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Perdiendo la religión

Dejó dicho Winston Churchill: “Si no sos liberal a los 25 años, no tenés corazón. Si no sos conservador a los 35, no tenés cerebro”. Esa frase, adaptada según las circunstancias y las latitudes, podría ser en América Latina: “Si no sos revolucionario a los 25 años, no tenés corazón. Si seguís siéndolo a los 35, no tenés cerebro”. La premisa en sí, ser revolucionario a los 25 y dejar de serlo a los 35, representa a una generación que, a la sombra de las dictaduras militares, creyó en la utopía de la izquierda extrema. Lo curioso, en el caso de Argentina, fue haber comprobado el apoyo del Partido Comunista (PC) a la dictadura militar a raíz de los negocios con la Unión Soviética y, a su vez, el rechazo de Fidel Castro a una revisión de la situación de los desaparecidos en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU pedida por Jimmy Carter, entonces presidente de Estados Unidos. “Tuve una vida de clandestinidad y cuando amanece la democracia, se juntan mi crisis personal (leer más)