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Las protestas masivas del 11 de julio de 2021 marcaron un parteaguas en la historia de Cuba. No porque haya sido depuesta la dictadura castrista, encarnada ahora en Miguel Díaz-Canel, sino porque la sociedad se rebeló con la consigna Patria y Vida, en desmedro de la vetusta Patria o Muerte, contra las penurias económicas y la falta de libertades. La isla sigue siendo el manchón de un continente que, con sus bemoles, abrazó la democracia como sistema político, más allá de los excesos cometidos por los regímenes de Venezuela y de Nicaragua.
Pedro von Eyken, segundo de la Embajada argentina en Cuba y jefe de la misión comercial entre 2006 y 2009, resultó ser Testigo de una revolución traicionada, como titula su libro, publicado por la Editorial Dunken. En él cuenta los pormenores de un fracaso. El de las promesas incumplidas por Fidel Castro, por su hermano Raúl y por Díaz-Canel. Centra su análisis en la economía sin desmerecer, aclara, la penosa situación de los derechos humanos, agravada en 2022 por la imposición de un nuevo Código Penal, más de 1.000 presos políticos y sentencias de hasta 30 años de prisión contra aquellos que expresaron su malestar en 2021.
El libro de Von Eyken, prologado por la escritora cubana Zoe Valdés, radicada en París, se basa sobre la tesis doctoral en Ciencias Políticas que defendió ante la Universidad Católica Argentina. La tesis lleva por título La Revolución Cubana cincuenta años después, impacto de los factores externos e internos en la situación económica y social de Cuba en 2009. El libro, de lectura accesible, está despojado de tono académico.
Al comienzo, Fidel Castro prometía elecciones, libertad de prensa, reforma agraria y economía de mercado
Durante su estancia en La Habana, Von Eyken enriqueció su visión sobre la isla con sus propias vivencias y testimonios de cubanos de a pie que exigen libertad y sufren una férrea represión policial y parapolicial en medio del desabastecimiento alimentario y la desprotección sanitaria. Algo aún más elocuente durante la pandemia.
Von Eyken, diplomático de carrera que también prestó servicios en Alemania, Finlandia y Haití, se presenta a sí mismo como “un politólogo latinoamericano nacido en el país del Che Guevara que residió tres años en Cuba al comenzar el siglo XXI. Sé que animarme a sostener una hipótesis tan disonante podrá resultar para muchos un atrevimiento políticamente incorrecto; no me alentaría la honestidad intelectual ni el realismo político si eligiera lo políticamente correcto”.
Cita a Aristóteles para iniciar la travesía: “Soy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad”. La verdad, en el caso de la Revolución Cubana, se diluye poco a poco a medida que las promesas de la mejora del nivel de vida, cual pretexto del arribo de los llamados barbudos a La Habana, se diluían en el agua como el azúcar, apéndice de la economía nacional.
Al comienzo, Fidel Castro prometía elecciones, libertad de prensa, reforma agraria y economía de mercado. En 1961, dos años después de haber tumbado al régimen de Fulgencio Batista, dominante desde 1952, “instaló un sistema comunista inédito en Cuba”.
Esa fue la primera traición, dice Von Eyken. La segunda se extendió a lo largo de los años con una situación económica y social en caída libre desde el desmembramiento de la Unión Soviética en 1991. Castro, excepto algunos retoques cosméticos en 1993 y 1996, “nunca quiso introducir medidas de fondo y de largo plazo”, de modo de perpetuarse en el poder a la sombra del embargo, que prefiere llamar bloqueo, de Estados Unidos.
https://www.elliberal.com.ar/noticia/opinion/601088/cuba-primera-persona