Macedonia importada de Kosovo
La OTAN intervino en defensa de los derechos humanos, pero no previó las posibles reacciones de las minorías étnicas Después de la guerra de Kosovo, la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de los Comunes de Gran Bretaña labró un documento en el cual justificaba las razones políticas y morales de los bombardeos de la alianza atlántica (OTAN), pero, al mismo tiempo, expresaba sus dudas sobre la legalidad de la intervención en sí. Tony Blair, codo a codo con Bill Clinton, había sido el más ferviente partidario de la campaña aérea frente a la despiadada limpieza étnica emprendida por Slobodan Milosevic contra la minoría albanesa de la provincia yugoslava. Fueron 78 días de estruendos y de fugas en una tierra furibunda de nacionalismos exaltados, de pasiones encontradas, de democracias frágiles, de economías descalabradas, de mano de obra en exceso y de industrias en quiebra: los Balcanes, en donde el siglo XX amaneció con un estornudo, la Primera Guerra Mundial, y anocheció con gripe, Kosovo. Gripe mal curada, con 5000 muertos de un solo bando (leer más)