Política

Nunca es triste la verdad

El genocidio armenio, no reconocido por Turquía, ha sido, a los ojos del papa Francisco, de la ONU, del Parlamento Europeo y de 21 Estados nacionales, “el primero del siglo XX” A mediados del siglo XIX, el filósofo, político y economista británico John Stuart Mill dejó dicho que una opinión debía ser debatida a fondo, “frecuentemente y sin temor”, de modo de evitar que se marchitara como “un dogma muerto”. La verdad, concebida como la idea por Platón y como la forma por Aristóteles, descorre el velo de la apariencia. Poco ha variado ese concepto. La verdad, según Cicerón, se corrompe tanto con la mentira como con el silencio, pero siempre es lo que es. Es lo inmutable, aquello que no cambia más allá de la discusión y de la interpretación. ¿Puede cambiar la verdad sobre el holocausto judío, por ejemplo? Hitler halló su fuente de inspiración en el genocidio armenio por la rapidez con la que creyó que el mundo iba a olvidarlo. Reparó en ese capítulo oprobioso de la historia, llamado holocausto armenio (leer más)