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Política

Se dobla, pero no se rompe

Más allá del acercamiento de Vázquez a Bush, los otros países no renunciaron al bloque por sus acuerdos con los EE.UU. En rigor, Hugo Chávez nunca perdonará a George W. Bush. Sobre todo, desde que denunció que había estado detrás del efímero golpe de Estado de abril de 2002, razón del silencio norteamericano frente a la condena de la Organización de los Estados Americanos (OEA), y que, en realidad, había pretendido deshacerse de él. Liquidarlo. Frente a ello, el primer embajador de los Estados Unidos en Caracas de la era bolivariana, John Maisto, propuso una fórmula conciliadora: reparen en sus manos, no en su boca; es decir, no juzguen sus palabras, sino sus acciones. Era la única forma de evitar que la confrontación pasara a mayores. El entonces secretario de Estado, Colin Powell, no creía en ello: entendía que la democracia perdía su esencia cuando un líder elegido por el pueblo usaba métodos cercanos a la autocracia. De ahí, su renuencia a aplicar la fórmula de Maisto y su rechazo a admitir la resaca de (leer más)

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Suicidio en defensa propia

Problemas entre los hermanos «mayores» y los «menores» Por apenas un mes de diferencia, Luiz Inacio Lula da Silva no coincidió con Néstor Kirchner en una visita a China. Viajaron en mayo y en junio de 2004, respectivamente. En mayo de ese año viajó a China, también, el presidente de Paraguay, Nicanor Duarte Frutos. Si Jorge Batlle, aún presidente de Uruguay, hubiera ido, el anfitrión, Ju Hintao, habría tenido una postal completa del Mercosur. Debió armar un rompecabezas, empero. O atender por separado a cada uno de ellos, socios de un club, a veces prenda de hermandad, a veces factor de desunión, con más predicamento en el vecindario que fuera de él. ¿Era una locura que viajaran los cuatro juntos (Batlle incluido) o que, al menos, Brasil y la Argentina, orgullosos en apariencia de una remozada alianza estratégica signada por la presunta afinidad ideológica entre Lula y Kirchner, aterrizaran en el mismo avión en el país que, con su apertura comercial y sus compras de materias primas, iba a ser vital para la recuperación económica (leer más)

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Los medios justifican el fin

En el peor momento de Bush y de su equipo, Ahmadinejad se ufana de haber descubierto el embrión de la bomba atómica Si Saddam Hussein hubiese sido tan provocador y peligroso como Mahmoud Ahmadinejad, la comunidad internacional habría apoyado a George W. Bush en una hipotética guerra contra Irán con tanta firmeza como contra el régimen talibán en Afganistán, nido de Al-Qaeda. Escogió mal el objetivo, empero. O, en el léxico de la Guerra Fría, oprimió el botón rojo antes de tiempo. Y, más allá de las razones internas y externas del apuro, convirtió a Irak en la antesala del infierno con argumentos morales, no con premisas terapéuticas. Ni los neoconservadores de su gobierno, alias neocons, aprobaron el resultado: idealista en los fines y realista en los medios, definieron con entusiasmo escaso. En la piel del iraquí de a pie, sometido al yugo de la dictadura depuesta, la inyección de democracia que lograron inocularle bajo presión lejos estuvo de aliviarle el dolor. Le dio alguna que otra esperanza de parecerse a los otros, no de (leer más)

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Te solté la rienda

América latina, con Colombia como único foco de conflicto, es la región más inofensiva y menos problemática del planeta  Cada vez que George W. Bush miró a América latina pensó en China. La región por sí misma iba a ser inseparable del destino común con los Estados Unidos. Lo iba a ser hasta que el Siglo de las Américas, anunciado en su primera campaña electoral como anzuelo para los latinos radicados en su país, se hizo escombros con las Torres Gemelas. Desde entonces, la presencia precaria del continente en la agenda norteamericana se debió a su escaso potencial de riesgo. Mientras el eje viraba  de Afganistán a Irak, la competencia asiática en un territorio considerado propio no alcanzó a despertar el interés dormido, o anestesiado, por las guerras preventivas contra el terrorismo. Prioridad tampoco tenía América latina al comienzo de la gestión de Bush. La presencia de China, cual correlato de su bonanza económica y de sus ansias de expansión, creó suspicacias en los Estados Unidos, pero, al menos antes del 11 de septiembre de (leer más)

