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Política

La divina comedia

En desventaja frente a Saddam Hussein durante la guerra provocada en 1980 por la invasión de Irak a Irán, el ayatollah Ruhollah Khomeini mandó comprar pequeñas llaves de plástico a Taiwan. Eran amuletos. Los llevaban, colgados del cuello, muchachos de 12 años o poco más que debían avanzar como olas humanas sobre terrenos sembrados de minas y, de ese modo, facilitar el desplazamiento de las tropas iraníes. Los muchachos iban con mantas para evitar que sus cuerpos, despedazados por las detonaciones, volaran por los aires; también caían acribillados. Los cadáveres, envueltos como tamales, trazaban los senderos hacia las filas enemigas. Las llaves, suponían, iban a abrirles las puertas del Paraíso. En su fuero íntimo, según la estremecedora investigación del politólogo alemán Matthias Küntzel, Khomeini creía que la guerra contra Irak, declarada un año después de la Revolución Islámica, era una “bendición divina”. Le permitió islamizar a Irán, así como usar durante ocho años a la organización de voluntarios Basij Mostazafan (Movilización de los Oprimidos) como vanguardia de  la Guardia Revolucionaria. Los soldados pisaban los cadáveres. (leer más)