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La insoportable levedad de los imperios

Si hay problemas entre vecinos, la solución suele ser sencilla: consiste en levantar un muro, dejar de ver al otro Frente a los afanes nucleares de Kim Jong-Il, China halló la solución: levantó un muro. Santo remedio. Si uno tiene diferencias con un vecino molesto, nada mejor que no verlo. E ignorar qué sucede en sus dominios. Para eso sirven los paredones, finamente decorados en sus extremos con alambres de púas y otros detalles. Para eso y, en el caso de la península asiática, para impedir que los norcoreanos, no contentos con su bomba atómica, vayan a Pekín en busca de comida o menudencias por el estilo. Lo cual no deja de ser una muestra de ingratitud con el Querido Líder: ¿qué plato de arroz sabe mejor que las fisiones de neutrones y protones? De paredones saben los chinos: la Gran Muralla, construida y reconstruida por varias dinastías durante más de un milenio, tenía como fin proteger al imperio de los ataques de nómades provenientes de Mongolia y Manchuria. El muro frente a Corea del (leer más)

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Uno contra todos y todos contra uno

Con sus ensayos nucleares, Kim Jong-Il aceleró los tiempos del vecindario y puso en un aprieto a la comunidad internacional Desde Panmunjom, en la frontera entre las dos Coreas, uno percibe, si el sol ayuda, el brillo de la imponente estatua de bronce de Kim Il-Sung, padre de Kim Jong-Il. Preside el centro de Pyongyang, la capital de Corea del Norte, con sus 35 metros de altura. A sus pies, todo extraño de ojos no rasgados, a menudo escoltado por “guías turísticos” retirados de la KGB, debe depositar flores en honor a aquel cuyo nacimiento, en 1912, marcó el año cero del calendario. Murió en 1994, pero no dejó de ser el Gran Líder o el Sol Rojo. Cada mañana, bien temprano, las sirenas preludian, cual despertador orwelliano, que “la revolución es un deber cotidiano” e instan a la gente, humilde en su mayoría, a “construir un Estado socialista poderoso”. El régimen de Kim Jong-Il, bastión comunista que ignoró el final de la Guerra Fría, cobija un pueblo fantasma en la frontera, trazada sobre el (leer más)

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Hágase tu voluntad

El factor religioso cobró vigor en las crisis internacionales, así como en los conflictos internos de algunos países Más que hiriente u ocurrente, Hugo Chávez quiso ser estridente. No en vano, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, atribuyó un nuevo mote a George W. Bush. Diablo lo llamó. Y dijo que olía a azufre en ese sitio, en donde había estado un día antes. ¿Qué mensaje encubría esa agresión, capaz de desatar carcajadas en delegaciones diplomáticas aparentemente no familiarizadas con su léxico de barricada? Encubría una venganza: no te perdonaré que hayas estado detrás del golpe cívico-militar por el cual quedé fuera de juego durante un par de días en abril de 2002. Y encubría, también, una advertencia: tu país puede paralizarse si mi amigo Mahmoud Ahmadinejad y yo dejamos de proveerte petróleo. Entre la venganza y la advertencia, la agresión encubría, a su vez, un mensaje más profundo: en el país cuya moneda lleva el lema In God We Trust (Confiamos en Dios) desde 1864 y cuyos políticos contemporáneos, sea Bush, sea (leer más)

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Solos en la madrugada

Lula marcha hacia la reelección, lo cual favorece algunos intereses, pero, a su vez, sienta precedente sobre la corrupción En otro tiempo, el fenomenal escándalo de corrupción en el cual quedó envuelto en Partido de los Trabajadores (PT) hubiera arrasado con la furia de un tsunami la estantería gubernamental de Brasil. En la intimidad, Luiz Inacio Lula da Silva temió en más de una ocasión la posibilidad de ser sepultado por el lodo de las denuncias lanzadas desde mayo de 2005 por el diputado Roberto Jefferson sobre el mercadeo de cargos, la transferencia de recursos federales a caciques parroquiales y la financiación de campañas con fondos no declarados (provenientes de la caixa dois). Superó el trance, sin embargo. Y resultó ileso. Fortalecido, incluso. A punto de ser reelegido, Lula sorteó el mayor escándalo de corrupción de la historia moderna. ¿Su fórmula? Tomó distancia, desde un primer momento, tanto de las imputaciones como de su partido, fundado por él mismo en 1980. Y dejó que rodaran algunas cabezas, como la de su secretario privado, José Dirceu, (leer más)

