Política

¿En qué manos queda Afganistán?

Desde la ejecución de Osama bin Laden en su madriguera de Pakistán, en 2011, tanto el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, como su sucesor, Donald Trump, barajaron la posibilidad de poner punto final a la guerra más larga de la historia de su país. La declarada en 2001 por George W. Bush contra el régimen talibán en Afganistán, vecino de Pakistán, en represalia por la voladura de las Torres Gemelas. Veinte años después del comienzo, Joe Biden ha decidido el retiro de las últimas tropas norteamericanas antes de una fecha simbólica, el 11 de septiembre. El contingente, de 100.000 efectivos cuando Obama asumió la presidencia, ronda entre 2.500 y 3.000 en la actualidad. La guerra en sí, un escudo ante la amenaza de atentados en Estados Unidos, perdió interés entre los norteamericanos, enfocados en la crisis sanitaria, puertas adentro, y en la recomposición de la imagen nacional ante los desafíos de China y Rusia, puertas afuera. Un eventual resurgimiento de Al-Qaeda, engendro terrorista con sello talibán y firma de Bin Laden, figura entre (leer más)

Catalejo

Cuando Bush daba la hora

A mediados de 2007, George W. Bush sufrió un percance en la ciudad de Fushe Kruje, Albania. Comenzó a estrechar manos con el reloj puesto y terminó de hacerlo sin él. ¿Se lo habían robado? “Lo encontró uno de sus guardaespaldas y se lo entregó a su mujer”, repuso el gobierno albanés, alérgico al escándalo. Antes de partir, desde la puerta del Air Force One, el presidente de Estados Unidos saludó con el brazo izquierdo en alto. Dejó a la vista la correa de cuero negra de su Timex. La misma marca que usaba Osama bin Laden. Sospechas y suspicacias al margen, el gobierno albanés suspiró con alivio en aquella ocasión. Iba ser embarazoso que Bush perdiera en su país el reloj, un modelo barato, y que sospechara que Bin Laden estuviera detrás del posible robo para tener uno de repuesto. Cuatro años después, Fushe Kruje erigió una estatua de tres metros de altura en honor a su héroe (Bush, no Bin Laden). Bush saluda con el brazo izquierdo en alto, como en su única (leer más)

Política

Al-Qaeda recicla a los yihadistas

El mayor atentado en la historia de Somalia, cometido a mediados de octubre por Al-Shabab, filial de Al-Qaeda, coincidió con la derrota del Daesh o ISIS, llamado a sí mismo Estado Islámico, en Siria. La caída de Raqqa, la capital de facto del Daesh en ese país, provocó muchas bajas y una fenomenal dispersión de yihadistas. Los sobrevivientes, impedidos de regresar a sus países de origen por temor a ser arrestados, en especial los europeos, volvieron a las fuentes. Los recibió Al-Qaeda, la organización de la cual el Daesh se divorció en 2014 para ver cumplido el sueño del califato propio. No resultó casual que Al-Qaeda mostrara músculo en el peor momento del Daesh por medio de su socio Al-Shabab, de raíz sunita con aspiración de crear un califato. En su caso, en el Cuerno de África. La muerte de más de 350 personas en Mogadiscio, la capital de Somalia, como consecuencia de la detonación de bombas ocultas en camiones, demostró que, más allá de las diferencias entre grupos que en el fondo no dejan (leer más)

Política

Daesh: rápido y furioso

Detrás de cada masacre que se atribuye el Daesh, Estado Islámico o ISIS, sea de su autoría o no, prima un fin letal para los Estados: humillar a los gobiernos por su incapacidad para defender a los ciudadanos a pesar de las fortunas que invierten en medidas de seguridad y, de ese modo, minar sus recursos económicos, provocando abruptas caídas en el turismo y sectores afines. Se trata de una estrategia empresarial, más allá de que el terrorismo sea la mercancía. Los atentados contra clubes nocturnos, restaurantes y discotecas de París, Bruselas, Niza, Berlín y Estambul demuestran que un califato de siglos pretéritos ha elegido como blanco las ciudades del siglo XXI. La amenaza permanente, aderezada por lobos solitarios que obran a veces por motu proprio, desgasta a las autoridades de los países que ataca. ¿Cómo permitieron los gobiernos de Francia y de Alemania, piedras basales de la Unión Europea, que sospechosos de terrorismo embistieran con camiones contra multitudes en Niza y en Berlín? ¿Cómo pudo ser asesinado el embajador de Rusia en Turquía? ¿Cómo (leer más)

