Política

Macron, segunda temporada

La victoria de Emmanuel Macron sobre Marine Le Pen tiene varias aristas y un solo significado: la preservación de la democracia y del europeísmo. Francia es el único país nuclear de la Unión Europea, ocupa una banca permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y, a diferencia de Alemania, dispone de independencia energética. Esas tres características le permiten a Macron plantarse de igual a igual frente a Vladimir Putin, más allá del fracaso en impedir la invasión rusa a Ucrania. Desde la Revolución Francesa de 1789, el país de Macron marca tendencias que no siempre impactan en sus vecinos, pero, en caso de haber ganado Le Pen, podrían haber paralizado el proceso de integración de la Unión Europea. En un quinquenio signado por las revueltas de los chalecos amarillos, cual síntoma de disconformidad con su gestión, Macron recibió un testigo. El de la excanciller alemana Angela Merkel para tomar las riendas de la Unión Europea. El resultado de la segunda vuelta de las presidenciales contra Le Pen pudo ser más exiguo que en (leer más)

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La insoportable levedad del poder

El poder ha dejado de ser imperecedero, como muchos creían y como algunos aún creen. Cada vez dura menos. Es más fácil de alcanzar que en otros tiempos, pero también es más difícil de ejercer y, sobre todo, de preservar. El mundo observa con asombro al movimiento de los chalecos amarillos que apareció el 17 de noviembre en Francia. No sólo por los destrozos y los saqueos cometidos por su ala radical, sino por la tozudez en los reclamos. De menor a mayor: desde las protestas contra el aumento del impuesto a los combustibles y la pérdida del poder adquisitivo hasta la dimisión del presidente Emmanuel Macron. Son tiempos de volatilidad. Macron tiene otro problema: Argelia. Las protestas que desde el 22 de febrero han movilizado a los argelinos contra la candidatura a un quinto mandato del presidente Abdelaziz Buteflika, enfermo y postrado en una silla de ruedas desde 2013, han sido las primeras de esa magnitud desde su independencia de Francia en 1962. La desestabilización de la antigua colonia, con la que Francia comparte (leer más)

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Francia 2.0

Los franceses impusieron en el léxico político moderno tres palabras clave: derecha, izquierda y ballotage. En los últimos años aportaron otra, Le Pen, sinónimo de extrema derecha. La palabra Le Pen encontró ahora su antónimo: Macron. Equivale a sensación de alivio. O algo así. No sólo para Francia, sino también para Europa. Eso, un consuelo, representa el pase al ballotage o la segunda vuelta de las presidenciales de Emmanuel Macron, candidato centrista e independiente que defiende sin ambages la cesión de la soberanía a la Unión Europea (UE) y el símbolo totémico del euro, frente a su reverso, Marine Le Pen, abanderada del nacionalismo a ultranza. Son el día y la noche, la confianza y la desesperanza. En la campaña prevalecieron las sospechas de corrupción, las traiciones y las mentiras. Por primera vez desde que el general Charles De Gaulle ordenó redactar la Constitución de la V República, en 1958, los conservadores y los socialistas quedaron lejos del Elíseo y, por cierto, lejos de las bases. No lograron sintonizar con la gente. En el ocaso (leer más)