Crónica de dos desencantos




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“No sabíamos qué pasaba porque no queríamos saber”, concluye el dramaturgo, poeta, periodista y narrador uruguayo Carlos Liscano en su último libro, Cuba, de eso mejor ni hablar, publicado por Fin de Siglo.

Un ejercicio de introspección y de catarsis que escribió, acaso sin proponérselo, durante el confinamiento obligado por la pandemia.

Liscano redactó en esos días una suerte de diario en el que hilvanó dos desencantos: uno, el de los cubanos con un régimen opresor, y el otro, el suyo, con la izquierda democrática de Uruguay en particular y de América Latina en general por su complacencia con el legado de los Castro heredado por Miguel Díaz-Canel.

«Cuando estuve en Cuba me di de que aquello no era lo que quería para mi país», confiesa Liscano en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV, conducido por Jorge Elías, desde su Montevideo natal.

Liscano, enrolado desde su juventud en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, fue preso político en Uruguay entre 1972 y 1985. Al ser liberado, se radicó hasta 1996 en Suecia. Cada retorno a su país, así como los viajes a Cuba, era una nueva decepción.

“Hoy es prácticamente imposible hablar con amigos de izquierda sobre Cuba, a menos que sea para elogiar el socialismo cubano y denunciar el bloqueo de Estados Unidos”, confiesa Liscano, viceministro de Educación de Uruguay durante el gobierno de Tabaré Vázquez y director de la Biblioteca Nacional durante el gobierno de José Mujica.

Dirección: Gabriel Salvia

Producción: Lisette Kugler



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