Yihad de bajo costo y alto impacto

Europa pasó a ser el campo de batalla de aquellos que se entusiasmaron con la idea de un califato en Siria e Irak, hoy en retirada




Otra atrocidad: terrorismo a precio vil
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Dejó dicho Abu Muhammad al Adnani: “Si no tienen balas o explosivos, tomen una piedra y pártanles la cabeza. O bien mátenlos con un cuchillo. O atropéllenlos con un coche. Arrójenlos desde lo alto de un edificio. O estrangúlenlos con las manos. Usen veneno”. Era el vocero del Daesh, ISIS o Estado Islámico. Murió en Alepo, Siria, en agosto de 2016, durante un bombardeo. La recomendación de Adnani, difundida por los órganos de propaganda de la yihad, caló hondo en los terroristas que lanzaron vehículos contra peatones en Barcelona, Niza, Estocolmo, Berlín, París y Londres. En total ocho atentados, tres de ellos en la capital británica, en 13 meses.

El manual de instrucciones de terrorismo barato y de alto impacto, publicado en la revista Dabiq (ahora se llama Rumiyah), resultó ser premonitorio frente a la inminente derrota del Daesh en Siria e Irak. La tenía prevista Adnani, comparado en Alemania con el ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels: “Oh, América, ¿consideran una derrota para nosotros haber perdido territorio? ¿Creen que nos ganarán si recuperan Raqqa, Sirte o Mosul? Nada de eso”. También tenía previsto Adnani, al parecer, la reacción de los europeos afines a su ideología que, sin estar enrolados en sus filas ni haber sido entrenados, están dispuestos a matar a los “cruzados” con las armas que tengan a mano.

Entre una quinta y una sexta parte de aquellos que conformaban el califato en Siria, Irak y parte de Libia procedían de Europa. La movilización comenzó en 2012, dos años antes de la separación del Daesh de Al-Qaeda y de su presentación en sociedad. No todos regresaron, pero la mayoría de los atentados que hubo entre 2014 y 2017 coincidió con sus lugares de origen: Francia, Bélgica, Reino Unido, Alemania, Suecia y Dinamarca. Varios intentos han sido desbaratados. En tres años murieron más de 300 inocentes, así como casi todos los terroristas involucrados. En esos países, de gran población musulmana, pesa la frustración de primeras y segundas generaciones de inmigrantes que no se sienten incorporados a las sociedades.

El Daesh, a diferencia de Al-Qaeda, consolidó la idea del califato, inspirado en Mahoma. Se trata del dominio territorial. Una premisa fundacional que los seguidores de Abu Bakr al Bagdadi, alias Ibrahim, pudieron sostener gracias a los aportes del mundo árabe, al mercado negro del petróleo y al contrabando de obras de arte, así como a los tributos que impusieron en los enclaves que logaron dominar. La lucha entre el Daesh y Al-Qaeda, más allá de la coincidencia en el fin, pasó sin escalas de Medio Oriente a Europa, representada por Roma y El Vaticano, “tierra de infieles”, símbolo de los “cruzados”, nombre genérico de los cristianos. Sus principales víctimas, más allá de la nacionalidad.

Publicada en Télam

Jorge Elías
@JorgeEliasInter



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