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Política

El cartero llama dos veces

Una suerte de plaga bíblica (o coránica) contra la cual no puede el sistema dependiente del correo La conoció de perfil. Creyó que iba a perder la cabeza por ella… Sólo perdió la billetera. Como otros que, rendidos ante el encanto de sus ojos color caramelo, o acaramelados, aspiraron un perfume embriagador. Hechizante. Capaz de adormecerlos. Y de permitir entre ensueños que, en un parpadeo, fueran despojados de algo más que el corazón. La muchacha dejaba, tras su taconeo, una silla vacía y una fragancia extraña. Usaba en el cuello y en el pecho un paraíso artificial de acción más rápida que un sedante natural: el borrachero, derivado de una planta frecuente en las regiones cálidas de América latina. La indiferencia frente a toda mirada provocativa comenzó a ser entonces la única vacuna eficaz contra el síndrome del fugaz amor eterno. No tan dramático, y expandido, como el ántrax a domicilio. Una suerte de plaga bíblica. O coránica. Contra la cual no puede el sistema, dependiente del correo. Ni puede la curiosidad frente a un (leer más)

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Juegos de guerra

El gobierno argentino ha ofrecido asistencia a los Estados Unidos, poniéndose un paso delante de sus vecinos Campaña, no guerra. Despliegue, no cruzada. Libertad Duradera, no Justicia Infinita. Relaciones maduras, no carnales. Muy sutil todo. Y lento. Como la agonía del diminuto ejemplar de prisionero hindú, con la cabeza rapada y la mirada vaga y acuosa, de bigote espeso y saliente, absurdamente grande para su cuerpo, que describe George Orwell en El ajusticiamiento: «Las uñas aún estarían creciendo cuando él se hallara sobre la plataforma, cuando estuviera cayendo por el aire con un décimo de segundo de vida por delante». Un relato verídico. Tan verídico como la rara coincidencia del 11 de septiembre, 9/11 en inglés, con el número telefónico que teclean los norteamericanos para las emergencias de todo tipo, 911. Que, sumado (9 + 1 + 1), da 11. Al igual que la forma de las Torres Gemelas mientras estaban erguidas, el número de vuelo del primer avión que embistió contra ellas y la cantidad de letras de New York City, Afghanistan, The Pentagon (leer más)

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Sólo sabemos que no sabemos nada

El sesgo terrorista de los atentados ha llevado a Bush a no distinguir grises en un mundo que ya no será como antes Culebreó la sospecha y, de inmediato, toreó la certeza: Osama ben Laden dejó su huella en los atentados. Como en otras ocasiones: la bomba en el estacionamiento subterráneo de las Torres Gemelas, en 1993; las voladuras de las embajadas norteamericanas en Kenya y en Tanzania, en 1998, y el boquete en el destructor USS Cole en Yemen, en 2000. Una ristra de horrores, reivindicado el fanatismo, o la brutalidad, como el derecho de los malos, de un lado. Una ristra de errores, reivindicada la réplica, o la defensa, como el derecho de los buenos, del otro. Y, en el medio, una ristra de cabos sueltos, entre horrores y errores, reivindicado el derecho de la duda. O del escepticismo. Legítimo frente a las pistas zigzagueantes de una banda terrorista cuyo presunto líder, Mohamed Atta, ingeniero y piloto, de 33 años, nacido en El Cairo, radicado en los Estados Unidos, habría estado vinculado con (leer más)

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Sin espacio para la neutralidad

El martes comenzó una era brutal en la cual los EE.UU. han demostrado su capacidad para suscitar amores y odios Por pura ignorancia, o por laguna súbita, George W. Bush reprobó su primer examen de política exterior en vísperas de las elecciones: no sabía cómo se llamaba el presidente de Paquistán. De él, sin embargo, Pervez Musharraf, criticado por su simpatía con los talibanes que apañan al terrorista Osama ben Laden, ha recibido permiso para sobrevolar su espacio aéreo. Clave en el virtual despliegue de la mayor coalición de la historia contra Afganistán como represalia por la demolición de las Torres Gemelas y de un lado del Pentágono. Plegarias no atendidas, o pesadillas cumplidas, en las cuales el Gran Satán, versión Saddam Hussein, alterna una década después de la madre de todas las batallas entre el rostro sombrío de Bush y la barba hirsuta de Ben Laden. Entre ellos alterna, también, la gracia divina en medio de la humillación, y del duelo, de la humanidad toda por la crueldad desatada contra los símbolos de la (leer más)

