
Propuesta indecente
Una periodista sudanesa se rebela contra una deplorable condena por usar pantalones En el siglo XVII, el sultán Murad IV decreta la pena de muerte para aquel que consuma tabaco, alcohol y café en Estambul y el Imperio Otomano. Pretende preservar la salud pública. Es tan severo que, de noche, patrulla las calles y las tabernas vestido con ropa común y custodiado sólo por su sombra. Si sorprende a algún soldado transgrediendo la ley, no vacila en desenvainar su espada y matarlo en el acto. Lo llaman El Cruel. La prohibición rige para todos, menos para él: no se priva del tabaco ni del alcohol ni del café. Termina sus días, en 1640, como un borracho perdido. Dice el moralista y ensayista francés Joseph Joubert que las mejores leyes nacen de las costumbres. De ser cierto, una periodista sudanesa con los pantalones bien puestos como Lubna Husein no debería enfrentar una condena de un mes de prisión tras ser desestimada la pena de 40 latigazos por esa causa, usar pantalones, en un país cuya máxima (leer más)