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Donald Trump tiró tanto de la cuerda en la guerra comercial y tecnológica con China que el cierre del consulado de ese país en Houston por «espionaje ilegal masivo» pareció ser un incidente más. En julio de 2020, mientras Estados Unidos lidiaba con la catástrofe sanitaria provocada por el coronavirus en vísperas de las presidenciales de noviembre, el régimen de Xi Jinping interpretó su decisión como una “provocación política” y, en reciprocidad, ordenó la clausura del consulado norteamericano en Chengdu. Ojo por ojo, en principio, pero, en el fondo, ambas medidas “representan actos de extrema gravedad” a los ojos del diplomático argentino Ricardo Arredondo.
Sobre todo, como explica Arredondo en el artículo Diplomacia, espionaje y orden mundial: el cierre de consulados de China y Estados Unidos, publicado en la Revista Española de Derecho Internacional, por una escalada de tensiones que amenaza con romper la relación bilateral entre ambas potencias a raíz del “ascenso de China, el declive de Estados Unidos y la rivalidad por la primacía del poder mundial”. Nada menos. La plana mayor de Trump acusaba a China del intento de “controlar el pensamiento” más allá de sus fronteras. Su relevo, Joe Biden, el día y la noche en apariencia, no venía a aquietar las aguas, pero era previsible que iba a bajar el tono de la disputa.
Error. El secretario de Estado de Biden, Antony Blinken, lanzó munición pesada contra el diplomático de más alto rango del Partido Comunista chino, Yang Jiechi, apenas pudo. Blinken expresó “nuestra profunda preocupación con las acciones de China en Xinjiang, Hong Kong, Taiwán, los ciberataques contra Estados Unidos y la coerción económica sobre nuestros aliados». Algo inusual, dicho en público, mientras mantenían su primera reunión bilateral en Anchorage, Alaska, territorio que Estados Unidos le compró en 1867 a Rusia. El tercero en discordia, alineado con China. En especial, después del elogio de Biden a Vladimir Putin. Lo llamó “asesino”.
Dos contra uno o uno contra dos. Blinken insta a la OTAN a repeler las ambiciones militares de China y la «agresión» de Rusia. ¿Guerra Fría modelo siglo XXI? Nada tiene de fría en medio de los rencores geopolíticos mutuos. Estados Unidos le recrimina a China la represión contra los activistas prodemocráticos en Hong Kong y China culpa a Estados Unidos de “masacrar” a los negros, empezando por George Floyd, entre otros reproches. Rusia, mientras tanto, divide a la Unión Europea, campo minado que dejó Trump con sus diatribas contra la integración.
La dependencia energética, temen aquellos que se oponen al gasoducto, puede derivar en la dependencia geopolítica
No sólo dividen a la Unión Europea las severas condiciones carcelarias del activista opositor ruso Alexei Navalny, luego de ser envenenado en su país y tratado en un hospital de Alemania, sino un gasoducto, el Nord Stream 2, que abastecerá millones de metros cúbicos de gas a ese país, Alemania. Un proyecto controvertido, fraguado por el excanciller alemán Gerhard Schröder como asesor de la empresa estatal rusa Gazprom e inversores europeos, que pone entre la espada y la pared a la canciller Angela Merkel. El Parlamento Europeo exige suspenderlo cuando falta nada para su conclusión.
La dependencia energética, temen aquellos que se oponen al gasoducto, puede derivar en la dependencia geopolítica. ¿Cuántas veces amenazó Rusia a Europa con cortarle el gas en respuesta a las sanciones por el arrebato de la península de Crimea a Ucrania en 2014? El gas ruso supone el 40 por ciento que consume Europa. El Nord Stream 2, que esquiva en su derrotero por el mar Báltico a Ucrania y Polonia, lleva a Biden a evaluar las sanciones que dictó Trump. En lugar de eso, una advertencia: cortar el grifo si Rusia viola los derechos humanos o el derecho internacional, según conversaciones entre representantes de la Unión Europea, Alemania y Estados Unidos ventiladas por el semanario alemán Der Spiegel. De ser así, Europa debería pasar sus inviernos al calor de la leña.
Las sanciones de Estados Unidos implican una violación de la soberanía, más allá de coincidir con la Unión Europea en el rechazo a los afanes expansionistas de Putin. Polonia, Eslovaquia y los países bálticos patalean por quedar fuera del negocio. El plan de Trump era venderle a Europa el gas que procede del fracking (fracturación hidráulica). ¿El plan de Biden? “El presidente ha sido muy claro al decir que el gasoducto Nord Stream 2 es una mala idea, mala para Europa, mala para Estados Unidos”. Palabas de Blinken en nombre del exlugarteniente de Barack Obama, desmarcado de su legado de no confrontación con China mientras, como antes, torea con Rusia.
http://marcelafittipaldi.com.ar/2021/04/la-pesada-herencia-por-jorge-elias/
https://www.continental.com.ar/noticias/actualidad/la-pesada-herencia/20210402/nota/4122476.aspx