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Rompan todo; pago yo

Legitimado Olmert como primer ministro de Israel, el desafío consiste en neutralizar el poder creciente de Hamas Si de concesiones dolorosas se trataba, Ariel Sharon consumó en agosto de 2005 una de ellas: la restitución a los palestinos de los territorios ocupados durante la guerra de 1967 en la Franja de Gaza y, en menor proporción, en Cisjordania. Si de concesiones dolorosas se trataba, los israelíes rubricaron el plan de desconexión, aprobado por el Knesset (parlamento), con la ratificación de Ehud Olmert al frente de una coalición gubernamental que pretende fijar los límites del país a plazo fijo y en forma unilateral. Si de concesiones dolorosas se trataba, esa decisión selló el debut electoral de Kadima (Adelante), pero, a su vez, echó otra palada sobre la posibilidad de un acuerdo de paz con la otra parte, dominada por Hamas. Si de concesiones dolorosas se trataba, entonces, ¿quién ganó las elecciones de Israel? En principio, la continuidad de la línea Sharon después del retiro de los 8000 colonos judíos como requisito de la hoja de ruta (leer más)

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El cadáver exquisito

El Tribunal de La Haya se ahorró un veredicto sobre derechos humanos que hubiera puesto en tela de juicio a Europa En vida, Slobodan Milosevic padeció los suicidios de su padre (se voló la tapa de los sesos en 1962) y de su madre (se ahorcó una década después). Padeció, también, el suicidio de la Unión Soviética. En el ínterin, aquel hombrecillo gris de la nomenklatura que trepó el palo enjabonado de la Liga Comunista de Belgrado, en donde obtuvo el título de abogado, apuró el suicidio de una nación, Yugoslavia, desgajada en Estados, o en simulacros de Estados, divididos, a su vez, por fronteras más étnicas que políticas. Divididos por fronteras trazadas con el odio que supo contagiar con un discurso nacionalista y provocador con el cual quebró el legado del mariscal Tito, todopoderoso entre 1945 y 1980. Con su muerte, signada como su vida por el fantasma del suicidio como posibilidad casi limítrofe con el envenenamiento, el Tribunal Penal Internacional para los crímenes en la antigua Yugoslavia (TPIY), cerró el caso. Sobre Milosevic, (leer más)

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Acompáñame a estar solo

A pesar del riesgo que entraña, Ahmadinejad usa la misma estrategia que Bush en la defensa de su interés nacional Si los Estados Unidos pretenden ser un imperio, ¿por qué se comportan como un Estado-nación? Es decir, ¿por qué no imponen su voluntad en lugar de buscar el consenso? Quizá porque, desde la voladura de las Torres Gemelas, un ala del gobierno de George W. Bush necesita agotar las instancias diplomáticas mientras la otra amenaza con acciones militares. Con un solo justificativo en ambos casos: evitar atentados terroristas en su territorio. A merced de ese temor, base de las guerras preventivas, ha quedado relegado aquello que, aunque fuera en beneficio propio, promovieron durante un siglo: la democracia, el libre comercio, los derechos humanos, el medio ambiente y el orden multilateral. Por esa inversión, los norteamericanos quieren ser respetados. Más aún: recompensados con adhesiones espontáneas a sus causas. En especial, la lucha contra el terrorismo. En el exterior, empero, la política de Bush se ve atada a factores diversos y, en apariencia, dispersos: la intención de (leer más)

