Política

La otra guerra de Irak

Más allá de los atentados que comete el Estado Islámico, la población quiere terminar con una corrupción rampante que corroe a buena parte de su dirigencia política Por Jorge Elías De ser por los Estados Unidos y sus aliados occidentales, la prioridad en Irak debería ser derrotar al Daesh o Estado Islámico (EI), grupo sunita que domina parte del territorio y que, en los últimos días, ha cometido atentados atroces. La población, de mayoría chiita, piensa otra cosa. Prefiere presionar al denostado gobierno del primer ministro Haider al Abadi para terminar con la corrupción que corroe a su dirigencia política e impide crear fuentes de trabajo y mejorar los servicios públicos. Son las dos caras de un país que, tras su segunda guerra en poco más de una década y varios experimentos gubernamentales fallidos, no logra levantar cabeza. En esta otra guerra de Irak, la doméstica, el clérigo chiita Muqtada al Sadr ha capitalizado la decepción popular con multitudinarias protestas callejeras que superaron las vallas de la antes inexpugnable Zona Verde de Bagdad, construida por (leer más)