Política

Mucho humano, poca humanidad

Por Jorge Elías ¿En qué se parecen Niza, Francia, y Orlando, Estados Unidos? Son ciudades turísticas. En ambas, con un mes y monedas de diferencia, dos trastornados mataron civiles a mansalva. Lo hicieron, en principio, por cuenta propia, más allá de sus presuntas simpatías o conexiones con grupos jihadistas. Fueron abatidos por las fuerzas de seguridad. Tras los atentados, tanto Barack Obama como François Hollande dejaron entrever que el terrorismo internacional pudo haber estado detrás, quizá con más fundamentos en Francia que en los Estados Unidos. El autor de la masacre de Niza, Mohamed Lahouaiej Bouhlel, tunecino radicado en Francia, había alquilado el camión con el cual embistió contra la multitud en el paseo marítimo. El de Orlando, Omar Mir Seddique Mateen, norteamericano de origen afgano, juró lealtad al Estado Islámico (EI) poco antes de irrumpir a tiros en la discoteca Pulse, concurrida por latinos y gays. Los orígenes y los nombres de ambos, de ascendencia árabe, despertaron todas las sospechas. En Francia, el atentado del 14 de julio, Día de la Bastilla, resultó ser (leer más)

Política

La libertad es la esclavitud

¿Qué lleva en Occidente a hombres y, sobre todo, a mujeres a incorporarse a las filas del grupo radical Estado Islámico y de Al-Qaeda? Desde el 5 de julio de 2014, cuando Abu Bakr al Bagdadi se autoproclamó el primer califa en varias generaciones desde el gran púlpito de la mezquita de Al Nuri, de Mosul, Irak, el Estado Islámico (EI) no ha dejado de sumar voluntades. La mayoría son jóvenes que, de no ser confiscados sus pasaportes, emigran de Francia, Bélgica, el Reino Unido, Alemania, Holanda, Australia, Indonesia y los Estados Unidos, entre otros países, rumbo a los enclaves conquistados por el grupo sunita en Irak, Siria y Libia. Suelen dar el salto desde Turquía, cuyo gobierno vigila a 12.500 personas, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). ¿Qué atractivo ejerce el EI, también llamado ISIS y Daesh, sobre los occidentales, especialmente sobre las mujeres, más allá de que sean musulmanes? No sólo el EI, en realidad. De más de la mitad de los países del mundo parten mujahidines (combatientes) para nutrir sus (leer más)

Política

Luz, cámara, terror

El Estado Islámico, como antes Al-Qaeda, pone a occidentales contra occidentales en una guerra de imágenes y prédicas fríamente calculada En la película promocional “El sonido de las espadas”, un dron capta imágenes desde el cielo en la ciudad de Fallujah, Irak, y desciende a un infierno de sangre y fuego coronado por la cobardía, exhibida como valentía, de ejecutar con disparos en la nuca a enemigos desarmados, de rodillas y con las manos atadas, con el latiguillo “Dios es el más grande”. Los tildan de apóstatas. Mientras tanto, la bandera negra del Estado Islámico (EI) ondea en señal de victoria en el extremo superior izquierdo de la pantalla. Las escenas son espeluznantes. Procuran intimidar a los disidentes y reclutar mujahidines (combatientes) para la la jihad (guerra santa) en otros países. El terror y la mentira corren como pólvora en las redes sociales, utilizadas como vehículo de propaganda del EI. Los videos son editados como piezas de Hollywood. Están hablados en árabe con subtítulos en inglés o viceversa. En uno de ellos, la plegaria del (leer más)

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Irak, otra vez atroz

El Estado Islámico de Irak y el Levante, alianza de organizaciones radicales nacida bajo el paraguas de Al-Qaeda, mantiene el vilo al país y pone en un aprieto a la comunidad internacional Una semana antes de la Navidad de 2011, por decisión de Barack Obama, el último soldado norteamericano salió de Irak camino a Kuwait. Era el final de la guerra declarada el 19 de marzo de 2003 por su antecesor, George W. Bush, con premisas falsas y un desenlace tan incierto como la democracia en el país. En casi nueve años murieron más de 151.000 personas, de las cuales 125.000 eran civiles, y resultaron heridas casi 302.000, según el informe “The costs of war since 2001: Iraq, Afghanistan and Pakistan”, del Watson Institute for International Studies, de Brown University. Hubo también 1.800.000 refugiados y 1.700.000 desplazados internos. En diciembre de 2012, un año después de aquello que insinuaba ser el comienzo de una nueva era, milicianos del Estado Islámico de Irak iniciaron una acampada de protesta en Ramadi. La minoría sunita, antes cobijada por (leer más)