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Panamá sintoniza su propio Canal

Por Jorge Elías PANAMÁ. – Un país de contrastes. Eso es Panamá, donde los monumentos y los edificios históricos se llevan bien con sus inmensos centros comerciales, donde el colosal Trump International Hotel & Tower convive con el restaurado hotel American Trade del casco viejo (albergue de hampones en otros tiempos) y donde la paz del sendero de la Piedra Pintada en el valle de Antón no empaña la efervescencia del Canal de Panamá en la provincia de Colón cada vez que un buque de gran porte pone a prueba sus nuevas esclusas. El Canal, carril transoceánico entre el Atlántico y el Pacífico, es la metáfora del programa En Panamá, unimos al mundo, de Radio Panamá, miembro del Grupo Prisa al igual que Radio Continental y otras emisoras de España, de América latina y de los Estados Unidos. En sus aguas nos tocó ver al Mol Majesty. Iba repleto de contenedores. Provenía de Shanghai, China, por el Pacífico, y se dirigía a la Costa Este de los Estados Unidos, previa escala en la terminal internacional (leer más)

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Sí, querida

Por Jorge Elías Por dos razones Colón descubrió América: era soltero y no era japonés. De haber sido casado, la mujer no hubiera vacilado en preguntarle por qué no mandaban a otro, por qué iba a tardar tanto y por qué no podía acompañarlo. Le hubiera hecho el viaje imposible, convencida de que, con el absurdo pretexto de hacerle creer a su jefe que la Tierra era redonda, tramaba un ardid para emborracharse con los amigos o engañarla con esas tres locas que se hacían llamar la Pinta, la Santa María y, “¡una niña, Cristóbal! –lo hubiera increpado, desencajada–. No tienes derecho”. Antes de salir de casa, más allá del revuelo, le hubiera pedido dinero para pagar la tarjeta de crédito, y pelos y señales del hotel en el que iba a alojarse. Lo usual, digamos. De haber sido japonés, Colón hubiera tenido un problema adicional: las amas de casa niponas, responsables de la economía familiar, reciben el salario de sus maridos, a los cuales les entregan el kozukai (dinero de bolsillo para sus gastos). (leer más)

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Me falta algo: ¡mi hija!

Errar es humano y ser primer ministro británico es divino, aunque David Cameron haya olvidado a su pequeña hija de ocho años en un pub Por Jorge Elías Nadie es perfecto. Menos aún en el difícil arte u oficio de ser padre. David Cameron olvidó a su hija de ocho años de edad en un pub. Lo advirtió apenas arribó con su mujer, Samantha, a la residencia de Chequers. Estaban Arthur, de seis años, y Florence, de casi dos. Faltaba Nancy. Los Cameron se miraron en silencio, perplejos. Como suelen viajar en dos vehículos por razones de seguridad, el primer ministro británico creyó que la pequeña estaba con su madre y viceversa. Ocurrió en 2012. Era domingo. Habían ido a almorzar con otras dos familias y sus custodios habituales al pub The Plough Inn, en Cadsden, Buckinghamshire, cerca de la casa de campo de los primeros ministros. Me consuela la distracción de Cameron después de haber dejado de propina en un restaurante a mi propia hija, Macarena, cuando tenía cinco años de edad. Me di (leer más)

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Persevera y conducirás

Una coreana de 69 años de edad logró obtener la licencia de conducir después de haber sido reprobada casi mil veces Por Jorge Elías Cha Sa-soon, de 69 años de edad, vive sola, después de haber criado a sus cuatro hijos, en la aldea de Sinchón. Eso queda en Corea del Sur. Cerca de su casa, en Wanju, ignoto condado rodeado de montañas a 180 kilómetros al sur de Seúl, pasó a ser una celebridad. En noviembre de 2009 concluyó una extraña rutina iniciada en abril de 2005: reprobar cada día o cada dos o tres días el examen de manejo. En cada una de las 950 o 960 ocasiones en que se presentó debió desembolsar el equivalente a cinco dólares. Invirtió una fortuna. En la última prueba alcanzó la calificación mínima para superar las 40 preguntas del capítulo teórico. Fue un premio a la tenacidad. Su instructor de manejo, Park Su-yeon, no salía de su asombro: “Cuando finalmente obtuvo su licencia, todos salimos a la calle a lanzar vivas –recuerda–. La abrazamos y le (leer más)

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Los centavos valen

Un norteamericano fue multado por exceso de velocidad en el Estado de Texas y, en señal de protesta, decidió pagar 222,60 dólares con 22.260 monedas de un centavo Por Jorge Elías Brett Sanders pagó una multa por exceso de velocidad de un modo muy particular: 222,60 dólares en monedas de un centavo. En total, dos baldes repletos de pennies o peniques. Los volcó sobre el mostrador de la Corte Municipal de Frisco, Texas, desparramándolos en el piso. Había sido sancionado por circular a 62 kilómetros por hora cuando la máxima permitida era de 48. Lo consideró injusto. En su fuero íntimo, quizás haya querido emular a Bombita, el personaje que interpreta Ricardo Darín en la película Relatos salvajes. De ser así, le hubiera encantado hacer volar por los aires el predio en el cual retienen los vehículos que acarrea la grúa por infracciones. Cuando arribó a la oficina municipal, Sanders le pidió a la cajera que lo esperara. Fue a su camioneta. Regresó con dos baldes llenos de peniques: 22.260. Había pintado de negro los (leer más)

