Catalejo

Disparates presidenciales

«Cuanto peor, mejor para todos y cuanto peor para todos, mejor, mejor para mí el suyo beneficio político». Fin de la cita textual de Mariano Rajoy, presidente de España entre 2011 y 2018. El trabalenguas dejó de piedra al Congreso de los Diputados. Provenía de la misma boca, la presidencial, que había soltado: «Tenemos que fabricar máquinas que nos permitan seguir fabricando máquinas porque lo que no va a hacer nunca la máquina es fabricar máquinas a su vez”. Genialidades dignas de Groucho Marx. En ristra. El sucesor de Rajoy, Pedro Sánchez, no quiso ser menos cuando intentó presumir de su lenguaje inclusivo dirigiéndose a los “miembros y miembras” del bloque del Partido Popular (PP). Desliz atribuido inicialmente a Bibiana Aído, ministra de Igualdad de José Luis Rodríguez Zapatero, repetido por otra socialista, la diputada Soraya Rodríguez. Furcio que también cometió el presidente de Chile, Sebastián Piñera. Sin afinidad ideológica, en Argentina, el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, siguió esa línea discursiva cuando se dirigió a “todos los jóvenes y jóvenas del sur de la provincia (leer más)

Política

Otra vez se jodió el Perú

Mario Vargas Llosa inquiría en la novela Conversación en la Catedral, de 1969, en qué momento se había jodido el Perú. Medio siglo y un año después quizá Zavalita, una suerte de espejo del país en la ficción, siga preguntándoselo frente a una realidad. La de otro presidente caído en desgracia. Martín Vizcarra terminó siendo destituido por el Congreso por «incapacidad moral permanente». Lo reemplazó el congresista opositor Manuel Merino, tildado entre disturbios, cacerolazos y bocinazos de “golpista” y “usurpador”. Un gobierno a plazo fijo, hasta el 28 de junio de 2021, de modo de completar el mandato de otro presidente depuesto, Pedro Pablo Kuczynski. Y sí, otra vez se jodió el Perú. Las protestas, aclararon en las calles, no eran en defensa de Vizcarra, sino de la democracia. Vizcarra cayó sin un proceso judicial previo por la sospecha de haber recibido sobornos del orden de los 630.000 dólares por dos obras públicas cuando era gobernador de la región sureña de Moquegua, entre 2011 y 2014. En 2018, como vicepresidente, sucedió a Kuczynski, también acusado (leer más)

Política

El suicidio de Perú

Cuando terminó su labor como presidente de Perú en 1878, Manuel Justo Pardo y Lavalle viajó a Chile. Regresó al ser elegido senador. Mientras ingresaba en el recinto, Melchor Montoya, sargento de la guardia del Congreso, desenfundó y le disparó a quemarropa. El historiador italiano Tomás Caivano concluyó: “Fue algo más que el asesinato de un hombre: fue el asesinato de Perú”. ¿Fue el suicidio del expresidente Alan García el suicidio de Perú? El suicidio de un país del cual Mario Vargas Llosa no sabe, desde que escribió la novela Conversación en la Catedral a finales de los sesenta, en qué momento se jodió. No hubo un momento preciso. Desde la independencia en 1821, en medio de una guerra devastadora, la construcción de vías férreas y la explotación del guano de sus islas derivó en las primeras sospechas de corrupción. En casi dos siglos, el único presidente preso había sido Augusto Leguía, muerto en 1932 en el Panóptico, cárcel de Lima. La corrupción llevó a prisión al jefe de los servicios secretos de Alberto Fujimori, (leer más)