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Atrapados sin salida

En Irak, espejo de Medio Oriente, las elecciones no pudieron frenar las iras sectoriales después de años de puro nacionalismo Medio año después de la implacable campaña de 78 días de ataques aéreos contra las baterías de Slobodan Milosevic, el médico Bernard Kouchner, ministro de Salud de Francia y representante especial de las Naciones Unidas en Kosovo, concluyó que había sido un error la intervención de la alianza atlántica (OTAN) en pos de una virtual reconciliación étnica entre serbios que profesaban el cristianismo ortodoxo y albaneses que abrazaban la religión musulmana. Concluyó el 31 de diciembre de 1999, telón del siglo XX, que había sido un error el fin en sí mismo de los bombardeos: que, de la noche a la mañana, se respetaran mutuamente tras 12 siglos de violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Bill Clinton y Tony Blair creían, no obstante ello, que la desintegración de Yugoslavia, emprendida en la década del noventa, era la única fórmula eficaz en defensa de los valores cívicos en los Balcanes, sometidos en forma alternativa a las (leer más)

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Devolución de gentilezas

El escándalo de la parapolítica, por el cual hay detenidos legisladores oficialistas, amenaza con perjudicar a Uribe Abrigaba un sueño: comprarse un camión. Un sueño distante, pensaba. Imposible, tal vez. Efraín González creía que nunca iba a alcanzarlo. Hasta que un día, el viernes 9 de mayo de 2003, supuso que la fortuna había llamado a su puerta. Estaba limpiando la buseta (autobús) que conducía en Bucaramanga, a 379 kilómetros de Bogotá, y en las escaleras halló una billetera; la guardó con disimulo y sin abrirla. En su casa, como un chico después de haber cometido una travesura, volcó el contenido sobre la mesa. Dinero no halló, lo cual resultó frustrante. Halló, empero, una tarjeta de crédito en la que, curiosamente, estaban escritos al dorso los cuatro dígitos de la contraseña. Vencido por la tentación, González esperó que llegara un pariente y corrió con él hacia el cajero automático más cercano. Introdujo la tarjeta y tecleó, presuroso, un número tras otro. Retiró dinero. Buscó otro cajero automático, y otro, y otro… Reunió, en total, 12 (leer más)

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Una fortaleza que nació de la exclusión

Con rencores ancestrales y posiciones de izquierda, el presidente de Bolivia coronó el ciclo de Marcos y Rigoberta Menchú LA PAZ.– Por exceso de diagnósticos y ausencia de terapias, Evo Morales cerró un ciclo. El ciclo de las plegarias no atendidas, o de los gritos desoídos, que inauguró el 1° de enero de 1994 el subcomandante Marcos en las montañas del sur de México. En ese momento, la globalización no detenía su marcha frente a la cruda realidad de tzotziles, tojobales, tzeltales y choles mientras Rigoberta Menchú, campesina de la etnia maya quiché cuyos parientes habían sido torturados y asesinados por militares y escuadrones de la muerte en Guatemala, insistía en su campaña de denuncias de violaciones de los derechos humanos después de haber sido reconocida con el Premio Nobel de la Paz en 1992, quinto centenario del Descubrimiento de América. En un continente dominado, y doblegado, por la desigualdad, la pobreza y la exclusión, Morales halló otra fórmula, emparentada con su rechazo epidérmico a los Estados Unidos, por haber intentado erradicar los cultivos de (leer más)

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Malicia contra milicia

El régimen de Ahmadinejad puso en un aprieto a la comunidad internacional con su afán de contar con armas letales Desde la muerte del ayatollah Khomeini, los Estados Unidos dejaron de tener certeza sobre las intenciones de Irán. Las intenciones reales, digo. Varió menos el discurso que el método: a rachas, amenazante; a rachas, conciliador. Fue confuso siempre, de modo de evitar la disuasión como réplica ante la mera sospecha de haber participado, o encubierto, atentados terroristas. O, inclusive, boicots contra procesos cruciales, como las negociaciones de paz en Medio Oriente. Una política exterior errática calibró cada reacción con precisión milimétrica. Y evitó, a veces en el límite, la confrontación. La evitó hasta que la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) descubrió que los mullahs procuraban adquirir la capacidad de enriquecer uranio y aislar plutonio, fórmula básica para producir armas nucleares. El razonamiento quiso ser sencillo. Primitivo, tal vez: si Israel logró estar más pertrechado que potencias de mayor porte gracias a ustedes, los Estados Unidos, por qué no yo. Es decir, por qué (leer más)

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La revolución en motocicleta