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Cómo ser opositor y no morir en el intento

El dilema afecta a América latina, sobre todo por la impronta de Chávez y por el correlato de las elecciones en México BERLÍN.– Poco sabía Gabriela Büssemaker, alcaldesa de Ettlingen, Estado de Baden-Württemberg, del origen remoto de sus visitantes: la Argentina. Sólo acudían a su memoria, mientras departía con diputados por Compromiso para el Cambio, Recrear, la UCR, el ARI y los partidos Demócrata de Mendoza y Renovador de Salta, los reclamos de alemanes furiosos por no haber cobrado los dividendos de los bonos de la deuda pública que habían adquirido antes de la crisis. Ese tema y la curiosidad por la cercanía entre Néstor Kirchner y Hugo Chávez, así como el conflicto con Uruguay por las plantas de celulosa, fueron recurrentes en las reuniones con dirigentes del Partido Liberal Democrático (FDP). Después de la crisis, la Argentina dejó de ser una sucursal de Europa, plasmada, cual síntesis, en la vida y la arquitectura de Buenos Aires. Antes, la pregunta era: ¿cómo nos ven? Ahora, la pregunta es: ¿nos ven? En Alemania, concentrada en su (leer más)

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La vidriera irrespetuosa

Menos libertad y más sensibilidad son el saldo que advierte Europa como consecuencia de la política contra el terrorismo Desde la Segunda Guerra Mundial, Europa no pudo reparar sus errores ni solucionar sus problemas. Cada vez que se vio en apuros, los Estados Unidos acudieron en su ayuda. Puso en evidencia, con ello, sus flaquezas. Ese síntoma, más allá de los agradecimientos de rigor, nunca dejó de ser una cruz que debieron cargar, a su vez, todos los presidentes norteamericanos desde el desembarco en Normandía. Entre ellos, George W. Bush se llevó la peor parte por su respuesta a la voladura de las Torres Gemelas, considerada exagerada, y por su política contra el terrorismo, considerada desproporcionada. Poco antes, mientras el mundo occidental aún incorporaba la democracia y el libre comercio como un estilo de vida, Bush había dado indicios de que los Estados Unidos cerraban filas en sí mismos en cuestiones que trascendían sus fronteras y que habían sido suscriptas por Bill Clinton, como las adhesiones a la Corte Penal Internacional y al Tratado de (leer más)

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Reloj, no marques las horas

Vencido el plazo de la ONU, Irán desafía a la comunidad internacional con su empeño en desarrollar material sensible y peligroso Desde la muerte del ayatollah Ruhollah Khomeini, diez años después de la revolución islámica, Irán aplicó una estrategia: zigzagueó entre la agresión y la persuasión. La agresión contra los Estados Unidos y, cuando se vio apremiado, la persuasión con Europa. La estrategia de los mullahs, capaz de sacar de quicio a George W. Bush, reportó el tiempo como beneficio inmediato para un régimen que, de cara al mundo, debió ser intérprete de una faz política y de otra religiosa como síntesis de un poder complejo. Tan complejo que no vaciló en socavar gobiernos comprometidos con causas contrarias a sus intereses, como Arabia Saudita, mientras sentaba precedente de su rechazo a la existencia de Israel. En todo momento se valió Irán de la confusión, de modo de mostrarse agresivo, por un lado, y persuasivo, por el otro. Nunca antes, sin embargo, estuvo tan decidido a disponer de la capacidad de enriquecer uranio, aislar plutonio y (leer más)

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La guerra después de la guerra

