Economía

La vuelta a la normalidad

Superado el contencioso por la estatización de YPF con la indemnización de Repsol, la Argentina y España se aprestan a suscribir un acuerdo de asociación estratégica Dos años después de la crisis desatada por la expropiación del 51 por ciento de YPF, la relación bilateral entre la Argentina y España vuelve a encarrilarse. Era hora. El nuevo embajador de España en la Argentina, Estanislao de Grandes, escogió el mejor ámbito para anunciar una alianza de asociación estratégica entre ambos gobiernos. Fue en la recepción de bienvenida que le ofreció la Cámara Española de Comercio en la República Argentina (Cecra), presidida por Guillermo Ambrogi. Tres días antes, el presidente de Repsol, Antonio Brufau, se había mostrado exultante por el éxito del acuerdo de expropiación alcanzado con la Argentina. Brufau tocó la campana en el Palacio de Bolsa de Madrid con motivo de los 25 años de cotización bursátil de la compañía en esa plaza y en Nueva York mientras el embajador De Grandes, alentado por la inminente visita a la Argentina del presidente Mariano Rajoy, transmitía (leer más)

Política

Como te digo una cosa te digo la otra

La coherencia no siempre es el principio que rige la política internacional, como lo demuestra ahora el debate desatado por la anexión de Crimea a Rusia De pronto, el gobierno español inició una escalada contra el británico por el contencioso de Gibraltar. En agosto de 2013, un remolcador fondeado en las inmediaciones del peñón había arrojado bloques de hormigón al mar para construir un arrecife artificial. Los bloques, con pinchos de hierro, destrozaban las redes de los pescadores españoles, aquejados por la crisis. El ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel García Margallo, presentó una batería de denuncias por “violación del derecho internacional en aguas españolas”, “violación del derecho de la Unión Europea y sus normas medioambientales”, “delito medioambiental” y “delito penal”.

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Política

El momento de la reconciliación

Nada une más que las alegrías y las desgracias. Es parte del comportamiento humano. El cardenal Jorge Bergoglio no contaba con “la bendición” del gobierno argentino. Eran públicos y notorios sus desencuentros con Néstor y Cristina Kirchner desde 2003. Siempre pareció caminar por la acera opuesta, así como la Iglesia Católica en general, por su rechazo a la corrupción, la pobreza, el matrimonio entre personas del mismo sexo y, puntualmente, su posición a favor del campo cuando quisieron imponerle mayores retenciones a las exportaciones y sus advertencias sobre la creciente crispación de una sociedad polarizada por diferencias políticas. La alegría por la elección del primer papa argentino y latinoamericano, de formación jesuita, pareció sepultar aquellos reveses y las versiones sobre su presunta complicidad con jerarcas de la dictadura militar en los años setenta. La presidenta Cristina Kirchner saludó de inmediato «a su Santidad Francisco I» desde su cuenta de Twitter. Le envió una carta y, al rato, dejó trascender que viajará al Vaticano, deseándole “toda la suerte del mundo en esta misión pastoral». Era un (leer más)