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Ecuador opta por un cambio

El triunfo de Daniel Noboa en la segunda vuelta de las presidenciales de Ecuador frustra el anhelo de Revolución Ciudadana, el partido del exmandatario Rafael Correa, de regresar al poder. Esa primera lectura frente a la derrota de la candidata Luisa González demuestra, sobre todo, el hastío de la ciudadanía con la clase política. El desafío de Noboa será demostrarle a Ecuador “que su gobierno no será el segundo tiempo de Guillermo Lasso”, el actual presidente, dice Mauricio Alarcón-Salvador, director ejecutivo de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo y contacto nacional de Transparencia Internacional, en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. Noboa, de 35 años, la edad mínima para ser candidato a la presidencia, tiene apenas dos años de experiencia política como legislador en la Asamblea Nacional. A pesar de la derrota, Revolución Ciudadana controla la mayoría de número en la Asamblea Nacional y se mantiene como la mayor fuerza política orgánica del país El cuerpo fue disuelto por el presidente Lasso ante la posibilidad de ser sometido a un juicio político por sospechas (leer más)

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La experiencia de un novato

Sin partido ni práctica en el manejo del Estado, Daniel Noboa se convierte a los 35 años en el presidente más joven de la historia de Ecuador. Un aviso para las organizaciones políticas, encapsuladas en estructuras antiguas que miran el futuro con el espejo retrovisor. El magnate bananero Álvaro Noboa, uno de los más ricos del país, intentó arribar cinco veces al Palacio de Carondelet. No pudo. Su hijo, con la edad mínima para ser candidato, pasó de ser invisible en las encuestas de las elecciones del 20 de agosto por no confrontar con sus siete rivales a ganar el balotaje frente a Luisa González, alfil del expresidente Rafael Correa. A Noboa, con apenas dos años de experiencia como legislador de la Asamblea Nacional, le toca completar el mandato de Guillermo Lasso. El actual presidente, acorralado por un juicio político que iba a derivar en su despido por presunta corrupción, activó el 17 de mayo por primera vez en la historia la muerte cruzada. Un recurso constitucional, acaso un método de supervivencia, introducido durante el (leer más)

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La muerte cruzada como método de supervivencia

El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, decidió disolver la Asamblea Nacional antes de vérselas con un juicio político. Quizás haya serenado por un rato los ánimos, pero no resolvió el problema de fondo de las democracias latinoamericanas y caribeñas. Lasso, acusado de haber malversado fondos en un contrato entre la empresa pública de transporte de petróleo, Flota Petrolera Ecuatoriana (Flopec), y la compañía Amazonas Tanker, que le costó al Estado al menos seis millones de dólares, dio un paso al costado. Apeló a un recurso constitucional de nombre apocalíptico, la muerte cruzada. Nunca había sido aplicado. Nada que ver con el autogolpe fallido de su excolega peruano Pedro Castillo, destituido y detenido después de haber intentado disolver el Congreso al estilo Alberto Fujimori. Una crisis sin fin la del Perú. La de Ecuador o la de Lasso después del gobierno de Lenín Moreno, expresidente de Rafael Correa desligado de su liderazgo, exhibe el desmadre de una región signada por la polarización y el desencanto. Lasso gobierna por decreto hasta que se celebren elecciones, algo que (leer más)