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Política

No hay mañana sin ayer

Sobre el desierto de Atacama, a bordo del avión presidencial, Ricardo Lagos se ve obligado a interrumpir un animado diálogo con ministros y congresistas. “Me llama Chávez”, se excusa. Y al tiro, como dicen los chilenos, se refugia en la recámara. Es un espacio modesto, con un escritorio, la butaca principal y, enfrente, dos para invitados. Los monólogos del presidente bolivariano suelen ser agotadores. Esta vez, desde París, se limita a agradecerle la gestión conciliadora del canciller chileno, Ignacio Walker, con la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, para atenuar el conflicto entre Venezuela y los Estados Unidos, persistente durante el gobierno de George W. Bush. Falta poco para aterrizar. Lagos comienza a creer en los milagros: la comunicación con Chávez no ha durado más de cinco minutos. Un récord. Nos guiña un ojo, complacido. Abordamos después un Hércules C130 de la Fuerza Aérea chilena rumbo a El Salado, pueblo terroso y aislado en el que va a inaugurar una planta de tratamiento de cobre. Es el jueves 10 de marzo de 2005, la víspera (leer más)

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Sociedad

¿Cómo inventar un país?

En 2007, el príncipe Michael de Sealand puso en venta una isla artificial, frente a Inglaterra, valuada en 750 millones de euros. El contrato fijaba como requisito el compromiso de continuar con la farsa de legitimar el principado en una plataforma de hormigón de mil metros cuadrados, montada sobre dos pilares, en el Mar del Norte. No es cuento. Tampoco es cuento que China alquila ahora sus islas. No por un par de semanas, sino por medio siglo o más. Con la condición de no dañar el ambiente, compañías y ciudadanos extranjeros pueden emular a Robinson Crusoe y su compañero Viernes. Lo permite una ley aprobada en 2010. La provincia de Zhejiang tiene casi 3000 cerca de la costa. Miden entre 500 y 1000 metros cuadrados. Están deshabitadas. Sus moradores deberán arreglárselas para disponer de vivienda y servicios básicos, como el agua y la electricidad, así como de alguna protección contra los frecuentes tifones. No van a crear nuevos países, pero, después de mucho tiempo en ellas, seguramente se sentirán sus dueños. Un excéntrico como (leer más)