Voto, luego debato
Dio en el clavo el consultor político norteamericano Alex Conant cuando preguntó: “¿Cómo te preparas para enfrentar a alguien que no se prepara?”. Era el dilema del candidato presidencial demócrata, Joe Biden, ante Donald Trump. En los debates de Estados Unidos previos a las elecciones del 3 de noviembre, Biden retó a un rival que, después de varias temporadas en el programa televisivo The Apprentice y tres años y monedas en la Casa Blanca, no necesitaba entrenarse para torearlo frente a las cámaras en plan de sacarlo de sus casillas. Sobre todo, en el primero de los dos debates. Un bochorno. El segundo, que iba a ser el tercero de no haberse suspendido por el positivo de Trump en COVID-19, resultó ser más prolijo con los recaudos del caso, pero tuvo un componente extra. La normalidad dentro de la nueva anormalidad. Doce días antes de la fecha clave, más de 48 millones de personas habían votado en forma presencial y por correo, según The United States Elections Project. Una movilización elocuente de la ciudadanía que (leer más)