Europa vota en Estados Unidos

A Europa, aunque no lo quiera, le conviene que gane Trump en las elecciones de Estados Unidos para terminar con la guerra en Ucrania




Aviso de campaña: "¿Nos conviene más Trump?"
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Es curioso: el mundo no vota en Estados Unidos, pero ausculta del desenlace como si fueran elecciones propias. Más curiosa aún es la escasa cantidad de personas que decide una contienda de ribetes planetarios. En las presidenciales de 2020, coronadas con la victoria de Joe Biden a pesar de los berrinches de Donald Trump y los suyos, participó el 62,4 % de los votantes. Un récord en medio siglo, según Statista. Entre votos presenciales y por correo, 100 millones de norteamericanos decidieron el futuro de 8.000 millones de personas.

Tan interesante como inquietante resulta ser la pregunta que formula ahora el escritor y analista internacional español Andrés Ortega en el portal Política Exterior: “¿Nos conviene más Trump?”. Habla de las cruciales elecciones del 5 noviembre, en las cuales las encuestas oscilan entre el expresidente y la vicepresidenta Kamala Harris, sucesora de Biden en las filas demócratas. Todo dependerá de los llamados Swing States o Estados vacilantes. Siete entre los 50 del país en los que no pesa el voto popular, sino el electoral. Gana el candidato que obtiene la mayoría en el Colegio Electoral: 270 compromisarios sobre 538.

“Desde Europa, ¿quién nos conviene más que gane la presidencia, la Casa Blanca?”, inquiere Ortega, nieto del filósofo José Ortega y Gasset. Su respuesta: “Paradójicamente, puede ser Trump”. En síntesis, el menos confiable termina siendo el más beneficioso. ¿Por qué? Porque “acabaría con la guerra de Ucrania, que nunca debió tener lugar, en la que el responsable es Putin, pero quien ha cometido errores estratégicos desde el final de la Guerra Fría ha sido Occidente y en particular Estados Unidos”. Ortega también se pregunta cómo Trump pondría el broche a la operación militar especial de su amigo Putin, que lleva 1.000 días y otras tantas noches y no tiene fecha de vencimiento. “Es un misterio”, apunta.

Putin está dispuesto a elevar el gasto militar de Rusia al nivel más alto desde los últimos años de la Unión Soviética

Un desenlace de esa magnitud impondría una máxima: Rusia se saldría con la suya, anexando territorios soberanos de Ucrania, y favorecería a su aliado frente a las sanciones internacionales, China, en su guerra comercial con Estados Unidos. Putin está dispuesto a elevar el gasto militar de Rusia al nivel más alto desde los últimos años de la Unión Soviética, según el borrador del presupuesto de 2025. El monto sería tres veces superior al previo al comienzo de la invasión a Ucrania. Juega con el reloj electoral norteamericano, así como el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, en los cuatro frentes bélicos abiertos tras el atentado terrorista de Hamas del 7 de octubre de 2023.

“De ganar Trump y lograr parar la guerra –ninguna de las dos cosas está cantada– la OTAN, por la que el expresidente no siente gran aprecio, tendría que afrontar su cuarto fracaso (no derrota) seguido: Afganistán (de donde Biden se salió precipitada e inmoralmente, véase la suerte de sus mujeres)”, esgrime Ortega, incluyendo en la lista a Irak, Libia y Ucrania. La dependencia de Estados Unidos se llama autonomía estratégica en Europa. En ese caso, esa autonomía estratégica no sería un deseo, sino una necesidad. Algo así como un gasto, no una inversión, en aquello que sale de las fábricas de armamento norteamericano.

Si “una victoria de Trump presentaría grandes desventajas y peligros para Europa, más allá de la imprevisibilidad del magnate que ha secuestrado y transformado el Partido Republicano”, una derrota sería en beneficio de China y de sus relaciones con el llamado Sur Global, equidistante en el mapa global de las preocupaciones del ciudadano de a pie. Quizá tanto como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.

Trump, blanco de un disparo que pudo haberle volado la cabeza y de otros dos aparentes intentos de asesinato durante la campaña, es, a la vez, efecto y causa, como postula Ortega. Porque, explica, es el manipulador en jefe de una corriente que no responde a un partido político en particular, sino a un sector radicalizado y polarizado del mundo. Sobre todo, de aquellos que no votan en Estados Unidos.

Jorge Elías



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