Política

Mucho humano, poca humanidad

Por Jorge Elías ¿En qué se parecen Niza, Francia, y Orlando, Estados Unidos? Son ciudades turísticas. En ambas, con un mes y monedas de diferencia, dos trastornados mataron civiles a mansalva. Lo hicieron, en principio, por cuenta propia, más allá de sus presuntas simpatías o conexiones con grupos jihadistas. Fueron abatidos por las fuerzas de seguridad. Tras los atentados, tanto Barack Obama como François Hollande dejaron entrever que el terrorismo internacional pudo haber estado detrás, quizá con más fundamentos en Francia que en los Estados Unidos. El autor de la masacre de Niza, Mohamed Lahouaiej Bouhlel, tunecino radicado en Francia, había alquilado el camión con el cual embistió contra la multitud en el paseo marítimo. El de Orlando, Omar Mir Seddique Mateen, norteamericano de origen afgano, juró lealtad al Estado Islámico (EI) poco antes de irrumpir a tiros en la discoteca Pulse, concurrida por latinos y gays. Los orígenes y los nombres de ambos, de ascendencia árabe, despertaron todas las sospechas. En Francia, el atentado del 14 de julio, Día de la Bastilla, resultó ser (leer más)

Otras voces

La guerra de Afganistán: ¿cuál era realmente el sentido?

De CNN, Estados Unidos Nick Paton Walsh (CNN).- La situación ahora está peor en Afganistán que lo que alguna vez me pude haber imaginado. Y yo era un pesimista. El cansancio fue siempre el factor decisivo. El Occidente se cansó de los horrores que sus tropas vieron, y de la violencia causada diariamente sobre los mismos afganos. El cansancio del costo financiero, en donde una central eléctrica que apenas fue encendida alguna vez, le costó al Tío Sam decenas de millones de dólares. Y el otro cansancio –el que sintió el movimiento Talibán– el que se caracterizaba, en su mayoría, por su ausencia; ellos solo sintieron lo incansable de su causa. Algunas veces la sacudida ocasional le recuerda al mundo que la guerra está todavía en desarrollo. El conflicto, que comenzó inicialmente para derrocar a los talibanes que resguardaban al jefe de Al Qaeda, Osama Bin Laden, después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, ha cobrado la vida de más de 3.500 miembros de la Coalición y decenas de miles (leer más)

Política

Plan de evasión

En un viernes sangriento de Ramadán, especial para los musulmanes, el Estado Islámico exhibe su escaso respeto por la vida en cuatro atentados sincronizados en tres continentes que agudizan el drama de los desplazados y de los refugiados En el mes del Ramadán, rito máximo de los musulmanes, el grupo radical Estado Islámico (EI) o ISIS, musulmán sunita, ingresó a sangre y fuego en la ciudad siria de Kobane y alentó a los suyos a liquidar enemigos. Eran personas de a pie que, durante el sangriento viernes 26 de junio de 2015, cayeron como muñecos en parques de diversiones durante atentados sincronizados en Francia, Túnez y Kuwait. Tanta crueldad, con su ristra de muertos y heridos, procuró escudarse en una cita de la revista Dabiq, órgano de propaganda del EI: “Nadie mejor que Alá maquina complots”. Al Shabab, filial de Al-Qaeda, también mató ese día a decenas de soldados en Somalia. Parte del mundo está pagando el desatino de haber declarado la guerra contra a Irak tras la voladura de las Torres Gemelas y, casi (leer más)