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El lado oscuro del corazón

Vanos han sido los pedidos de ayuda para 460 personas, o más, frente al rechazo de Australia y la vacilación de otras naciones Todo depende de la bondad del objeto y, a veces, del sujeto. O, como en el océano Indico, de un acto de piedad por 460 ejemplares de seres humanos, o más, con menos derechos que los argelinos de París, los turcos de Bonn, los chinos de San Francisco, los mexicanos de Los Angeles, los cubanos de Miami, los salvadoreños de Washington, los guatemaltecos de Chiapas, los japoneses de Lima, los italianos de Buenos Aires, los kosovares de la alianza atlántica (OTAN) y los argentinos de Ezeiza. Somos todos náufragos. Algunos, en tierra firme. Otros, como los afganos, los paquistaníes y los cingaleses del buque carguero de bandera noruega Tampa, en aguas turbulentas. Que han quedado a mitad de camino, en reclamo del status de refugiados, después de ser rescatados el domingo de una balsa de madera destartalada que, cerca del puerto indonesio de Merak, prometía ser la bandeja descartable de un manjar (leer más)

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Herida por un sable sin remache

Señal de alerta: la gente pierde confianza en las instituciones porque no ve satisfechas sus expectativas económicas Vivíamos en un ombligo. Los latinoamericanos, no sólo los argentinos. Tan aislados vivíamos, náufragos en tierra firme, que usábamos palabras raras. Como sentimientos en lugar de feelings y reuniones en lugar de meetings. En un santiamén, apenas una década, pasamos del tercer mundo al primero. Y, entonces, empezamos a llamar a las cosas por su nombre: loft al galpón venido a más, topless a nada por aquí y poco por allá, baguette al pan flauta, look al aspecto personal, fashion a la moda, sale a la liquidación de fin de temporada (o de mes), shopping a la vuelta del perro y todo por dos pesos (o su equivalente en otras monedas) al excedente made in China. Teníamos programas de televisión aburridos, no talk-shows ni reality-shows, y noticieros, no magazines. Ni zapping hacíamos, obstinados en cambiar de canal. De Panamá, digo. Tanto hemos cambiado, sin embargo, que vanos parecen ahora los esfuerzos con tal de preservar las especies en (leer más)

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Demasiado al Este es Oeste

La Argentina y otros países han reforzado la seguridad en las instituciones judías por temor a una expansión de la intifada Todo árabe se jacta, desde Las mil y una noches, de dos méritos con su vecino: ser árabe y ser vecino. Siempre y cuando no se llame Yasser Arafat, al parecer, tildado de caradura por el gobierno de Ariel Sharon después de haber hecho alarde de su compromiso con el proceso de paz y con los acuerdos firmados con los sucesivos primeros ministros de Israel. Como si sólo fuera víctima de la crueldad ajena. Un ángel entre duendes. Incapaz de sofocar las represalias por la intifada. O de huir de su propio espejo. Superado, en realidad, por el pasado que vuelve: desde la clandestinidad, los líderes de la Brigada de los Mártires de Al Aqsa, rama de la organización Al Fatah, fundada por él mismo, prometen ataques contra blancos judíos, o norteamericanos, más allá de los límites de Medio Oriente, siempre difusos, mientras el terrorista más buscado del mundo, Osama ben Laden, autor de (leer más)

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Nunca falta alguien que sobre

