Política

Los años y los daños

Antes de la victoria de Javier Milei en las presidenciales de Argentina, muchos se preguntaban en broma en las redes sociales: ¿qué país le vamos a dejar a Mirtha Legrand? La frase, acuñada hace unos años por el productor teatral Carlos Rottemberg sobre la diva de la televisión, de la cual fue su productor ejecutivo y con la cual mantiene una gran amistad, cobró relieve frente a la vacilación del electorado. La señora, como la llaman en el ambiente artístico, cumplirá 97 años el 23 de febrero. Sigue en actividad. Idéntica inquietud podría ser la de los norteamericanos: ¿qué país le van a dejar a Clint Eastwood, de 94 años desde el 31 de mayo? Si bien la edad da votos, como dejó dicho Ronald Reagan a los 70 antes de ser reelegido en 1984, los despistes y los olvidos de Joe Biden, el presidente más viejo de la historia, preocupan en Estados Unidos. El rival demócrata de Reagan, Walter Mondale, tenía 50. Biden, de 82 desde el 20 de noviembre, podría volver a vérselas (leer más)

Política

Cinco años más para Xi Jinping

La guerra en Ucrania no cuenta, así como tampoco la sociedad larvada con Rusia. Cuenta, más que todo, el poder amasado por Xi Jinping desde que asumió el primer mandato en 2012 como secretario general del Partido Comunista Chino. Diez años después impuso su visión doctrinaria entre los pilares fundamentales de la China moderna, fundada y liderada por Mao Zedong entre 1946 y 1976, y remozada por Deng Xiaoping entre 1978 y 1989. La reforma constitucional de 2018, aprobada por casi todos los delegados del congreso partidario, eliminó el límite de dos períodos y le permite a Xi gobernar cinco años más. El culto a la personalidad cambió el modelo dictatorial de no más dos quinquenios consecutivos por uno prácticamente indefinido. Eterno, en realidad. Xi endureció los controles estatales y no bajó un ápice la tensión con Estados Unidos, estrenada por Donald Trump con la guerra comercial y tecnológica y continuada por Joe Biden con el aumento de los aranceles. Una guerra por la supremacía mundial, ni más ni menos, con mucho negocio de por (leer más)

Actualidad

Juegos a dos bandas

En vísperas del encuentro entre Vladimir Putin y Xi Jinping en Samarcanda, capital del antiguo sultanato de Uzbekistán y corazón de Asia, estalló otra guerra. La de Azerbaiyán y Armenia por Nagorno Karabaj. Un desafío para Rusia, garante del cese el fuego acordado después de seis semanas de combates y de 6.500 muertos en 2020. Si bien ninguno de los dos se atribuyó el primer tiro, el presidente azerí, Ilham Aliyev, con el apoyo de su par turco, Recep Tayip Erdogan, aprovechó la ocasión para marcar el terreno y desnudar la debilidad del primer ministro armenio, Nikol Pashinian, asediado en casa por su plan de ceder el territorio en disputa. El precio para Armenia significaría renunciar a un enclave cuyos habitantes consideran propio desde siempre. En especial, desde que terminó la guerra separatista en 1994, más allá de que en los papeles pertenezca a Azerbaiyán. La tregua precaria, tras dos días y más de 200 muertos, no supuso el final de una causa delicada que ambos asocian con la reivindicación de sus derechos. El conflicto (leer más)

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El nacionalismo goza de buena salud

A velocidad de vértigo, el catalejo del mundo viró de la guerra en Ucrania a la convulsión en China. Más precisamente en Taiwán, donde las maniobras militares con el lanzamiento de misiles ordenadas por el presidente chino, Xi Jinping, después de la controvertida visita a la isla de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, crea zozobra por la posibilidad de una respuesta de la Séptima Flota norteamericana, encabezada por el portaaviones USS Ronald Reagan, mientras realiza operaciones de rutina en el mar de Filipinas. El nacionalismo, causante de las peores tragedias del siglo XX, goza de buena salud, Y existe un peligro. Que se arme la de San Quintín, nombre que responde a la guerra entre las coronas francesa y española en 1557. No está fuera del radar de Estados Unidos y de China en medio de la otra guerra. La de Ucrania, que involucra a Rusia, aupado por China, y a Estados Unidos, espada del gobierno de Volodymyr Zelensky dentro de la OTAN. China actúa a veces en (leer más)