Política

La libertad es la esclavitud

¿Qué lleva en Occidente a hombres y, sobre todo, a mujeres a incorporarse a las filas del grupo radical Estado Islámico y de Al-Qaeda? Desde el 5 de julio de 2014, cuando Abu Bakr al Bagdadi se autoproclamó el primer califa en varias generaciones desde el gran púlpito de la mezquita de Al Nuri, de Mosul, Irak, el Estado Islámico (EI) no ha dejado de sumar voluntades. La mayoría son jóvenes que, de no ser confiscados sus pasaportes, emigran de Francia, Bélgica, el Reino Unido, Alemania, Holanda, Australia, Indonesia y los Estados Unidos, entre otros países, rumbo a los enclaves conquistados por el grupo sunita en Irak, Siria y Libia. Suelen dar el salto desde Turquía, cuyo gobierno vigila a 12.500 personas, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). ¿Qué atractivo ejerce el EI, también llamado ISIS y Daesh, sobre los occidentales, especialmente sobre las mujeres, más allá de que sean musulmanes? No sólo el EI, en realidad. De más de la mitad de los países del mundo parten mujahidines (combatientes) para nutrir sus (leer más)

Política

Hombres de negro

Otra atrocidad ha sido difundida en un video por el Estado Islámico, esta vez contra presuntos etíopes cristianos en Libia, donde en febrero fueron ejecutados 20 egipcios coptos y un ghanés  Dos masacres en un instante componen el nuevo video del grupo sunita Estado Islámico (EI), titulado Clarividencia. Está grabado en Libia, sumida en un caos desde la caída y la ejecución de Muamar el Gadafi el 20 de octubre de 2011. Dos hileras de etíopes cristianos, unos 30 en total, machan en fila rumbo a la muerte. Serán decapitados unos y baleados los otros. Sin piedad. Por ser, según dice en inglés uno de los verdugos, viles “cruzados” cuyo único fin en este mundo es “asesinar musulmanes”. En Libia, con dos gobiernos, dos parlamentos y constantes combates que rozan la guerra civil, el EI ejecutó en febrero a 20 egipcios coptos y un ghanés, razón por la cual Egipto bombardeó su territorio. Es el tercer país que el EI pretende convertir en parte del califato. Entre el 10 de junio y el 23 de (leer más)

Política

A sangre fría

La decapitación frente a la cámara del periodista James Foley, secuestrado en noviembre de 2012 en Siria, refleja la cruzada cruel y demencial del Estado Islámico en el afán de imponer su ley medieval Lo decapitaron. No ha de haber peor acto de cobardía que obligar a un condenado a muerte a recitar una arenga política, por la represalia de los Estados Unidos contra el Estado Islámico (EI) en Irak, antes de ser ejecutado. Estaba arrodillado en el desierto, con las manos atadas en la espalda y un micrófono colgado en el uniforme naranja, como el de los presos de Guantánamo. Su verdugo, de acento británico, sostenía el cuchillo con la mano izquierda. Era el final del periodista norteamericano James Foley, corresponsal de GlobalPost, de Boston, y de la agencia de noticias France Presse (AFP). Lo habían secuestrado el 22 de noviembre de 2012 en el norte de Siria. Era, más allá de su nacionalidad, su credo y su profesión, un ser humano. La cruel ejecución de Foley, divulgada sin remordimiento en un video espeluznante (leer más)

Política

Irak, otra vez atroz

El Estado Islámico de Irak y el Levante, alianza de organizaciones radicales nacida bajo el paraguas de Al-Qaeda, mantiene el vilo al país y pone en un aprieto a la comunidad internacional Una semana antes de la Navidad de 2011, por decisión de Barack Obama, el último soldado norteamericano salió de Irak camino a Kuwait. Era el final de la guerra declarada el 19 de marzo de 2003 por su antecesor, George W. Bush, con premisas falsas y un desenlace tan incierto como la democracia en el país. En casi nueve años murieron más de 151.000 personas, de las cuales 125.000 eran civiles, y resultaron heridas casi 302.000, según el informe “The costs of war since 2001: Iraq, Afghanistan and Pakistan”, del Watson Institute for International Studies, de Brown University. Hubo también 1.800.000 refugiados y 1.700.000 desplazados internos. En diciembre de 2012, un año después de aquello que insinuaba ser el comienzo de una nueva era, milicianos del Estado Islámico de Irak iniciaron una acampada de protesta en Ramadi. La minoría sunita, antes cobijada por (leer más)