Política

Cambio de época en Brasil

La expansión de la clase media, con 40 millones de personas que salieron de la pobreza desde 2003, no sólo implica un éxito político, sino, también, un compromiso mayor. En 2013, durante el gobierno de Dilma Rousseff, comenzaron las protestas en Brasil. ¿Qué reclamaban en las calles? La mejora de los servicios públicos, más seguridad y menos corrupción. Lo normal en medio del aumento de los servicios bancarios y del uso de las tarjetas de crédito, así como de las ventas de bienes. Era el correlato del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, sostenido como el de su sucesora por el boom de los precios internacionales de las materias primas. La fiesta había terminado. La última en enterarse pareció ser Rousseff, destituida por un Congreso dominado por legisladores involucrados en escándalos de corrupción y fraudes electorales. El vocero de la Cámara de Diputados y arquitecto del impeachment, Eduardo Cunha, iba a ser condenado a 24 años y 10 meses de prisión por corrupción, lavado de dinero y violación del secreto profesional por medio de (leer más)

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El voto castigo en Brasil

Más allá del resultado de la segunda vuelta del domingo 28, el frente Bovinos (agropecuario), Balas (seguridad) y Biblia (evangélico), resumido en las siglas BBB, avanzará en forma notable en el Congreso de Brasil, donde los sucesivos gobiernos del PT compraban votos a diestra y siniestra. Casi la mitad de los nuevos diputados (243 sobre 513) nunca ha ejercido el cargo. El eslogan de Fernando Haddad, “Hacer a Brasil feliz de nuevo”, con su mentor en la cárcel, ha tenido menos impacto que las arengas fundamentalistas, homofóbicas, xenófobas de su rival El Partido Social Liberal (PSL) de Bolsonaro pasa de uno a 52 escaños en Diputados. Veintiuno son policías. Uno de los hijos del candidato, Eduardo, ha sido el diputado más votado en la historia mientras, cual contracara, la expresidenta Dilma Rousseff perdió como candidata a senadora por Minas Gerais. En el Senado, 46 de las 54 bancas también serán ocupadas por novatos. Tres de cada cuatro que buscaron ser reelegidos no lo consiguieron. Un voto castigo en toda regla. Además Donald Trump anunció que (leer más)

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La impunidad de Arabia Saudita

El periodista Jamal Khashoggi, columnista de The Washington Post, entró en el consulado de Arabia Saudita en Estambul el 2 de octubre para tramitar su divorcio. Tenía previsto casarse con una ciudadana turca y trasladarse de Estados Unidos a las orillas del Bósforo. La prensa turca, habitualmente monitoreada por el gobierno de Recep Tayip Erdogan, relata que “le cortaron los dedos de la mano” mientras aún estaba vivo y, finalmente, fue “degollado”. El mismo día de la desaparición de Khashoggi, crítico con la monarquía de Arabia Saudita y con el príncipe heredero Mohamed bin Salmán (MBS), arribó a Estambul un grupo de 15 sauditas de los servicios secretos y del ejército. La policía turca registró el consulado y la residencia del cónsul, Mohamed Al Otaibi, en busca de pruebas. Ezequiel Kopel: “Cuando ya estaba claro que Arabia Saudita había asesinado o al menos secuestrado al periodista –¿cómo se explica que no publicaran un video de Khashoggi saliendo del consulado para terminar con las especulaciones?–, el reino empezó a encomendar a sus leales y rentados «muyahidines» (leer más)

Política

Bovinos, balas, Biblia, Bolsonaro

Lo políticamente incorrecto dejó de serlo. La fórmula del centro, habitualmente conciliadora, no sirve más, parece. El rechazo a la corrupción, así como el hartazgo de la violencia y de la caída de la economía, fraguaron la candidatura de un nostálgico de la dictadura militar, Jair Messias Bolsonaro, frente a la vanidad del antes favorito para las presidenciales de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, pendiente hasta último momento de ser habilitado para competir a pesar de su condena de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero. Su delfín, Fernando Haddad, no es el expresidente, como quiso transmitirlo durante la atolondrada campaña del PT. Un partido deshilachado por su impericia. Más allá del resultado de la segunda vuelta del domingo 28, el frente Bovinos (agropecuario), Balas (seguridad) y Biblia (evangélico), resumido en las siglas BBB, avanzará en forma notable en el Congreso, donde los sucesivos gobiernos del PT compraban votos a diestra y siniestra. Casi la mitad de los nuevos diputados (243 sobre 513) nunca ha ejercido el cargo. El Partido Social Liberal (PSL) (leer más)

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Brasil contiene el aliento

Después de la contundente victoria en la primera vuelta de las presidenciales de Brasil, el candidato ultraderechista Jair Messias Bolsonaro ha ampliado su ventaja en los sondeos previos a la definición del domingo 28. La diferencia es de 58 por ciento de los votos contra 42 de su rival, Fernando Haddad, candidato por el PT, según Datafolha, y de 54 por ciento contra 46, según la revista Veja. La palabra más utilizada en Brasil es renovación ¿Quién ganó y quién perdió en las elecciones de Brasil? El rechazo a la corrupción llevó a la derrota a los partidos tradicionales, más allá del resultado final. La palabra más utilizada es renovación. Un fenómeno que se aprecia, en especial, en ambas cámaras del Congreso. Eduardo Bolsonaro, uno de los hijos del candidato a la presidencia, se ha convertido en el diputado federal más votado de la historia de Brasil, con 1,84 millones de votos. Además Para evitar que la temperatura de la Tierra no suba más de 1,5 grados es necesario adoptar cambios rápidos y sin precedente (leer más)

Política

Bolsonaro casi da el batacazo

De cotizarse más alto el rechazo que la adhesión, el candidato ultraderechista Jair Messias Bolsonaro hubiera estado cerca de ganar en la primera vuelta las presidenciales de Brasil. Tanto Bolsonaro como Fernando Haddad, designado por Lula desde la prisión como candidato por el desflecado Partido dos Trabalhadores (PT), rivales en la segunda vuelta del domingo 28, cosechan más espanto que esperanza en un país corroído por la violencia, la recesión y la corrupción. El odio radicalizó a Brasil, relegando a los candidatos moderados al papel de acompañantes o sostenes de la democracia. Bolsonaro arrasó en la primera vuelta, acaso como Jean-Marie Le Pen en las presidenciales de Francia de 2002, recuerda Marcelo Cantelmi en Clarín. Entonces, la democracia creó anticuerpos. Terminó siendo reelegido Jacques Chirac. El presidente conservador había ganado la primera vuelta a diferencia de Haddad, casi 20 puntos por debajo de Bolsonaro. En Brasil, la fisura social, resumida en “nosotros contra ellos”, no fue inventada por Bolsonaro, sino por Lula desde el primer escándalo de corrupción que sacudió a su gobierno: el mensalão (leer más)