Política

El bumerán de la negación

La negación tiene un precio. El de exponerse a padecer aquello que uno no quiere o no puede admitir. En Brasil, el coronavirus mató a más de 65.000 personas. Su presidente, Jair Bolsonaro, desdeñó desde el comienzo el impacto devastador de la pandemia. Una gripezinha. Un resfriadinho. Algo peor que, en plan de no sembrar pánico y de promover el contagio controlado para lograr la llamada inmunidad del rebaño, llevó a “lidiar con un escenario” comparado con la muerte de Stalin al primer ministro británico, Boris Johnson, según sus propias palabras, o al confinamiento forzoso del presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, otro autócrata. El bumerán de la negación golpeó la quijada de Bolsonaro. Le dio positivo el test. Nada que temer, dejó entrever, gracias a la hidroxicloroquina. Un antipalúdico descartado después de varios ensayos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Donald Trump dejó de tomarlo. La receta de Bolsonaro, sin pruebas científicas, supuso la renuncia de dos ministros de Salud en menos de un mes, los médicos Henrique Mandetta y Nelson Teich, (leer más)