Nadie respondió cómo se hace para repeler a un grupo terrorista que, como partido político, forma parte de un gobierno democrático Desde Afganistán e Irak, sin ir más lejos, las guerras no terminan después las guerras. Continúan en forma indefinida durante las treguas, sujetas de alfileres por los cuales la comunidad internacional, representada en las Naciones Unidas, se ufana de haber logrado el cese el fuego y, con él, de haber evitado mayores desgracias. En casi cinco semanas de hostilidades murieron varios civiles en el Líbano e Israel, así como soldados de ese país y milicianos de Hezbollah. Si el saldo significa un éxito, como la persecución del régimen talibán sin haber cazado a Osama ben Laden o la caída de Saddam Hussein sin haber hallado las armas de destrucción masiva, la Doctrina Bush está en déficit. O en peligro. La Doctrina Bush, más allá de la reacción unilateral de Israel contra Hezbollah y, por extensión, del mensaje de advertencia a Siria e Irán, no respeta grises: están con nosotros o están contra nosotros. En (leer más)

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El viejo y el mal

En la resistencia contra una eventual invasión norteamericana, halló el régimen una forma de mantenerse sin su líder En algún momento iba a ocurrir. La duda no iba a ser qué, ni quién, ni cuándo, ni cómo, ni por qué, ni para qué. La duda iba a ser dónde. ¿Dónde está Fidel Castro? Una duda provocó, también, el deshielo de la Guerra Fría tras la caída del Muro de Berlín: ¿dónde está la izquierda? La duda era planteada en inglés: what’s left? Tenía dos acepciones: ¿qué es izquierda?, por un lado; ¿qué queda?, por el otro. En síntesis, ¿qué queda de la izquierda? Esa duda, trasladada a Cuba, halla su propia traducción: ¿qué queda de Fidel Castro, más allá de su suerte, después de Fidel Castro? Queda la duda, precisamente. Sobre todo, después de 47 años de asociación libre entre un hombre que no tiene repuesto, Castro, y un hecho que tampoco tiene repuesto, la revolución. Castro y la revolución trascendieron la isla con mayor ímpetu que los balseros que, una vez consumado el derrocamiento (leer más)

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Castillos de arena

Los ejércitos no combaten contra ejércitos, sino contra fuerzas militares que, a veces, son más poderosas que ellos mismos En la biblioteca de su casa de campo de las afueras de Londres, Tony Blair se sentó en la alfombra y, en mangas de camisa, desplegó entre sus piernas un mapa de Medio Oriente. Estaba por emprender un viaje a la región más conflictiva del planeta. A su lado, Bill Clinton procuraba orientarlo sobre el derrotero y, en cada sitio en el que detenía el índice de su mano hábil, la izquierda, sobre las personas que debía ver. Testigo de ello, Fernando Henrique Cardoso, aún presidente de Brasil, concibió la idea de que su par de los Estados Unidos, comprometido como nadie en el proceso de paz durante sus ocho años de gestión, fuera el secretario general de las Naciones Unidas después de Kofi Annan. En eso quedó la idea: en nada. George W. Bush, el día y la noche con su antecesor en la visión de Medio Oriente, no iba a apoyarla. Era descabellada, en (leer más)

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Ni el músculo duerme ni la ambición descansa

La guerra entre Israel y Hezbollah, en la cual falló la diplomacia, debilitó todos los intentos de apuntalar al gobierno libanés De retórica viven los líderes. De retórica y de riesgo, como los generales. Sin ambos atributos, difícil sería persuadir al resto de los mortales. Mortales también son ellos, por más que, en su mayoría, no puedan ni quieran asumirlo. Prefieren preservar una imagen, la propia, de modo de mostrarse firmes y eficaces en sus cometidos. Vale para todos en Medio Oriente. Entre ellos, el revoltoso presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, llegó a decir que Israel debía ser borrado del mapa. ¿Estaba en sus cabales? Tanto que, en contradicción con ello, negoció con el gobierno de Italia, al cual recurrió el primer ministro israelí, Ehud Olmert, el cese el fuego en el Líbano. ¿Las condiciones? Primero, que fueran liberados los dos soldados israelíes retenidos, carne de cañón del conflicto. Segundo, que no dispararan más misiles contra Israel. Tercero, que en la frontera del Líbano se desplazaran tropas libanesas; otros, como el secretario general de las (leer más)

