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Política

América latina, ausente con aviso

En 2008, el final de la era Bush despertaba ansiedad en todo el mundo por un cambio histórico. Lo fue. Cuatro años después, disipada la novedad, Barack Obama ha rebajado esa cuota de optimismo. Su rival en las presidenciales, Mitt Romney, surgido de apuro en las primarias republicanas, lejos estuvo de hacerse conocer en el exterior. La campaña exhibió aquello que muchos latinoamericanos quisieran tener en casa: respeto a las instituciones y a la división de poderes y, aunque la tentación sea grande, ninguna posibilidad de alterar las reglas para favorecer al presidente de turno. Vistas desde América latina, las elecciones de los Estados Unidos no trascendieron fronteras: quedaron en casa sin despertar demasiado entusiasmo ni expectativas. Pocos mandatarios, más allá de la cercanía con Obama y la lejanía con Romney, se animaron a expresar su simpatía hacia uno o el otro. No es un síntoma de apatía, sino de madurez. Las intromisiones en la política de otros países suelen tener más costos que beneficios, sobre todo por la supina ignorancia de algunos sobre el (leer más)

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Política

La divina comedia

En desventaja frente a Saddam Hussein durante la guerra provocada en 1980 por la invasión de Irak a Irán, el ayatollah Ruhollah Khomeini mandó comprar pequeñas llaves de plástico a Taiwan. Eran amuletos. Los llevaban, colgados del cuello, muchachos de 12 años o poco más que debían avanzar como olas humanas sobre terrenos sembrados de minas y, de ese modo, facilitar el desplazamiento de las tropas iraníes. Los muchachos iban con mantas para evitar que sus cuerpos, despedazados por las detonaciones, volaran por los aires; también caían acribillados. Los cadáveres, envueltos como tamales, trazaban los senderos hacia las filas enemigas. Las llaves, suponían, iban a abrirles las puertas del Paraíso. En su fuero íntimo, según la estremecedora investigación del politólogo alemán Matthias Küntzel, Khomeini creía que la guerra contra Irak, declarada un año después de la Revolución Islámica, era una “bendición divina”. Le permitió islamizar a Irán, así como usar durante ocho años a la organización de voluntarios Basij Mostazafan (Movilización de los Oprimidos) como vanguardia de  la Guardia Revolucionaria. Los soldados pisaban los cadáveres. (leer más)