Política

El dilema de los republicanos

En caliente, uno puede preguntarse por qué los demócratas apuraron el segundo impeachment contra Donald Trump si, como ocurrió en el primero, sabían que no iban a contar con los votos suficientes para condenarlo. En frío, uno también puede preguntarse qué hubiera sucedido de haber pasado página de la inconcebible toma por asalto del Congreso, el 6 de enero, con el fin evitar la certificación de la victoria de Joe Biden. De no haber habido reacción, el capricho de Trump y de los suyos de no reconocer la derrota en las presidenciales del 3 de noviembre, más allá de su faltazo en el traspaso del mando, hubiera sentado un precedente insoslayable. Cual déjà-vu, Trump resultó absuelto en un juicio político exprés, el cuarto en la historia de Estados Unidos, que se realizó en el lugar del crimen. Cincuenta demócratas y siete de los 50 republicanos decidieron en el Senado, convertido un tribunal, el indulto de Trump. Diez votos menos de los necesarios para alcanzar el umbral de los dos tercios requerido para castigarlo. La verdadera (leer más)

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El idioma del resentimiento

La tendencia en Twitter era “golpe de Estado”. No se refería al de Mali, el primero durante la pandemia, sino a la inusitada reacción de los muchachos trumpistas contra el resultado de las elecciones de Estados Unidos y, cual broche, contra la mayoría demócrata en ambas cámaras del Congreso. Un espaldarazo para el presidente electo, Joe Biden, después de haberse asegurado las dos bancas del Senado en disputa en el Estado de Georgia. Ante la igualdad de escaños, desempata la vicepresidenta, Kamala Harris. Algo tan intolerable para Donald Trump y los suyos que tomaron por asalto el Capitolio guiados por un lenguaje común. El del resentimiento. En las primeras elecciones de la historia, entre 1788 y 1789, Estados Unidos estrenó el Colegio Electoral. El único candidato a presidente, George Washington, ganó con el ciento por ciento de los votos. Quizá como hubiera pretendido en las del 3 de noviembre de 2020 el actual presidente, eje de una suerte de referéndum en un país polarizado cuyos fanáticos insisten en creerle. O en interpretar a ciegas que (leer más)

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De aquí a la eternidad

Jeanne Louise Calment nació el 21 de febrero de 1875 y falleció el 4 de agosto de 1997 en Arlés, Francia. Vivió 122 años y 164 días. Una eternidad. Pudo ser la persona más longeva de la historia, estima Paul Palmqvist Barrena, catedrático de Paleontología de la Universidad de Málaga. “Una cosa es cuántos años vayamos a vivir y otra bien distinta cuántos habrá valido la pena vivirlos”, plantea en el artículo ¿Estamos en camino de alcanzar la inmortalidad? Como cantaba Georges Brassens, “el tiempo no tiene nada que ver con este asunto”. No tiene nada que ver, pero influye. Cuando Donald Trump dio positivo en COVID-19, la primera alarma provino de su edad, 74 años, más allá del sobrepeso y del colesterol. Está en edad de riesgo, como su rival demócrata, Joe Biden, de 77 años, o el precandidato del mismo partido Bernie Sanders, de 79. Lejos de cualquiera de ellos queda la posibilidad de ser inmunes al coronavirus o de superarlo en tres días, como se jacta Trump, a cara descubierta al estilo (leer más)