Política

Mundo en guerra

Con aliados árabes, los Estados Unidos se han propuesto destruir al Estado Islámico, facción extremista que ha cometido atrocidades al apoderarse de territorios en Siria e Irak ¿Es la Tercera Guerra Mundial “por partes”, azuzada por intereses espurios como la codicia y permitida por la indiferencia? La definió de ese modo el papa Francisco durante una visita a los cementerios de Fogliano Redipuglia, al norte de Italia. Allí yacen miles de caídos durante la Primera Guerra Mundial, de la cual se cumple un siglo. Las partes, de ser corroborada la hipótesis del Santo Padre, se engarzan con afanes extremistas, nacionalistas e imperialistas, no exentos de atrocidades, en Siria, Irak, Libia, Gaza, Afganistán, Sudán del Sur, la República Centroafricana, Mali, Somalia y Ucrania. Son diez conflictos simultáneos, anudados entre sí. Los Estados Unidos armaron ahora una coalición de treinta países para destruir al Estado Islámico (EI). Esa banda terrorista, desmarcada de Al-Qaeda, se ha apoderado de vastos territorios en Siria e Irak y ha herido las pupilas de la humanidad con las decapitaciones de dos periodistas (leer más)

Política

Daños colaterales

Los conflictos armados, las persecuciones y la violencia generalizada no sólo arrojan pavorosas cifras de muertos y heridos, sino, también, una preocupante legión de desplazados y refugiados En 2013, seis millones de personas debieron alejarse de sus hogares como consecuencia de los conflictos, las persecuciones y la violencia generalizada, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). A comienzos de 2014, 50 millones se encontraban en esa ingrata situación. El aumento se debió a la intensificación de la guerra civil en Siria y los conflictos en Sudán del Sur y la República Centroafricana. Se suman ahora otros miles de víctimas en la Franja de Gaza, Ucrania, Irak y Libia. El número de desplazados y refugiados iguala o supera al de la Segunda Guerra Mundial, basado en estimaciones. La diáspora crece. Los desplazados, 33,3 millones, permanecen en sus países; los refugiados, 16,7 millones, huyen al exterior y, por miedo, arraigo u otras razones, no regresan. En ambos casos dejan detrás sus casas, sus trabajos, sus estudios y sus afectos, así como una (leer más)

Política

El otoño de la Primavera Árabe

La represalia de Israel contra Hamas, así como el traspié de los Hermanos Musulmanes en Egipto y la aparición del islamismo radical en Irak y Siria, hace trizar la ilusión de una democracia estable en la región En los albores de 2011, un humilde muchacho tunecino, vendedor de frutas y verduras, le perdió el miedo a la autoridad. Lo pagó con su vida tras rociarse con gasolina e incinerarse en un rapto de ira. La policía le había exigido la baksheesh (propina, traducida en coima). Eso despertó el desdén popular contra la dictadura de Zine al Abidine Ben Alí y, cual gota que desborda el vaso, su estrepitosa caída. Era el comienzo de la Primavera Árabe, diseminada en otros países. En algunos, como Egipto y Libia, propició al igual que en Túnez un cambio de régimen. En Siria desencadenó una guerra civil de desenlace aún incierto. En el ideario occidental, aquellas protestas laicas y políticas, no religiosas, apuntaban al establecimiento de democracias más o menos firmes, con alternancia en el poder e instituciones capaces de (leer más)