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Provócame otra vez

En un mundo unipolar, todo país en conflicto espera las respuestas que los Estados Unidos se imponen dar En el Paralelo 38 hay un puente de madera. Lo llaman el puente del no retorno. Si uno pone un pie en él, la suerte está echada: te capturan o te matan, según me advirtió un mayor del ejército norteamericano. El puente conduce al país más raro del mundo: Corea del Norte. Es el país de un solo hombre, Kim Jong-Il. Una dictadura de corte stalinista que, arropada por China a pesar de la hambruna de su gente y de las restricciones de sus libertades, sobrevive custodiada, en la frontera con Corea del Sur, por una banda de bromistas y matones con uniformes militares. Son soldados que, a escasos metros de sus pares surcoreanos, cambian de manos los fusiles y, desafiantes bajo gorros de piel, suelen sacarles brillo a los borceguíes con la bandera de los Estados Unidos o golpear con los nudillos las paredes de las casillas en las cuales se reúnen dos veces por día (leer más)

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Recuerdos del futuro

Cambian los candidatos y los partidos, pero no cambia la percepción de las mañas que tantas veces se le criticaron al PRI Le advirtieron cierta vez a Adolfo López Mateos, presidente de México entre 1958 y 1964: “No son pocos, señor, quienes se aprovechan de la generosidad de usted y están hincándole el diente al presupuesto”. No lograron incomodarlo, parece. Sonrió, según el escritor Rafael Loret de Mola. Sonrió y extrajo la cajetilla de Delicados que siempre llevaba consigo. Encendió uno, tranquilo. “Cada mexicano tiene la mano metida en el bolsillo de otro mexicano… ¡y pobre de aquel que rompa la cadena!”, concluyó mientras exhalaba la primera bocanada de humo. ¿Rompió la cadena Vicente Fox, el primer presidente ajeno al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 71 años? Lo prometió, al menos. Desde 2000, los mexicanos vislumbraron un cambio profundo. Tan profundo que iban a sepultar aquello que en 1929 el presidente Plutarco Elías Calles llamó sistema político e iban a concebir una democracia a secas en la cual no fuera necesario, o imprescindible, que un (leer más)

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La teoría de los radicales libres

En medio de la crisis por el secuestro de un soldado, Israel quedó aún más involucrado en la interna palestina En discusión estaba el Documento de los Presos. Cuatro semanas antes del secuestro del soldado israelí Guilad Shalid, el presidente Mahmoud Abbas y el primer ministro Ismail Haniyeh, enfrentados entre sí, debatían desde sus respectivas trincheras la demorada creación de un Estado palestino que tuviera las fronteras previas a la guerra de 1967. Si Hamas aceptaba esa premisa, reconocía en forma implícita al Estado de Israel. En forma implícita e indirecta, y sin convicción alguna, el nuevo poder palestino iba a afirmar aquello que siempre negó: la existencia del otro. El otro, empero, acechaba con tanques, tropas y blindados en la Franja de Gaza, desalojada en agosto de 2005 como primera fase del plan unilateral de desconexión, o de devolución de territorios, que inauguró Ariel Sharon y abrazó su sucesor, Ehud Olmert. Era la señal más clara de que no iba a dejar a su merced al soldado Shalib ni iba a dejar impunes las (leer más)

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Livin’ con el corazón en la boca

En vísperas de la nueva ley, las redadas contra fugitivos y pandilleros latinoamericanos crearon pavor entre los ilegales Cada vez que tuvo ocasión, George W. Bush recordó con espíritu cosmopolita que en Midland, Texas, iba a la escuela pública con inmigrantes mexicanos. Entendía el fenómeno circular: eran más cuando crecía la producción y menos cuando crecía el desempleo. Entendía, también, que no se iban de su tierra por gusto, sino por necesidad. En esos años, así como cuando regenteó su pequeña y fallida compañía petrolera, compartió con ellos algo más que vivencias: les dio trabajo. Después, como administrador los Rangers, equipo de béisbol con el cual amasó su fortuna, bromeaba con los jugadores latinoamericanos en spanglish. Por esa rara mezcla de español e inglés, usual en el borde (border, frontera) con México y en ciudades con muchos latinoamericanos, las guerras no deparan pérdidas, ni bajas, ni heridos, sino casualidades (casualties, desgracias), los velatorios no despiertan mensajes de pesar, sino de simpatía (sympathy, compasión o pésame), y las calles son eco de expresiones desconcertantes, como vacunar (leer más)