Todo empezó a fines de 1999 en Seattle, pero, en realidad, Marcos y sus zapatistas ya habían arrojado la primera piedra Separado va todo junto. Todo junto va separado. Y hágase el caos: todos juntos van separados contra la globalización, valiéndose de teléfonos móviles, de correos electrónicos y de sitios de Internet para fijar el punto de encuentro. En un McDonald’s. Que, después del Big Mac y de la Coca-Coca, será prudentemente apedreado. ¿Todos juntos, o separados, protestan contra la electricidad bajo la misma lámpara, entonces? Momento. En Génova, mientras los líderes de los siete países con mayores productos brutos internos del mundo más Rusia (el Grupo de los Ocho) invierten el fin de semana en vacunas contra crisis tan diversas como Medio Oriente, la Argentina, Macedonia, la pobreza, el sida y la importancia de la rueda en la industria automotriz, golpean la puerta las protestas contra la globalización. Que comenzaron en Seattle, el 30 de noviembre de 1999, y que continuaron, sin fin, en Bangkok, Washington, Praga, Davos, Gotemburgo, Barcelona y Salzburgo. Desdibujadas en (leer más)

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Balada para un loco

Videla se convertía, casi al mismo tiempo, en el primer dictador latinoamericano procesado por la Operación Cóndor De sobra sabía que iba a ser sobreseído por la Sala Sexta de la Corte de Apelaciones de Santiago. Los achaques no son tan malos como parecen. Sobre todo si resultan una vía de escape. La única de Pinochet, a los 85 años, con la arrogancia en baja, la arteriosclerosis estable y la demencia en alza después de 503 noches de posoperatorio en las afueras de Londres con la visita frecuente de una diva como Margaret Thatcher. Razón, quizá, de sus deseos ardientes de volver a casa. Por la razón o por la fuerza. Como el canto de una moneda de 100 pesos chilenos. Que, echada a rodar, cayó ceca allende los Andes: casi en estéreo con su eximición de juicio por falta de juicio, el lunes, Videla pasaba a ser, el martes, el primer dictador latinoamericano procesado por la Operación Cóndor. Patentada en Santiago a fines de 1975. Tres meses antes del golpe en la Argentina, dos (leer más)

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Ojalá que la luna pueda salir sin ti

El dictador cubano es, paradójicamente, la traba de una transición democrática y, a la vez, el único capaz de encararla Sombras, nada más, nublaron sus pupilas. Y, más pa’llá que pa’cá, habrá soñado con serpientes. Sus rodillas, después de una vida de verba trágica, flaquearon por primera vez en público. Cayó Fidel Castro y, con él, subió el riesgo Cuba. O, acaso, el riesgo de una transición hacia esa estupidez que, fuera de la isla, llaman democracia. Y que, curiosamente, sólo depende de él, no de su muerte, en el limbo o en la luna durante unos minutos, el 23 de junio, por un súbito desvanecimiento. No pudo con el solazo. Con un golpe de calor, no de Estado. Pero, una vez desempañados los rostros ceñudos que sombreaban sus barbas, reparó en el legado de la sangre. En Raúl Castro. Con las ventajas y las desventajas de ser su hermano. De 70 años, cuatro menos que él. Y convidó a creerle cuando dijo futuro, precipitándose a crear una suerte de monarquía revolucionaria que sobreviva a (leer más)

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Toda prisión tiene una ventana

Montesinos y Milosevic cayeron por motivos distintos, vinculados, sin embargo, con una causa común: el abuso de poder Toda prisión tiene una ventana. Y Vladimiro Montesinos, más prolífico que Spielberg mientras era el jefe de facto de la inteligencia de Fujimori, halló una apenas quedó huérfano de amparo en la Venezuela de su amigo Hugo Chávez: miles de videos, o vladivideos, de pactos non sanctos con medio mundo, filmados por decisión propia, con los cuales, al parecer, no quedaría piedra sobre piedra en el Perú y alrededores. Son el salvoconducto que conservó hasta el final, perdido por perdido frente a la persecución del FBI. Alertado, a su vez, por el Pacific Industrial Bank, de Miami, en donde un emisario debía retirar una módica propina de casi 40 millones de dólares. No sabía que dos de los ejecutivos con los cuales se reunió eran, en realidad, agentes federales. Competidores, en los sótanos de la burocracia norteamericana, con empleados y ex empleados de la CIA, como Montesinos. Más razón aún para dar el golpe de gracia y, (leer más)

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Pan para hoy, hambre para mañana

