Política

Pegar donde más duele

El Estado Islámico se vale de las técnicas de comunicación más modernas para amenazar sin escrúpulos a aquellos que no acepten su demencial interpretación del islam El Estado Islámico (EI) martilla donde más duele. La espeluznante decapitación del periodista Steven Sotloff, difundida por las redes sociales con más prudencia y respeto que la de su colega James Foley, retrotrajo a los norteamericanos a 1993. Entonces, la imagen del cadáver desmembrado de un soldado arrastrado por las calles de Mogadiscio, Somalia, llevó a demócratas y republicanos a jurar que nunca más iba a comandar sus tropas “un Boutros Boutros-Ghali”, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El helicóptero de los cascos azules había sido derribado por los rebeldes del general Mohamed Farah Aidid, luego presidente. Bill Clinton ordenó la vuelta a casa de los suyos. Somalia, desahuciada por la comunidad internacional, continuó desangrándose por el integrismo, la piratería y los señores de la guerra. Aquella derrota de los Estados Unidos, comparada una y mil veces con la sufrida en Vietnam, impidió que movieran (leer más)

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El revés de la trama

El grupo radical Estado Islámico ha logrado lo impensable: unir en su contra a Siria e Irán con los Estados Unidos y la Unión Europea Irán, cuyo anterior presidente se empeñaba en desarrollar su programa nuclear y en proclamar que iba a “borrar del mapa a Israel”, ha sido el primer gobierno en enviarles armas a las fuerzas kurdas (peshmerga) para repeler al grupo radical Estado Islámico (EI) en Irak. En la misma dirección, el dictador sirio Bashar al Assad, en cuyo territorio la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha documentado la muerte de 191.369 personas en más de tres años de guerra civil, permite que aviones y drones de los Estados Unidos sobrevuelen su espacio aéreo para establecer las posiciones del EI mientras se arma una coalición para bombardearlo. ¿Es el mundo al revés? Estos gestos circunstanciales, impensables hace poco, coinciden con el cese de hostilidades entre Israel y Hamas. En 50 días de ofensiva contra la Franja de Gaza, nuevamente convertida en escombros, murieron casi 2.200 palestinos y 64 militares y cinco (leer más)

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A sangre fría

La decapitación frente a la cámara del periodista James Foley, secuestrado en noviembre de 2012 en Siria, refleja la cruzada cruel y demencial del Estado Islámico en el afán de imponer su ley medieval Lo decapitaron. No ha de haber peor acto de cobardía que obligar a un condenado a muerte a recitar una arenga política, por la represalia de los Estados Unidos contra el Estado Islámico (EI) en Irak, antes de ser ejecutado. Estaba arrodillado en el desierto, con las manos atadas en la espalda y un micrófono colgado en el uniforme naranja, como el de los presos de Guantánamo. Su verdugo, de acento británico, sostenía el cuchillo con la mano izquierda. Era el final del periodista norteamericano James Foley, corresponsal de GlobalPost, de Boston, y de la agencia de noticias France Presse (AFP). Lo habían secuestrado el 22 de noviembre de 2012 en el norte de Siria. Era, más allá de su nacionalidad, su credo y su profesión, un ser humano. La cruel ejecución de Foley, divulgada sin remordimiento en un video espeluznante (leer más)