celebrarlo como un home run  (ama el béisbol) y en contarlo como si se tratara de una proeza similar al cruce de los Andes: “Es eso: déjennos quietos –exclamó–. Y hay que decirlo en todos los aspectos: en lo político, en lo económico y en lo social”. Lo asoció de inmediato con el plan de Bolívar de crear una alianza militar en la región, como él mismo propuso para el (leer más)

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Adiós a las barbas

En una nueva embestida contra las FARC, Uribe pide la cooperación de Europa En 2002, las FARC estaban en su esplendor: tenían unos 20.000 combatientes y copiosos ingresos de orígenes turbios. Ese año capicúa, uno después de la voladura de las Torres Gemelas, Álvaro Uribe estrenó la presidencia bajo el asedio de atentados contra su vida. Ese año bisagra, uno antes de la guerra contra Irak, los Estados Unidos y la Unión Europea incluyeron la guerrilla más antigua del continente en sus listas de organizaciones terroristas. Ese año decisivo, el Capitolio aprobó una ley por la cual la ayuda militar norteamericana a Colombia comprendía, en una “campaña unificada”, la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. Seis años después, poco antes del rescate de los 15 rehenes de las FARC entre los cuales se encontraban la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt y los contratistas norteamericanos Keith Stansell, Marc Gonsalves y Thomas Howes, los mandos medios de la guerrilla perdieron contacto con sus superiores: las fuerzas especiales norteamericanas interfirieron las comunicaciones. Había surtido efecto la controvertida (leer más)

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El chico de la tapa

Un dato de la época: el humorismo influye, en ocasiones, más que el periodismo Obama no simpatiza con su casi tocayo Osama ni reza en memoria de su homónimo Hussein (Saddam para los enemigos), pero lidia desde 2006 con la cruz de una imagen embarazosa. La captó una cámara indiscreta en una visita a Kenya. Lucía como un nacionalista islámico, con túnica y turbante. Creó dudas. Debió disiparlas de inmediato: el típico atuendo somalí, usual en el terruño de su padre, no significa que profese o haya profesado la religión musulmana. La ingrata coincidencia con la tirria hacia sus devotos en los Estados Unidos pudo haber puesto en riesgo su carrera política. En poder del sitio Drudge Report, famoso por haber destapado el romance de Bill Clinton con Monica Lewinsky, la foto galopó a la velocidad de la luz por Internet. Barack Hussein Obama, ahora candidato presidencial demócrata, se vio obligado a confirmar con creces su fe en Jesucristo y a impugnar con énfasis a sus detractores. Entre ellos, el representante republicano Steve King descargó (leer más)

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La comezón del octavo año

América latina puede hacer mucho más por sí misma que Obama o McCain En su octavo y último discurso sobre el Estado de la Unión, George W. Bush insinuó un renovado interés en América latina. Pareció resarcirse de una promesa incumplida. En 2001, cual prioridad en su agenda externa, vislumbraba “el siglo de las Américas”. Si era sincero, más allá de su reticencia a involucrarse en crisis ajenas, la voladura de las Torres Gemelas alteró sus planes. Ni algo tan caro para su gobierno como la reforma migratoria pudo concretar. Su legado, desfigurado por Irak y Guantánamo, quedó resumido en un par de gestos de desconfianza: la construcción del muro frente a México y la reposición de la IV Flota del Comando Sur. En casi ocho años, América latina no recobró preeminencia en los Estados Unidos. La perdió aún más. Hasta 2005, Bush insistió en el Area de Libre de Comercio de las Américas (ALCA). Fracasó. Obstinado, el eje de su política se centró en acuerdos bilaterales o regionales de ese tipo. Los demócratas, más (leer más)

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El sabor del reencuentro

El país de Ingrid tiene un raro hábito: figurar entre los más felices del mundo Le preguntaron a Bernard Shaw si realmente creía que el Espíritu Santo había redactado la Biblia. “No sólo la Biblia, sino todos los libros que vale la pena releer”, respondió. La anécdota, narrada en 1963 por Borges en el auditorio de la Universidad de Antioquia, equivale a la versión del presidente de Colombia, Álvaro Uribe, casualmente ex gobernador de Antioquia, sobre el rescate de Ingrid Betancourt: “El operativo tuvo la luz del Espíritu Santo y la protección de nuestro Señor y de la Virgen en todas sus expresiones”. Tantas invocaciones divinas son habituales en la tierra de Juan Valdez. En algo han de creer los colombianos para ser los más felices del mundo a pesar de las circunstancias. En algo han de creer para estar al tope de la World Database of Happiness (base de datos mundial de la felicidad), de la Universidad Erasmus de Rotterdam, Holanda, y para mantenerse en el tercer lugar del índice de países más felices (leer más)

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Barajar y dar de nuevo

La cruda realidad: el mundo gasta casi 190 veces más en armas que en comida Si el planeta interrumpiera por un año el gasto militar, cada uno de sus 6600 millones de habitantes podría recibir, o ahorrarse, unos 200 dólares. Es una utopía, pero no estaría mal. Sólo en 2007, los gobiernos desembolsaron en armas 1,27 billones de dólares. Ese monto astronómico, equivalente al 2,5 por ciento del producto bruto interno mundial, supone 190 veces más que la ayuda mendigada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) a la comunidad internacional: 6750 millones de dólares para paliar la hambruna de 854 millones de personas. África es el continente más pobre; América, el más desigual. ¿Es más urgente aliviar la pobreza o aplacar la desigualdad? El alivio de la pobreza en China y la India no aplacó la desigualdad. En los Estados Unidos, la clase media todavía no recuperó el ingreso real que tenía antes de la recesión de 1991. Los ejecutivos top de las 500 compañías inscriptas en (leer más)