
Bananas
En la conducta de los gobernantes, así como en la solidez institucional, reside a veces la fortaleza de la democracia En aquel tiempo, entre susto y golpe, crecía el malestar por las arbitrariedades de Abdalá Bucaram, del Partido Roldosista Ecuatoriano. Su edecán, o ayudante de campo, Lucio Gutiérrez, había desoído la orden de proteger, por la fuerza si era necesario, el Palacio de Carondelet, sede del gobierno. La muchedumbre ganaba la calle en Quito. El presidente, trasladado a Guayaquil para mayor seguridad, iba a ser dejado cesante por el Congreso. ¿La causa? Insólita e inaudita a la vez: incapacidad mental. Una imputación más lapidaria, y menos elegante, que la demencia senil de Augusto Pinochet después de haber purgado 503 noches en las afueras de Londres por violaciones de los derechos humanos. Era el primer acto de desobediencia de Gutiérrez, de oficio apropiado en el sitio apropiado: militar en una república bananera. A mucha honra, aclaro: Ecuador es el principal exportador mundial de bananas. Mote nacido y depreciado, sin embargo, en el racimo de países de (leer más)