El arresto de Menem es otro eslabón de una cadena en la que están engarzados Kohl, Mitterrand y Fujimori La paz más desventajosa es menos redituable que la batalla más justa. Sobre todo, para los traficantes de armas. Gente poco escrupulosa que pacta con un gobierno democrático o con una dictadura militar y, con tal de hacer su negocio, se vale de los rasputines de turno. Encargados, a su vez, de convencer al zar de que el matrimonio es la única guerra en la cual los enemigos duermen juntos. En las otras prima el engaño. Como en la política. Y, por ello, no ha habido una sola escaramuza que no fuera santa. Por Dios y por la patria, cual juramento presidencial. Demandantes, en última instancia, de haber caído en la tentación de obtener ganancias de las desgracias ajenas. Tan ajenas para la Argentina, al parecer, como Croacia y la desintegración yugoslava, por más que tropas nacionales nutrieran el pelotón de los cascos azules de las Naciones Unidas, y el conflicto fronterizo entre el Ecuador y (leer más)

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El caballero de la armadura oxidada

La victoria de Berlusconi despertó el júbilo de Aznar, de Thatcher y de Haider, y la duda de los otros líderes de Europa Roma, a juzgar por la guía telefónica, está llena de argentinos. O, tal vez, Buenos Aires esté llena de italianos. Compartimos todo: la pasión, los gestos, la pasta, los batigoles… Hasta, en algunos casos, la ciudadanía. Sólo nos faltaría a los argentinos un presidente de origen italiano, por más que Raúl Alfonsín haya nombrado de facto a Domingo Cavallo en un blooper, según se corrigió de inmediato frente a corresponsales extranjeros, con el cual hizo otro modesto aporte a la confusión general. Consecuencia, seguramente, de las enormes dudas que ha despertado en la socialdemocracia europea, con la cual comulga, la victoria de Silvio Berlusconi. Comparado, antes de las elecciones del domingo pasado, con el ultraderechista austríaco Joerg Haider por sus lazos con un nostálgico del fascismo como Umberto Bossi, líder de la Liga del Norte. El único que no festejó por no haber alcanzado la senaduría. Autor, no obstante ello, de una (leer más)

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Estamos en el aire

Bush rubricó el plan de crear un escudo antimisiles mientras el millonario Tito se convertía en el primer turista espacial Un mundo seguro, versión George W. Bush, no es necesariamente un mundo feliz, versión Aldous Huxley. Y ser feliz, o procurar serlo, no es, al menos en los Estados Unidos, un estado en cuestión, sino una cuestión de Estado: está contemplado como un derecho en la Declaración de la Independencia. Las democracias liberales, como la argentina, adoptaron y adaptaron la carta de navegación norteamericana, versión Juan Bautista Alberdi, pero soslayaron con precocidad tanguera la balada de la felicidad en sus letras constitucionales. La felicidad, sin embargo, no depende de una norma en especial (salvo que se trate de una tal Norma), sino de las pequeñas cosas: una pequeña mansión, una pequeña cupé, un pequeño yate, una pequeña cuenta bancaria… O, en el caso de Bush, un inmenso escudo antimisiles que, con vista de lince y olfato de sabueso, advierta en las alturas un misil lanzado contra su territorio, o contra el área que proteja, y (leer más)

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Devoto de los votos y de las botas

El régimen de Castro, más amigo de la dictadura argentina que de la democracia, se ufanó de una victoria moral Perdido por perdido, nunca vencido, Fidel Castro removió el avispero: «Eso es lamer la bota de los yanquis», espetó el 2 de febrero por los 39.500 millones de dólares que requería el blindaje financiero. Podrían haber sido 1500 millones menos si hubiera pagado la añosa deuda contraída con la Argentina, pero suele ofenderse cada vez que un emisario del gobierno, o del vil capitalismo, trata de hablar de ella. Nada de eso, entonces: asesorado por expertos sobre las inminentes grietas de la Alianza desde la renuncia de Carlos Chacho Alvarez a la vicepresidencia, sólo pretendía cargar contra las relaciones carnales con los Estados Unidos. En otro país, el exabrupto de Castro, con tono grave de stalinista dogmático, movimientos ampulosos de showman vocacional y uniforme verde oliva de recién llegado de Bahía de Cochinos, habría desatado réplicas inmediatas de oficialistas y de opositores por igual. Que eso no se dice, que eso no se hace, que (leer más)