El Sub cambió su título militar por un seudónimo civil y emprendió una curiosa gira de seis meses en un año electoral Sin ambición política, Marcos no hubiera sido más que un grito en el desierto, o en la selva, contra la globalización. Fue oportuno: apareció el 1° de enero de 1994 con la fina intención de estropearle la fiesta de Año Nuevo al presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, feliz en Los Pinos por la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, las siglas en inglés) con los gobiernos de los Estados Unidos y de Canadá. Y fue astuto, también: quiso que su reclamo desde Chiapas por los derechos de los indígenas trascendiera fronteras, de modo de protegerse a sí mismo de una eventual represión. En la tierra de El Chavo del Ocho estaba todo fríamente calculado. Oportuno y astuto, pues, Marcos tuvo la virtud del adelantado sin ser Cortés: se valió de la informática antes de que fueran frecuentes los correos electrónicos y del desaliento, en especial entre (leer más)

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Una voz en el teléfono

Blanco de una broma, Morales se alegró de haber hablado con Zapatero, defensor de aquello que criticó en la campaña LA PAZ.– Si Evo Morales estuviera tan comprometido con la causa de Túpac Catari, aquel cacique que se sublevó contra los españoles, sitió la ciudad de La Paz durante 109 días y murió en noviembre de 1781 descuartizado por cuatro caballos que jalaban en direcciones opuestas, ¿se habría sentido feliz de haber recibido un llamado telefónico del presidente del imperio pretérito, José Luis Rodríguez Zapatero, y habría pregonado a los cuatro vientos que iba a ir a Madrid más temprano que tarde? No sabía que era una broma. Su cara denotaba alegría. La misma, tal vez, que Néstor Kirchner después haber hablado en sus primeros meses de gestión, también por teléfono, con George W. Bush; con el real, en su caso, portador de aliento ante la negociación inminente de la deuda externa con el Fondo Monetario Internacional. O la misma, tal vez, que Hugo Chávez y Fidel Castro, convencidos, primero uno, después el otro, de (leer más)

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Yo sólo quiero pegar en la tele

Con el uso excesivo de los medios de comunicación, presidentes y candidatos recrearon un estilo que parecía perimido LA PAZ.– Con éxito relativo, Umberto Eco intentó explicar a un grupo de intelectuales franceses por qué el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, no anunciaba sus decisiones en el Congreso, sino en un programa de televisión. Sus amigos, los intelectuales franceses, no entendían esa extraña manía, así como las actitudes de los italianos en general. Tampoco entendieron finalmente la relación directa que el jefe pretendía establecer con el pueblo en desmedro de sus representantes. En América latina se hubieran vuelto locos. Berlusconi instauró en Italia algo que Eco llamó populismo mediático mientras hablaba con sus amigos, los intelectuales franceses. Un atajo para evitar el Congreso, y su pero frecuente, cada vez que pudiera o que no necesitara consenso para ejecutar tal o cual medida. En América latina, insisto, se hubieran vuelto locos. También procuró aclararles Eco a sus amigos, los intelectuales franceses, que fascismo hubo uno solo en Italia. Que Berlusconi no pensaba uniformar con camisas (leer más)

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El Estado soy yo

Ni Bolívar toleraba la concentración del poder en manos de uno solo, pero Chávez suele omitir esa inoportuna premisa En Luiz Inacio Lula da Silva, más que en Néstor Kirchner, confiaba George W. Bush en que iba a mantener a raya a Hugo Chávez. Que despotricara contra los Estados Unidos, que edulcorara la estampa y figura de Fidel Castro, que se pavoneara con Diego Maradona, que se ufanara de su amistad con un radical iraní como Mahmoud Ahmadinejad o que enseñara como punta de lanza el remozado socialismo latinoamericano no era tanto problema como una eventual expansión de su revolución bolivariana. En la franja andina, sobre todo, dominada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el líder cocalero boliviano Evo Morales, así como por movimientos afines de raíces indígenas en Ecuador y en Perú, contrarios, todos ellos, a los intereses norteamericanos. Y en América Central, expectante de la suerte de Daniel Ortega y su prédica urgente para Nicaragua. Lula, empero, cayó en desgracia por el escándalo de corrupción que afectó a su Partido (leer más)