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Política

Triste, solitario y final

Pocas veces, un país tan poderoso, asociado con otro también poderoso, invirtió tanto en una guerra y obtuvo tan poco  En broma, el cómico norteamericano Jay Leno atribuye a CNN una información sobre la presunta intención de George W. Bush de dividir a Irak en tres partes, regular (normal), premium (súper) y unleaded (sin plomo), de modo de terminar con la guerra. En serio, la consultora IHS, también norteamericana, concluye que circula por las entrañas de ese país el doble de la cantidad de petróleo que imaginaba la coalición  cuando decidió buscar armas de destrucción masiva debajo de la cama de Saddam Hussein y, de casualidad, encontró manchones negros. En broma y en serio a la vez, si los norteamericanos deben renunciar a  su adicción al petróleo, como predicó Bush en su discurso del Estado de la Unión, ¿de qué vale conquistar un país que, de confirmarse las estimaciones de IHS, desplazaría a su vecino Irán de la segunda posición entre los mayores reservorios de crudo del planeta después de Arabia Saudita? No tendría sentido. (leer más)

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Política

La guerra es la paz

Como si de una pesadilla orwelliana se tratara, el Ministerio de Defensa británico prevé más restricciones a la libertad Tres décadas después, en este tórrido otoño austral del año 2037, todo el mundo advierte que la maldición del Gran Hermano cayó como un rayo sobre nuestras cabezas. En aquel tiempo, bajo el yugo de Irak, el desafío de Irán y la rutina del terrorismo, la sensación de bienestar no estaba asegurada. Tambaleaba la libertad y, con ella, la democracia. La Europol concluía que la violencia iba a continuar acechando a Europa: en un año, 2006, había contado 498 atentados en su territorio. Titilaba la luz roja. La paz corría peligro. Y el calentamiento global, la otra gran amenaza, era incorporado por primera vez en la agenda del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La furia climática, tan azarosa como la islámica y la separatista, insinuaba sequías, hambrunas y desplazados. Insinuaba, a su vez, temperaturas infernales, incendios forestales, lluvias torrenciales y, curiosamente, sed. Mucha sed. Era el presagio de lo peor, aprovechado como tantas causas (leer más)

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Futuro imperfecto

¿En qué cedieron Blair y Bush que Ahmadinejad no juzgó a aquellos que realizaban espionaje en sus aguas territoriales? En febrero, la marina norteamericana envió su segundo portaaviones a tres o cuatro olas de Irán. Parecía inminente la represalia por la insistencia de Mahmoud Ahmadinejad en ser el presidente de una potencia nuclear. Su par de los Estados Unidos, George W. Bush, entonado con otra guerra a pesar de no haberles puesto los broches que deseaba a las declaradas contra Irak y contra el régimen talibán en Afganistán, revelaba sus planes con una audacia rayana en la osadía. Hasta dejó trascender el Pentágono que iba a lanzar la bomba atómica B61-11 contra búnkeres subterráneos mientras la Casa Blanca impulsaba una estrategia diplomática con la cual procuraba atenuar las críticas por otra decisión unilateral. La aviación norteamericana, secundada por espías establecidos en Teherán que se entendían en forma clandestina con opositores al régimen de los ayatollahs, preparaba la lista de blancos con más precisión que Tom Clancy en sus novelas sobre la Guerra Fría. Detrás de (leer más)

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Plan canje

Hayan estado en sus aguas territoriales o no, Irán quiso subir la apuesta frente a las inminentes sanciones de la ONU Amonestado o no, Irán nunca consideró la posibilidad de suspender su programa de enriquecimiento de uranio. Prometió que no iba a usarlo para fabricar la bomba. Nadie le creyó. Y, por ello, puso a la comunidad internacional en un aprieto. En un aprieto mayúsculo: los Estados Unidos, encerrados en su “eje del mal”, siempre se mostraron más propensos a la guerra que a la diplomacia. Pesó Irak, sin embargo. Pesó Irak, con su rédito penoso, y pesó, también, Gran Bretaña, asociado con los máximos exponentes de la denostada “vieja Europa”, Francia y Alemania, en el intento de evitar otra confrontación. O de recuperar la cordura. La captura de 15 marinos británicos en aguas territoriales iraníes, o no, puso en otro aprieto a la comunidad internacional. En otro aprieto mayúsculo: ¿cómo responder a un país soberano, bajo sospecha por su obsesión de obtener la bomba, ante una situación por la cual Israel, en circunstancias diferentes, (leer más)