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Dos años y dos días después de la masacre terrorista, Israel y Hamas acordaron la primera fase del plan de paz propuesto por Donald Trump para la Franja de Gaza. El anuncio fue en la víspera de otro de gran calibre: la líder de la oposición venezolana, María Corina Machado, ganó el premio Nobel de la Paz «por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo venezolano”. Un pueblo en vilo, sometido a las arengas de Nicolás Maduro por el despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe bajo el argumento de combatir a los cárteles de la droga. Un cambio de régimen a la fuerza, teme Maduro.
Aquello que pretendía Trump de modo de sombrear el galardón que Barack Obama obtuvo en 2009, terminó en manos de Machado, la mayor beneficiaria de la operación norteamericana en Venezuela si, finalmente, caen Maduro y compañía. El director de Comunicaciones de la Casa Blanca, Steven Cheung, no tardó en expresar su fastidio. El suyo y, presumiblemente, el de su jefe: “El presidente Trump seguirá haciendo acuerdos de paz, poniendo fin a guerras y salvando vidas. Tiene el corazón de un humanitario, y nunca habrá alguien como él que pueda mover montañas con la pura fuerza de su voluntad. El Comité Nobel demostró que antepone la política a la paz”.
Hasta el pacto de alto del fuego en la Franja de Gaza, con la retirada parcial del ejército israelí, la entrada de ayuda humanitaria, la liberación de los rehenes vivos, la entrega de los cuerpos de los fallecidos y la excarcelación de unos 2.000 prisioneros palestinos, Trump se jactaba de haber “resuelto siete guerras”. Las de Armenia y Azerbaiyán; Congo y Ruanda; India y Pakistán; Irán; Camboya y Tailandia; Egipto y Etiopía, y Serbia y Kosovo. Fueron, en algunos casos, treguas frágiles. En la mayoría, Estados Unidos adquirió beneficios. Lo respaldaba en su deseo de coronar la ristra de logros con el Nobel el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu.
La desconfianza mutua perdura. Hamas no ha aceptado desarmarse e Israel descarta una retirada total
“Creo que nadie en la historia ha resuelto tantas guerras, pero quizás encuentren una excusa para no dármelo”, confesó Trump poco antes del anuncio. Una obsesión desde su primer mandato. El casi coincidente acuerdo entre Israel y Hamas en Egipto, con la mediación de Estados Unidos, Qatar y Turquía, pone fin a una cruzada que mató a 67.000 personas y no dejó piedra sobre piedra en Gaza. La represalia por la brutal incursión de Hamas el 7 de octubre de 2023, con el lamentable saldo de 1.200 asesinatos, 251 secuestros y severas violaciones de los derechos humanos, derivó en un genocidio, según la comisión investigadora independiente de la ONU.
La desconfianza mutua perdura. Hamas no ha aceptado desarmarse e Israel descarta una retirada total. El plan de Trump promueve el despliegue de una fuerza internacional de estabilización y la creación de un comité palestino de expertos. Lo supervisará una junta de paz presidida por Trump de la cual formará parte el ex primer ministro británico Tony Blair. No menciona a Cisjordania, la otra porción palestina, ni el papel de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Menos aún la mentada solución de los dos Estados, votada por la mayoría de los Estados miembros de la ONU y rechazada por Israel, Estados Unidos y otro puñado de países. Entre ellos, Argentina.
En principio, ninguna de las partes podría romper el alto el fuego. En el ínterin, Israel intentó asesinar al equipo negociador de Hamas en Qatar, uno de los negociadores clave, y también bombardeó Siria, liberada de la dictadura de Bashar al-Assad, para evitar que arsenales de armas químicas y misiles de largo alcance cayeran “en manos de extremistas”. Antes, en enero, Hamas había acordado una tregua, pero Israel reanudó los ataques en marzo. Ahora, con la liberación de los rehenes, Hamas pierde su única carta fuerte. Ya no cuenta con el apoyo de Hezbollah en Líbano y de los hutíes en Yemen, milicias sostenidas por Irán, ni con la venia de los países árabes.
La guerra ha sido una tabla de supervivencia política para Netanyahu, juzgado por soborno y fraude. Algunos de sus socios de extrema derecha no apoyaron el plan, pero permanecen en la coalición gubernamental. “Ningún presidente, republicano o demócrata, se ha mostrado nunca más duro con un primer ministro israelí en cuestiones tan cruciales para su política o los intereses de seguridad de su país”, asegura Aaron David Miller, de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, en The New York Times.
La seguridad que busca Machado, en la clandestinidad después de haber ganado en forma legítima las presidenciales del 28 de julio de 2024. Un fraude en toda regla de Maduro y sus cómplices, acusados por Estados Unidos de dirigir el Cártel de los Soles, grupo delictivo no convencional que se beneficiaría con el contrabando de drogas y otros negocios ilícitos. En un país con más de 5.000 detenidos en forma arbitraria; cientos de civiles y militares desaparecidos, torturados y asesinados, y miles de exiliados, Machado le dedicó el galardón al “sufrido pueblo venezolano y al presidente Trump por su decidido apoyo a nuestra causa”. Una dama.
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