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Gracias a Dios es viernes

Lunes viene de Luna y quizá por ello uno suela estar ese día alunado, casi cabreado con uno mismo por haber abierto los ojos. Tanta mala fama tiene el maldito lunes o, como dicen los norteamericanos, Blue Monday (lunes miserable o triste), que el martes, llamado así en honor al dios romano de la guerra, Marte, siempre pareció un poco mejor, pero no tanto. Es mentira, en realidad: una medulosa investigación científica publicada por la Revista de Psicología Positiva (The Journal of Positive Psychology) revela que el lunes, el martes, el miércoles y el jueves son odiados por igual por la mayoría de los mortales. Sólo se salva el viernes, víspera del fin de semana, que también sale ileso, aunque el domingo por la tarde comience la angustia. Esa sensación de malestar, principio de hondas depresiones, tiene una sola razón: el trabajo. El viernes retorna el buen humor con la perspectiva inigualable de dos días libres por delante sin despertador ni trámites ni obligaciones, excepto que uno deba comer con la suegra, arreglar algo que (leer más)

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Peor es nada (Chile)

De Los Infiernos (España) a Fin (Irán), Que Dios les guarde (España) en una recorrida por los pueblos y las ciudades con los nombres más exóticos del mundo Por Jorge Elías En España, uno puede saciar el apetito en pueblos toledanos como Cebolla, Pepino y Membrillo, complementados con el cantábrico Ajo, de fuerte y persistente aliento, y el aragonés Pancrudo. Si tropieza en el vicio con Coca (Segovia), irá primero a La Matanza (Alicante, al igual que en Argentina) y después a Los Infiernos (Murcia). Siempre es mejor recibir Cariño (A Coruña). Para juerga, Parderrubias (Pontevedra), pero no hay que ser Tocón (Granada). Nihuella (Zaragoza), ¿estamos? Nadie se jacta de ser de Villapene (Lugo) ni de Pitorreal, en México, por temor, en Asturias, a vérselas con La Degollada y caer en El Pozo de las Mujeres Muertas, algunas de ellas Viudas (pueblo de Chile). Peor es nada (Chile, también). No es lo mismo ir en Bermudas (Antillas) y Patas (Uzbekistán y Rumania) que ostentar el deshonroso gentilicio de hijo de Puta por haber nacido en (leer más)

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Beso a beso

Cada 13 de abril se celebra el Día Internacional del Beso gracias a una pareja tailandesa que estableció en esa fecha en 2011 un récord mundial al besarse durante 46 horas y superarse a sí misma, al año siguiente, con un beso de 58 horas de duración Por Jorge Elías Más de 500 personas formaron con sus cuerpos labios gigantescos, lanzaron globos al aire y, después, se concentraron en un apasionado beso. ¿Románticos? Sí y, también, rusos. Ocurrió en la ciudad de Nizhni Novgorod. El beso tiene su día internacional, el 13 de abril de cada año, por la proeza de una pareja tailandesa que permaneció con los labios sellados durante 46 horas en 2011 y se superó a sí misma, al año siguiente, con otro beso de larga duración, 58 horas, 35 minutos y 58 segundos. Lo del Día Internacional del Beso tiene su correlato nacional. Data del siglo XIX en Gran Bretaña. En Moscú son habituales los besos prolongados en las escaleras mecánicas del metro, de 126 metros de profundidad. Los rusos pretenden arrebatarle el (leer más)

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Muertos de risa

Probablemente el primero en la historia en perecer tras una carcajada fue Calcante en el siglo XII antes de Cristo Por Jorge Elías Recostado en el sofá, Alex Mitchell estuvo riéndose durante veinticinco minutos mientras veía The Goodies por televisión. Le dio un paro cardíaco. Después de las exequias, su viuda le envió una carta a la producción de la popular serie británica para agradecerle el grato momento que había disfrutado su marido, albañil de 50 años de edad, antes de pasar a mejor vida. Eso ocurrió en King’s Lynn, Inglaterra, en 1975. La fatal hilarity, algo así como la muerte de risa en inglés sin traducción literal en castellano, data del siglo XII antes de Cristo. Entonces, un tal Calante invitó a beber vino a un adivino que había profetizado que nunca iba a probarlo. Dicho y hecho: pereció asfixiado mientras se partía a carcajadas. Pudo ser el primero en la historia. El pintor griego Zeuxis murió de risa en el año 398 antes de Cristo mientras coloreaba una escena cómica. Otra versión dice que (leer más)