
Contigo aprendí
Bush y Kim se detestan, pero, asediados por problemas internos, necesitaban encontrar una salida para recuperarse Excepto para el depuesto régimen de Saddam Hussein, sobre el cual no hubo lágrimas ni honras, el “eje del mal” tuvo un efecto no deseado: fortaleció a aquellos que, en principio, apenas contaban con la capacidad necesaria para negociar rebajas de ocasión frente a eventuales sanciones económicas de las Naciones Unidas por ir detrás de la bomba. La bomba manda. En un mundo sin liderazgos claros, echado a rodar como una bola de billar después de la Guerra Fría, la bomba, o la mera intención de concebirla en casa, indica el grado de peligro, y de interés, que puede entrañar un país o un gobierno determinado. La bomba, empero, no es igual para todos. No significa lo mismo. Israel, aunque niegue poseerla, procura asegurarse con ella su existencia. Irán, aunque niegue su afán de poseerla, procura asegurarse con ella su independencia. En algunos casos, la bomba no sólo da garantías a los regímenes, sino, también, a los Estados. En (leer más)