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La desilusión con Biden

Joe Biden cumplirá 80 años el 20 de noviembre. Contrajo coronavirus. Nada alarmante, en principio. En 2024, como suele suceder en Estados Unidos después del primer período, tiene el derecho de ser candidato a la reelección. ¿Podrá? La oposición republicana objeta su avanzada edad: si gana a los 82 años, tendrá 86 cuando concluya el mandato. Lo saben los dirigentes demócratas, pero prefieren mantener silencio por respeto a la investidura. No así las bases. El desencanto con la gestión, empañada como otras por la pandemia y la economía, crece día tras día en varias franjas de la sociedad. Especialmente, en sus propias filas y, dentro de ellas, entre los jóvenes Un 64 por ciento de los votantes demócratas preferiría otro candidato en las presidenciales de 2024, según un sondeo de The New York Times. Lo resume la periodista Michelle Goldberg en esas páginas: “Joe Biden es muy viejo para ser presidente de nuevo”. Un latigazo en medio de la incertidumbre provocada por una inflación anual del 9,1 por ciento, la más alta en 40 años (leer más)

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De aquí a la eternidad

Jeanne Louise Calment nació el 21 de febrero de 1875 y falleció el 4 de agosto de 1997 en Arlés, Francia. Vivió 122 años y 164 días. Una eternidad. Pudo ser la persona más longeva de la historia, estima Paul Palmqvist Barrena, catedrático de Paleontología de la Universidad de Málaga. “Una cosa es cuántos años vayamos a vivir y otra bien distinta cuántos habrá valido la pena vivirlos”, plantea en el artículo ¿Estamos en camino de alcanzar la inmortalidad? Como cantaba Georges Brassens, “el tiempo no tiene nada que ver con este asunto”. No tiene nada que ver, pero influye. Cuando Donald Trump dio positivo en COVID-19, la primera alarma provino de su edad, 74 años, más allá del sobrepeso y del colesterol. Está en edad de riesgo, como su rival demócrata, Joe Biden, de 77 años, o el precandidato del mismo partido Bernie Sanders, de 79. Lejos de cualquiera de ellos queda la posibilidad de ser inmunes al coronavirus o de superarlo en tres días, como se jacta Trump, a cara descubierta al estilo (leer más)

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Devaluación y castigo

En clave electoral, más que económica, Donald Trump decidió extender su guerra comercial a América del Sur. Esta vez, Argentina y Brasil resultaron ser los perjudicados por la restitución de las tarifas a las importaciones de acero y aluminio por la devaluación de sus monedas. Eso, dijo Trump, “no es bueno para los granjeros”. Una medida controvertida, ajena a la transición entre Mauricio Macri y Alberto Fernández y al gobierno de Jair Bolsonaro, que guarda relación con su afán de cosechar votos para ser reelegido en 2020 en Estados sojeros y maiceros en los cuales se hizo sentir tanto la guerra comercial con China como su política sobre biocombustibles. El acero y el aluminio son utilizados en forma intensiva por la industria alimentaria para la fabricación de envases y para la protección de sus productos, así como por la industria automotriz para la fabricación de vehículos y de piezas o para la fabricación de maquinarias. Además En marzo o en abril habrá elecciones en Bolivia. Serán las primeras en 15 años sin Evo Morales como (leer más)

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El grito de Greta

La cara más visible de la cumbre del clima organizada por la ONU en Nueva York ha sido la de la activista sueca Greta Thunberg, de 16 años, con su discurso con tono de reproche frente a los mandatarios de varios países: “Están fallándonos a los jóvenes. No tendría que estar aquí, sino en el colegio, del otro lado del océano. Me han robado la infancia con sus palabras vacías”. Casi 70 países se han comprometido a revisar sus planes de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero para poder cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. Entre ellos no figuran los más contaminantes: China, Estados Unidos e India. Las emisiones están en aumento y los recortes son insuficientes Según el compromiso, todos los Estados deben reducir esas emisiones que sobrecalientan el planeta para cumplir un objetivo común: que el irreversible aumento de la temperatura se quede por debajo de los dos grados centígrados con respecto a los niveles preindustriales y, de ser posible, por debajo de 1,5. Los planes de recorte son (leer más)